Capítulo 1: El decreto real

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—Eres Kara Zor-El, no te asusta nada más que enredarte con la capa y caer al piso. —Dijo una asustada rubia a su reflejo. —No pasa nada malo; solamente tienes que salir, verte valiente y segura como toda una reina...

—¿Y tú vas a gobernarnos? —Una chica con cabello pelirrojo algo corto y ropa bastante elegante hacía su aparición.

—¡Alex! ¿Cómo diablos entraste? —Preguntó dándose la vuelta.

—Dejaste la puerta abierta. —Alex se encogió de hombros y sonrió. —¿Vas a quedarte en pijama todo el día? ¿O vas a salir a hablarle a tu pueblo? —Kara miró su ropa y le hizo mala cara a la chica que consideraba su hermana.

—¡Me pongo nerviosa! No me gusta ser tan formal. —Kara hizo un puchero haciendo reír a la pelirroja.

—Es la vida que te espera, futura reina. —Palmeó el hombro de su hermana burlona.

—Te agradezco el apoyo, hermanita. —Kara le sacó la lengua empezando a cambiarse mientras Alex solo reía.

—¿Estás lista para hoy?

—Claro, solo vomitaré otras cinco veces y todo estará perfecto. —Alex soltó una risa ayudando a su hermana a colocarse su capa roja.

—Exagerada, solo es tu primer decreto real antes de la coronación. —Alex rodó los ojos mientras le hacía un gesto de aprobación a la rubia y le traía su corona.

—¿Es necesaria la corona?

—Sí, su majestad. —Se burló colocando la hermosa corona dorada con incrustaciones de diamantes sobre la cabellera rubia de Kara.

—No me digas así, Alexandra. —Kara hizo un puchero haciendo bufar a su hermana.

—El protocolo dice que debo llamarte así.

—Me importa un pepino el protocolo, eres miembro de mi consejo, mi mano derecha y mi hermana. —Kara dio media vuelta y se miró al enorme espejo. Vestía los más finos ropajes que ese reino pudiera ofrecer. Su traje era de un color gris con algunos detalles en dorado, una capa color rojo cubría su espalda y le daba ese toque de elegancia. Su corona hacía juego con sus cabellos dorados, igual que la luz del sol.

—Acábalos, hermanita. —Alex le dio un ligero masaje en los hombros y salió de la habitación. Kara respiró hondo y también salió de su habitación.

Mientras caminaba por los pasillos hizo leves asentimientos de cabeza hacia los guardias y sirvientes que le veían pasar. Se encontró con sus padres en la puerta junto al balcón donde daría su primer decreto real.

—Estás preciosa, mi pequeño sol. —Dijo Alura dándole un abrazo a su hija.

—Gracias, madre. —Kara le sonrió y después le dio un abrazo a su padre.

—Sabes que estamos orgullosos de ti, hija mía. —Dijo Zor-El aún en el abrazo. —Y ya que serás reina en una semana creo que es bastante conveniente que tengas esto. —Zor-El le entregó un anillo de oro que tenía el emblema de su casa grabado en el.

—El anillo familiar. —Kara sonrió al verlo.

—Tu tatarabuelo quería iniciar tradiciones... —Empezó a relatar mirando el anillo y después a su esposa. —Y como estaba completamente enamorado de tu abuela decidió regalarle este anillo como símbolo de su amor y así ha sido entregado de generación en generación a los primogénitos de esta familia para dárselos a la persona que amemos. —Zor-El colocó el anillo en el dedo de su hija y sonrió. —Ahora es tuyo y con suerte se lo darás a alguien especial.

Kara soltó una risa y volvió a abrazarlos intentando evitar el asunto.

—Creo que nuestra gente espera. —Kara acomodó su uniforme con algo de nerviosismo mientras sus padres asentían.

La Heredera del Sol (AU SUPERCORP) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora