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Me dejo caer en mi cama con un resoplido. Intento fingir que no dolió lo que Blake me dijo, pero sí lo hizo. No somos solo dos personas que se tienen ganas. ¿Cómo pudo haber dicho algo así? Somos más que eso. No sé exactamente qué, pero sí sé que no es tan simple como "tenerse ganas".
Suelto otro suspiro y me siento. Recorro mi pieza con la mirada y decido tocar el piano para relajarme. Cierro ventanas y puertas y me acomodo en la banqueta. Apoyo mis manos suavemente sobre las teclas y comienzo a tocar y a cantar Falling de Harry Styles.
–Hacía mucho no te escuchaba cantar, ya lo extrañaba –escucho su voz venir desde la puerta. Levanto la cabeza lentamente y lo miro mal.
–¿Qué quieres, Blake?
Saca las manos de los bolsillos de su jean y se sienta en mi cama, inclinado hacia delante y con los codos apoyados en las rodillas.
–Pasar tiempo con mi novia. –Levanta la cabeza con una sonrisa arrogante.
Intento disimular las mariposas que se formaron en mi estómago al escucharlo decir eso y mantenerme seria.
Estás enojada, no lo olvides.
Estoy enojada.
–Es una extraña forma de pedirlo. –Le enarco una ceja.
–¿Quién dijo que hablaba de ti? –Me da su sonrisa torcida.
Es raro verlo tan bromista, siempre fue tan serio y seco y frío...
–¿En serio, Blake? No es momento para jodas ahora.
Mira el piso como si fuera lo más interesante del universo.
–Solo con decir eso no vas a arreglarlo –digo después de unos segundos, al ver que no agrega nada más.
–Lo sé –suspira. Levanta la cabeza y el infinito negro de sus ojos invade los míos–. Sé que la cagué, Jess.
Hay algo en la forma en la que dice mi nombre que siempre me pone la piel de gallina.
–No sé por qué dije eso. No lo pienso así, yo... Nunca he sentido algo como esto por nadie, Jess, y estoy confundido. No sé qué tengo que hacer, ni cómo tengo que actuar. Esto es tan... raro para mí... Me la mandé, la cagué feo, pero quiero arreglarlo. Quiero que me dejes intentarlo, que me des otra oportunidad. No sé cómo es gustar de alguien. Las nenas que me gustaban a los cinco no cuentan, no ahora. Tú me gustas mucho, Jess. Tanto que me asusta. Me asusta saber que soy débil por alguien.
Deja salir un prolongado suspiro. El corazón se me achica con cada palabra que sale de sus labios. La angustia se puede leer en su mirada.
–Eres la única persona que me hace feliz. Había olvidado lo que era estar contento, sonreír, reírse de un chiste. Tú me devolviste todo eso. No puedo perderte, Jess. No quiero.
Tengo los ojos llorosos, el corazón me va a explotar de emociones que no sabía que podía sentir, y tengo ganas de correr a sus brazos, pero el orgullo siempre va primero y me quedo quieta.
–¿Recuerdas la vez que te conté por qué cogía con todas? –pregunta y asiento, reviviendo en mi mente aquella noche que estábamos ambos en el piso del pasillo, enfrentados–. Tú me dijiste que tal vez, la forma de sacar a mi madre de mi cabeza era encontrar a una persona que ocupara todos mis pensamientos de tal forma que ella no tuviera espacio. No creí que fuera así en el momento, pero después de todo tenías razón. La primera vez que sonreí, fue apenas después de besarte en mi cocina –me confiesa y casi se me cae el alma a los pies–. Me dijiste que había besado a miles de chicas esa noche, y que cualquiera de ellas podía ser la razón por la que estaba sonriendo. Pero no fue ninguna de ellas la que estuvo en mi cabeza cada segundo de esa noche. Mi mamá ya no tenía espacio en mi mente. No mientras estuvieras tú ahí.
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Solo Por Seis Meses (I)
Romance¿Qué harías si un día viene alguien y te dice que te irás al otro lado del país, donde no conoces a nadie, durante seis meses? Jessica Harris no se lo tomó muy bien, estaba acostumbrada a su vida tranquila y monótona. Pero no estaba en posición de n...