Capítulo 39

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Abro los ojos lentamente cuando escucho un pitido incesante venir del velador. Eso no suena como mi alarma.

Todo está oscuro y no veo nada, pero siento a alguien detrás de mí.

Oh.

Thomas.

Me doy vuelta y lo veo gracias a un pequeño reflejo que entra por en medio de las cortinas. Está sin remera y un brazo suyo me rodea la cintura. Sus cabellos negros están desparramados por la almohada y por su rostro. Sus oscuras pestañas reposan sobre sus bronceadas mejillas.

Él también abre los ojos y me encuentra escrutándolo con la mirada. Entrecierra los ojos en mi dirección con una media sonrisa y estira el brazo para apagar el despertador.

–Me encanta verte con mi ropa –dice, sonriendo.

–Me queda mejor que a ti.

Automáticamente, me toma del brazo y me tira hacia él hasta que me posiciona sobre su pecho con una pierna a cada lado de su cuerpo. Una mano suya va hacia mi rostro y el dorso de sus dedos me acaricia la mejilla. Los pelos se me erizan ante el contacto y siento un cosquilleo satisfactorio.

Su mano se mueve a la parte de atrás de mi cuello y me empuja hacia abajo para darme un beso suave.

–Claro que sí –responde a lo que le dije.

Apoya su frente contra la mía. Le doy otro beso y me bajo de él y de la cama. Thomas deja salir un gruñido y se frota el rostro con las manos.

–¿Es necesario ir a la escuela?

–Si quieres tener un futuro, sí –digo, caminando hacia la puerta.

–¿A dónde vas? –Se sienta bruscamente en la cama y frunce el ceño.

–Al cuarto de Brooke a que me preste el uniforme y a bañarme –respondo a punto de abrir la puerta.

–Puedes bañarte aquí –lo escucho decir y una pequeña sonrisa se me escapa mientras miro el picaporte.

–Okey. –Me volteo tratando de disimular la emoción que me abarca en estos momentos y veo que me sonríe–. Entonces voy a buscar el shampoo.

–No hace falta, tengo uno. –Se baja de la cama.

¿Por qué Thomas tendría un shampoo para mí? Pensé que usaría uno para hombres.

–Ah... Igual tengo que buscar el unifor–

–Yo lo busco, tú ve a bañarte. –Me sonríe antes de pasarme por un lado para ir al cuarto de Brooke.

Entro confusa al baño, porque ¿desde cuándo es tan servicial?

Me quito su remera y luego la ropa interior para meterme a la ducha. La rodea un vidrio opaco a través del cual se podría ver mi figura pero no con claridad.

Un escalofrío me recorre al pensar que tal vez a Thomas se le ocurre entrar mientras me baño. Entonces me vería. No del todo, pero me vería.

Me meto a la ducha y me fijo los envases que hay en el estante.

¿Qué?

Hay un shampoo de hombre, como pensé, y... mi shampoo. El que yo tengo en mi casa. El que yo uso. Nadie más en mi familia usa ese, ya que mamá usa uno especial para mantenerse rubia –se le ha oscurecido el cabello con el tiempo– y papá y mis hermanos usan uno de hombres.

Solo Por Seis Meses (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora