Capítulo 27

115 12 0
                                    

***

Sí, les dije que consideraba a Lex mi hermano porque no tenía uno bastante más grande que fuera sobreprotector, pero tal vez les mentí en eso.

Empecemos por el principio. Hace veinticuatro años mi mamá tuvo sexo con su novio de aquel entonces sin condón. El resultado: un bebé. Pero el padre de ese niño era un hijo de puta y prefirió esfumarse a hacerse cargo de su hijo, así que mamá lo crió sola hasta que conoció a papá, con quien no lo hizo sin condón hasta después de casarse.

Chris siempre fue mi hermano favorito. Era muy sobreprotector conmigo, pero de un modo cariñoso que me encantaba. No obstante, un día, cuando cumplió dieciocho, se reveló contra mamá y se encerró en su cuarto. Esa noche se escapó y no volvimos a verlo.

Mamá se desesperó pensando que era culpa de ella y lo buscó por todas partes, hasta que se enteró que había ido con el padre que lo había dejado tirado. Imaginen cuánto se enojó. Tiró a la basura todas las fotos de él, lo cortó de nuestros retratos familiares y donó sus cosas. No volvimos a mencionarlo nunca, nos olvidamos de que existía. Nos abandonó para irse con la persona que lo había abandonado a él, y no es algo que se perdona fácil.

Por más de que estoy en shock, puedo notar que ha hecho mucho gimnasio estos seis años, y creo que podríamos agregarlo a la cortísima lista de personas que conozco que le ganarían a Blake en una pelea.

–¿No vas a saludarme? –pregunta, iluso.

–¿Jessie, qué fue es...? –pregunta mamá, bajando las escaleras por el ruido de mi vaso, pero se frena cuando ve a su hijo.

Aprieta la mandíbula, da pasos firmes hasta mí y le cierra la puerta en la cara a Chris. Pero este no se rinde y vuelve a tocar.

–¿Qué quieres? –le espeta mamá secamente cuando abre la puerta.

–¿Podemos hablar? –pide el otro.

Me separo para que pase al living. Nos sentamos los cinco en los sillones y lo miramos fijo, esperando a que se explique.

–Antes que nada, lo siento. Era un adolescente enojado que no sabía lo que hacía. Dormí en la calle esa noche y después me decidí a encontrar a mi padre. Resultó que había ganado mucha plata. Estaba casado pero sin hijos. Me aceptó en su casa y nunca me atreví a volver. Pagó mi universidad. –Mamá mira el piso–. Sé que te esforzaste muchísimo para ahorrar para eso, pero espero que hayas usado ese dinero para algo mejor.

Si con algo mejor se refiere a comprar la máquina de embalar que usó para donar todas sus cosas, entonces sí.

–¿A qué viniste?

–A reconciliarme. Extraño a mi familia.

–¿Para qué? Parece que ya tienes una nueva. –Podría decirse que mamá está celosa.

–Él es mi papá, pero ella no es mi mamá. Y allá no tengo a mis hermanos. –Nos sonríe, pero yo me levanto de un salto.

–Necesito tomar aire –digo, y salgo al porche del frente.

Le mando un mensaje a Nate y espero a que llegue. El auto se estaciona en el momento en el que Chris abre la puerta.

–Jessie, está bien si no quieres hablarme pero... –Nate se baja del auto y mi hermano se fija en él–. ¿Quién es? –pregunta, desconfiado–. No me gusta que te vayas con desconocidos. –Me apunta con el dedo.

Pensaba ignorar lo que fuera que iba a decirme, pero eso fue la gota que derramó el vaso. Me doy vuelta, furiosa.

–¡LLEGASTE HACE MENOS DE UNA HORA! –le grito–. ¡Es obvio que todos aquí van a ser desconocidos para ti! Pero, ¿adivina qué? Es mi novio, así que no es ningún desconocido para mí, o para nadie que es verdaderamente de esta familia. Y no vengas a hacerte el hermano sobreprotector ahora, Christian. Pudiste haberlo hecho estos seis años, pero preferiste esfumarte. ¡Ni siquiera me saludaste, Chris! ¡No me avisaste que te ibas! Solo te encerraste en tu cuarto, mientras yo lloraba porque te peleaste con mamá, y te fuiste por tu ventana a la mitad de la noche, ¡sin decirme nada! ¿Sabes lo que yo sufrí que te fueras? Me habías prometido que te ibas quedar conmigo. Tú sabías lo que era la adolescencia con esa mujer. –Señalo la casa, refiriéndome a nuestra madre–. ¡Y me prometiste que la mía iba a ser más fácil de lo que fue la tuya, porque tú ibas a estar ahí para apoyarme! –Mis ojos están colmados de lágrimas, pero las contengo–. ¡Pero te fuiste! Me dejaste tan sola como lo estuviste tú. Si no hubiese sido por Lex...

Solo Por Seis Meses (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora