Solo Por Seis Meses (I)

Capítulo 48, parte 1

***

JESSIE

Termino de lavarme los dientes con el cepillo que Thomas compró para tenerlo en su cuarto para cuando venga. Es como si indirectamente quisiera que me quede a dormir cada vez que vengo, solo falta que me compre un pijama para dejar aquí.

Igual si te lo comprara no lo usarías.

Cierto, de todas formas uso sus remeras.

Yo no hablaba de eso...

¡Conciencia! ¡Controla tus hormonas!

Thomas entra cuando estoy enjuagándome la boca y empieza él a lavarse los dientes a mi lado. Me pellizca cariñosamente la cintura, causando una leve risita de mi parte, ya que es el sector en el que más cosquillas tengo, después de los pies. Le pego con la toalla en el brazo, o lo intento, porque él es más rápido y la agarra antes de que lo golpee. Tira de ella y me acerca a él; suelta la tela y me rodea la espalda con un brazo. Escupe la pasta y se enjuaga la boca sin soltarme. Se seca el agua que gotea por su barbilla y su mano baja a mi culo para darme un apretón mientras junta sus labios con los míos.

No me besa como siempre, apasionadamente, sino que lo hace con cariño, como si supiera que aún sigo sensible por la noche anterior y que en cualquier momento puedo largarme a llorar. Lo que no sabe es que eso es algo que nunca va a volver a repetirse. No soy una persona sensible que llora ante la primera vez que le gritan o la culpan de algo. Para que las lágrimas dejen mis ojos, algo fuerte tiene que haberme pasado; y para que lo hagan estando en presencia de alguien más –que no sea Sammy–, tiene que ser algo excesivamente duro.

Anoche... Anoche fue simplemente horrible. En la tarde, después de que Thomas se fue de mi casa y antes de ir yo a la suya, tuve un pelea muy fuerte con mamá. Sobran los detalles, pero algunas de las cosas que me dijo me dejaron pensando esa noche cuando me encontré acostada junto a Thomas en una tranquilidad abismal. Los pensamientos simplemente me azotaron sin darme tiempo a cerrar mi mente ante ellos. Thomas intentó distraerme con un beso, al verme tan pensativa, pero... la pelea con mamá había tenido que ver con él. Y con el sexo. Y vi la pregunta en sus ojos. Y salí corriendo.

No me dormí anoche, no pude. No podía dejar de pensar, de repasar la conversación con mamá, de cuestionarme si algo de lo que le prometí es cierto, de preguntarme si lo que ella dijo podía tener sentido, si está ella en lo correcto. Si alguna vez voy a poder hacer lo que quiera sin preguntarme que va a hacer mamá cuando se entere y sin inventar mil excusas por las dudas, si algún día va a dejar de controlar todo lo que hago y digo, si dejará de criticarme, si llegará el día en que lo que me diga no me afecte... Lo de las pulseras también contribuyó a pensar en eso. Ella me hizo quitármelas. Yo no quería, pero terminó convenciéndome de que quedaban mal, de que estaban sucias y gastadas. Así como también me convenció de que estoy poniéndome más rellenita.

Tanto pensar en todo esto, no pude más y quise largarme a llorar, pero no quería hacerlo junto a Thomas porque se despertaría. Con mucho cuidado quité sus brazos de mi cuerpo y puse una almohada en mi lugar. Tanto había estado aguantando las lágrimas, que se me cerró el pecho y me costó respirar. Corrí hasta el final del pasillo y bajé por el ascensor de comida. Cuando llegué a la cocina, lo solté todo. Y fue la peor sensación de toda mi vida.

Era como si el mundo se me cayera encima y solo quedara yo para levantar todos los pedazos, sola, sin ayuda de nadie. El pecho se me descocía y un nudo en mi garganta impidió que pasara todo el aire. Fue una sensación que jamás le desearía a alguien. Estaba dispuesta a volver a subir por el montacargas y tratar de dormir, cuando Thomas abrió la puerta. Y me contuvo. No estaba sola levantando el mundo, él me ayudó. Y desapareció el vacío.