Capítulo 3: Entregarle mi vida a John.

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Traté de moverme un poco y poder acomodarme en el borde de la cama, pero las punzadas de agujetas que el día anterior no tenía me hicieron soltar un quejido. Me quedé hecha una bola observando las ventanas del apartamento y las ventanas ocupaban toda la pared. Corrí las cortinas por si alguien nos había visto, me incomodaba que no estuvieran puestas.

Yo y mis manías.

El gruñido que emitió John con su voz ronca me hizo tener una descarga eléctrica por todo el cuerpo. Se acababa de despertar y aún no se había percatado de que la noche anterior había pasado algo que nos podría pasar factura a ambos.

—Dios, me duele todo. —se quejó.

—John. —le llamé.

El chico pegó un bote y se quedó perplejo al verme, puede que tanto él como yo hubiéramos pensado que todo había sido un sueño.

—No me jodas. —susurró.

—Ha pasado. —dije— Lo siento mucho, yo iba borrachísima.

—No es tu culpa —se disculpó—. Si no te hubiera besado, esto no sería así. Yo lo siento.

—No, tampoco es tuya porque seguí el beso. —insistí— Agh... Ambos la hemos cagado.

—Dios, ¿crees que nos habrán pillado besándonos?

—Estábamos aquí, así que no creo.

—No nos habrán pillado por las ventanas, ¿no? Dios, nos va a pasar factura.

—¿Por qué? —pregunté, alucinando.

¿Cómo iba a pasarle factura lo de aquella noche?

—Imagina que nos han pillado y nos han fotografiado. —explicó— Si se enteran de esto todo se va a la mierda, no quiero polémicas para ambos. Eso puede separarnos y a mí me importas, Nessie.

—Pero...

—No podrías entender mi carrera —estiró sus mechones ondulados, estresado— Para mis padres tan solo soy una marioneta y creo que viviré siempre así. No podrías entenderlo, yo creo que mi camino de vida es ser famoso y ser un ejemplo para mi apellido. Tengo que darle valor.

El chico se sentó a mi lado en el borde de la cama, yo le abracé por la espalda, acariciando su torso.

—Me alegro de que las persianas estén tapándonos. —musitó.

—De hecho no lo estaban, he tenido que hacerlo al despertarme. —me encogí de hombros.

—¿Llevas mucho tiempo despierta?

—No, me acabo de levantar.

El chico pasó sus manos por su rostro fregándolo con insistencia, me aparté de él.

—¿Dónde está nuestra ropa? —preguntó, observando a nuestro alrededor.

—Pues buena pregunta.

El chico sacó unos calzoncillos de su mesita de noche y se los puso a la velocidad de la luz. Se levantó y empezó a rastrear cada rincón de su cuarto. Estaba hecho un desastre, la noche anterior estaba impoluto y perfecto, de eso sí me acuerdo.

—¿Pero qué hicimos? —preguntó, riendo— No hay ni rastro de ropa por aquí, debe estar en el salón o algo.

—Oye, John, necesito ir al baño y...

—Está saliendo del cuarto a mano derecha, puedes ducharte ahí también. Yo iré al otro.

Asentí y me levanté enrollando la sábana sobre mi cuerpo, tomé una ducha y me sequé al completo. Salí del baño enrollada en la sábana azul marino y, para mi sorpresa, John me había doblado la ropa en el sofá.

Shifting Skins | El diario de Nessie AyersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora