Capítulo 34

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***

Mi respiración se acelera. No puedo creer que Blake me haya dedicado un gol y que yo sea la única que sabe a quién está dirigido. Sammy me mira significativamente desde las tribunas, sospechando al igual que Matt y Nick, pero ellos no saben que Blake me llama «mi rubia». Mi mirada está únicamente en esos ojos negros que me miran sonrientes.

El marcador indica que el partido ha finalizado y que Los Halcones ganamos, pero las porristas estamos todas demasiado impactadas como para hacer nuestra rutina. Brooke no puede creer que su hermano mujeriego tenga una rubia, yo no puedo creer que me haya dedicado un gol, y las otras no pueden creer que hayan perdido al fuckboy. La entrenadora comienza a gritarnos para que nos levantemos, y tengo que cortar el contacto visual con mi novio para hacer nuestra rutina ganadora.

–¡LOOOOS HALCONES! –gritamos todas al final y sacudimos nuestras porras en el aire.

Corremos al campo a felicitar a los jugadores en un enorme abrazo grupal. Siento una mano tomarme del brazo y alejarme disimuladamente del grupo. El cosquilleo lo delata.

Por fin te das cuenta que no son escalofríos.

Después de todo tenías razón, conciencia. Nunca fueron escalofríos. Es una especie de corriente o conexión, como si desde el principio hubiese habido química entre nosotros. Eso solo si él siente lo mismo al tocarme...

Blake me lleva hasta el pasillo vacío que conecta el campus con los camarines y el resto del edificio, y me abraza con fuerza cuando ya nadie puede vernos, levantándome del suelo. Le devuelvo el abrazo, pegando mi nariz a su uniforme de fútbol –que le queda tan bien– para sentir su aroma a coco y miel.

–¿Y? –me dice cuando nos separamos.

–No puedo creer que me hayas dedicado tu touch no sé cuánto –le confieso y se ríe–. No creí que fueras ese tipo de hombre.

–¿Qué tipo? –Frunce el ceño.

–De los cariñosos que dan flores y chocolates y dedican goles –lo gasto y se ríe.

–Al parecer sí lo soy –me dice, para después juntar nuestros labios.

Lo tomo del rostro y respondo el beso. Después de unos minutos me separo y le sonrío.

–Tenemos que volver antes de que nos extrañen y vuelvan a buscarnos –le digo y asiente–. Ah y, por cierto, ¡felicidades! ¡Entramos al campeonato! –Le aplaudo y hace una reverencia.

–Gracias, gracias. –Sigue haciendo reverencias y me río.

–Ya, vámonos. –Le doy un golpe juguetón en el brazo y vuelvo al campus unos minutos después que él, para no levantar sospechas.

Nadie notó que nos fuimos, ni en el campo ni en la tribuna, y agradezco eso. Se escuchan los vítores de todos, apremiándonos por haber clasificado, y una sonrisa de orgullo se asoma en mi rostro.

[...]

Las noticias de la anotación que dedicó Blake opacan a la que comunicó que ganamos el partido. Regina se pasea por los pasillos diciendo que es ella la afortunada a la que el fuckboy le dedicó el gol, pero su popularidad ha decaído tanto en estos últimos meses que nadie le cree. Además, no se ha ocupado en volver a decolorarse el cabello y lo tiene la primera mitad marrón, y la otra mitad rubio. De ahí las jodas que todos le hacen, diciendo que si Blake le hubiese dedicado el touchdown...

Al fin aprendiste a decirlo.

Lo sé, pero me costó, conciencia.

... habría puesto «Mi teñida» en vez de «Mi rubia». Regina deja salir un grito de frustración cada vez que se lo dicen, pero les responde que lo hacen porque le tienen envidia. En el diario confirmaron que no es ella cuando alguien se lo preguntó a Blake y él ni sabía de quién estaban hablando, aunque por dentro sé que sí sabe quién es Regina, pero disfruta que la gasten tanto como yo.

Solo Por Seis Meses (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora