Capítulo 6: Todos están mal.

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Días después no me junté mucho con el grupo, excepto con Michelle y Jal. Por supuesto, siempre estaba con Effy, ella venía a verme todos los días para hacer los deberes juntas. Incluso si tenía que venir para tan solo verme veinte minutos lo hacía, porque yo debo cumplir con mis extraescolares. Para algo mis padres se dejan el dinero en ello.

En el colegio lo estaba pasando algo mal, las profesoras no se portaban muy bien conmigo porque me llamaban la sabelotodo y la verdad es que me enfureció mucho. Por otra parte, también ensayaba para un baile que debíamos exponer para la semana siguiente y estuve todos los días practicando para poder exhibirlo en el colegio. Me daba vergüenza tener que hacerlo frente a todo el alumnado, pero supongo que es mi penitencia allí.

El día de la exposición acudió mi familia, sin embargo, no fueron los únicos. Me sorprendió ver a los Stonem reunidos al completo en las gradas y a Sid junto a ellos. Se ve que Chris había querido asistir, pero se le complicó el día. Me enteré de que estaba con Angie, era de esperar. Michelle no pudo venir por un examen que si suspendía estaba muerta.

—¡Bienvenidos todos y gracias por venir! —exclamó la directora, su voz retumbaba por todo el pabellón.

Effy se puso en primera fila para verme de cerca y la saludé cuando nadie miraba, sonriente. Ella me devolvió el saludo con una sonrisa más sincera aún.

—Eso es lo más lésbico por tu parte que he visto en mi vida. —le dijo una chica, de nuestra clase, a Effy.

—¿Pero tú de qué vas? —se encendió mi amiga.

El espectáculo fue breve y mi familia tuvo que irse antes de que se acabara. Hablé un poco con los Stonem y luego me quedé con Sid y Tony, Effy quería irse a dormir porque luego quedaría por la madrugada con un chico. Los dos chicos me acompañaron hasta mi casa.

—Nessie, te vienes a verme a mi concierto de coro. —anunció Tony, en el camino.

—¿Qué concierto? —interrogué— Además, no puedes mandarme así como así.

—No tienes nada mejor que hacer de todos modos. —se burló.

—Bueno, tienes razón, pero también tengo que estudiar.

—Tienes memoria fotográfica.

—Bueno, pues... Tú ganas, ¿qué día es?

—Mañana.

—¡¿Mañana?!

—Sí, a las seis de la tarde. Si faltas se lo diré a tu padre.

—¿Pero qué te pasa? —me enfurruñé.

—Encima de que te invito a cosas chulas, te invito a más cosas que tu hermana.

—¿Qué tiene de chulo verte la cara cantando? Para verte la cara lo hago todos los días.

—Buah, te lo ha explicado, tío. —se reía Sid.

Tony le dedicó una mirada tan seca y fría que el chico de gafas no quiso añadir nada más. Parecía que le habían cosido la boca.

—Sid te irá a buscar, con Michelle. —avisó Tony.

—Vale, ¿a las cinco y media? —le dije a Sid.

—Sí, claro, cuando tú quieras yo te vengo a buscar siempre. —soltó Sid, sin pensar.

—¿Qué? —me sorprendí.

—No quería decirlo así, es decir, que yo te vengo a buscar siempre que lo necesites... Las chicas no pueden ir solas por la calle a estas horas, sí... —corrigió.

El chico de ojos diamante le miró como el mismísimo culo, a Tony le molestaba que los chicos se fijaran en mí últimamente. Antes no era así y me parecía raro. Al llegar a la puerta de mi casa, Tony me detuvo y señaló una pinza que yo tenía en mi cabello.

Shifting Skins | El diario de Nessie AyersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora