Capítulo 2

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Recién el cuarto día, mientras desayuno, veo que el cielo se despeja y sale finalmente el sol. Rápido, subo a mi cuarto y me cambio el pijama por un remerón, un buzo oversize y unos jeans ajustados. Quiero que Matt me vea salir –no sé por qué, tal vez para que venga conmigo– por lo que abro la puerta del costado y le grito a mamá que voy a salir a caminar, sabiendo que él tiene su ventana abierta. Siento su mirada en mí y veo de reojo que se aleja del vidrio mientras rodeo la casa y atravieso el jardín del frente.

Salgo a la calle y empiezo a caminar hacia la derecha, justo para donde está su casa. Estoy justo frente a esta cuando lo veo salir. Hace como si no supiera que yo iba a estar ahí y "se sorprende".

–¡Ey, hola! Qué coincidencia, ¿no? –me dice sonriendo.

Gracias a Dios no tiene voz de pito.

¡Conciencia! Eso suena horrible. Pero no te lo voy a negar.

Disimulo una sonrisa porque esto es todo menos una coincidencia, pero asiento.

–¿Vas a algún lado en especial? –pregunta.

–No, solo quería salir después de los días de lluvia. –Me encojo de hombros.

–¿Te molesta si te acompaño?

Le hago una seña con la mano para que venga conmigo y sonríe. Cuando llegamos al parque, no hemos intercambiado ni una palabra. No pensé que fuera tan diferente a cuando escribimos a través de las ventanas, pero lo es. Nos sentamos en un banco y me decido a romper el hielo.

–Cuéntame de tu vida. ¿Cómo es tu familia?

–Tengo un hermano, Ian, que tiene 17, y una hermana, Harper, con 23. Y bueno, mis papás. Mi madre vive acá con nosotros y mi padre se fue a Nueva York cuando se divorciaron. ¿Y tú?

O sea que tiene un hermano de la misma edad que el mío... Entonces, tal vez, seremos amigos nosotros dos y ellos dos, por lados diferentes... excepto que se hagan amigos los tres y yo quede sola.

–Mi hermano Tyler tiene la misma edad que el tuyo, y vivo con mis padres.

Después de dos horas de charla en las que recorremos el parque unas tres veces, decidimos volver porque nos da hambre. Cuando llegamos a su casa, me saluda con la mano y, antes de que yo siga mi camino, se da vuelta y abre la boca para decir algo, pero luego la cierra, para después volverla a abrir. Levanto una ceja y se decide a hablar.

–¿Tienes Instagram? Porque es un poco raro hablar por las computadoras, ¿no crees? –dice al fin.

Sonrío y se lo paso. Estuve esperando que me lo pidiera toda la tarde, y por fin lo hizo.

Abro la puerta de mi casa y se acerca mamá.

–Vinieron los vecinos a presentarse, pero no estabas. Tyler está en su cuarto con uno de los chicos, que tiene su edad. La madre me dijo que el otro es como tú pero que había salido a caminar –me dice.

–Sí, me lo encontré cuando salí. Nos presentamos –miento– y caminamos juntos.

Verdaderamente, no sé por qué no le cuento que ya nos conocíamos porque hablábamos por las ventanas, pero ya es muy tarde para cambiarlo.

–Bueno, si vas para arriba pregúntale a los chicos si no quieren comer algo.

Subo las escaleras y voy a la habitación de Tyler. Toco la puerta –para avisar más que para preguntar– y abro sin esperar a que responda alguien. Antes de poder hablar, veo algo que por poco no hace que me quede con la boca abierta.

Solo Por Seis Meses (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora