—He perdido a todos mis amigos, seguro —sollocé—. No tenía tiempo... No me dejaban vivir, casi ni puedo llamarles porque no tengo tiempo para nada. Me sorprendió que Effy aceptara verme.
—Eh, no creo que te odien —dijo, calmado, acunó mi rostro con sus manos para que le mirara—. Supongo que lo entenderán, lo más seguro es que sea así.
—No tengo amigos, los he perdido para seguir una idiotez de mentalidad dictatorial. —me quejé.
Mis ojos estaban rojos de tanto llorar, o eso es lo que me dijo Cook. Él secaba mis lágrimas con sus pulgares.
—Creo que necesitas dormir. —susurró— Mejor eso que despertar a nadie, mañana estarás mejor.
Se separó de mí, al completo, extrañé sus calientes manos sobre mí. Hacía tiempo que las extrañaba.
«Vuelve a tocarme», pensé. Eso no sucedió, subió las escaleras a mi lado sin decir nada y me acompañó hasta la puerta de mi habitación.
—Buenas noches. —susurré.
—Buenas noches, Ayers. —susurró de vuelta.
Hizo un intento por acercarse a mi rostro, pero no realizó sus intenciones. La vocecita de mi cabeza me decía que invitara a Cook a entrar para que me abrazara y durmiera así toda la noche, pero no podía hacer eso, no estaba bien y no era para nada necesario.
Tomé el pomo de la puerta y una vez dentro lo cerré detrás de mí, para acto seguido escuchar los pasos de Cook alejándose hasta llegar al cuarto de Paddy. Sobre la cama reposaba la camiseta del adolescente rubio maleante, no dudé en ponérmela para dormir. Únicamente llevaba eso y mi ropa interior, nada más. Me perdí entre las sábanas, olfateando el olor chocolate puro toda la noche hasta que me dormí y las pesadillas me atormentaron.
☆☆☆
Desperté a las seis treinta y seis de la mañana, los berridos que Ruth estaba emitiendo por pasar su momento erótico, al igual que por la noche, me despertaron. Ya podría cortarse un poco estando Paddy en la casa y respetando el sueño de los que necesitábamos conciliarlo.
Salí de mi habitación, somnolienta y fregando mis ojos sin hacer fuerza, anduve hasta la habitación del niño rubio y la abrí de par en par encontrándome a Cook semidesnudo. Lo único que llevaba puesto eran unos bóxer negros que se pegaban a su cuerpo como si estuvieran diseñados para él. Me tapé los ojos y me di la vuelta para respetar su intimidad.
—Así que eras tú la ladrona de camisetas —bramó el chico—. Es la única que tengo para dormir. —farfulló.
—Tu madre me dijo que podía tomarla prestada. —me excusé, mi voz temblaba.
—Anda, gírate, vas a verme así muchas veces —explicó, con pasotismo—. Después de todo, esta es mi casa ahora y no voy a cortarme un pelo, viviré como lo hacía antaño. —gruñó— Así que no te pongas así, seguramente yo también deberé lidiar contigo en albornoz.
Me di la vuelta, cabizbaja, observando cualquier otro punto en la habitación que no se tratara de su cuerpo.
—¿En serio estando así puedo ponerte nerviosa? —se mofó— Vaya, sigues siendo la misma monja de clausura de antes, no me sorprende.
—No me pones nerviosa, imbécil —espeté—. Ya sabes cómo me incomodan estas cosas.
—Acostúmbrate, Ayers.
—Pues muy bien.
—Pues, vale.
—¿Para qué has venido aquí? —preguntó, bostezando.
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Shifting Skins | El diario de Nessie Ayers
FanfictionUna chica llamada Nessie Ayers decide probar el famoso "shifting" en el que las chicas adolescentes dicen poder cambiar de realidades y entrar en sus películas, series o sagas de libros favoritos. Entró con el propósito de cambiar a una de las perso...