Capítulo 7: Samantha Arias

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—¿Por qué hay tanto alboroto? —Preguntó Lena mirando a los del servicio corriendo de un lado a otro.

—La ministra de comercio de Metrópolis vendrá. —Le contestó uno de ellos para después hacer una reverencia e irse.

—¿Ministra de comercio? —Lena levantó una ceja y decidió seguir caminando, pasó por la oficina de la reina que estaba siendo custodiada por dos guardias. —¿Se encuentra su majestad? —Preguntó a uno de ellos con amabilidad.

—¿Quién la busca?

—Lena. —Contestó mientras veía la puerta abrirse.

—¿Qué sucede? —Preguntó Kara acomodando su ropa, levantó la mirada y se encontró con Lena, una sonrisa apareció en su rostro nada más verla. —Lena... ¿Pasa algo?

—Solamente quería preguntarte algo, pero si estás ocupada puedo volver más tarde. —Lena también le sonrió mientras la rubia negaba con la cabeza.

—Nada de eso. —Dio media vuelta y miró a sus guardias. —A partir de hoy, la señorita tiene acceso total a mi oficina siempre que lo requiera. ¿De acuerdo?

—Sí, su excelencia. —Los guardias le hicieron una reverencia y Kara le hizo una señal a la ojiverde para que pasara a su oficina.

—Todos andan apurados el día de hoy. —Comentó la pelinegra y Kara hizo una mueca asintiendo.

—La ministra de comercio, Samantha, vendrá a visitarnos. —Explicó la rubia. —Tiene interés en comercializar con nosotros y mis padres tienen interés en comercializarme a ella.

—¿Y a qué hora llegará? —Lena no podía evitar sentirse algo extraña con la idea de que a Kara la pretendían emparejar con esa chica.

—En horas de la tarde. ¿Por qué?

—Nada en especial, su majestad. —Le sonrió brevemente y después le hizo una reverencia.

—Lena... —Kara tomó su mano y su mentón haciendo que la mirara. —¿Está todo bien? —Lena vio la preocupación en sus ojos y negó con la cabeza.

—No pasa nada, Kara. Debo irme, tengo mucho trabajo. —Lena intentó alejarse, pero se detuvo a mitad de camino y sintiéndose valiente se acercó a la rubia y le dejó un beso en la comisura de sus labios. —Suerte con la ministra.

Lena salió de la oficina sintiendo su corazón en su mano. Acababa de cruzar la línea de la confianza con Kara Zor-El... La reina de Krypton... ¡LA REINA DE KRYPTON!

La pelinegra entró a su habitación y se sentó en su escritorio soltando un suspiro pesado. Pasó las manos por su cabello y tomó un vaso para llenarlo de vino.

¿Estaba celosa? ¿Casi besó a Kara porque estaba celosa de que una poderosa mujer venía y sus padres querían emparejarla con ella?

—Demonios, estoy loca. —Lena terminó su bebida y giró cuando tocaron la puerta. —Adelante. —Un guardia real abrió la puerta y miró a la pelinegra.

—Su majestad solicita su presencia en el gran salón, señorita. —Dijo con firmeza y Lena asintió levantándose.

—Iré en un momento, gracias. —El guardia hizo una reverencia y salió de la habitación de Lena. La pelinegra se arregló un poco y bajó hasta el gran. El consejo estaba presente y Kara vestía ropa elegante al igual que su corona.

—Su excelencia. —Lena hizo una reverencia a la reina y una breve inclinación hacia los miembros del consejo.

—Quiero a mi consejo presente cuando llegue la ministra. —Explicó Kara y Lena no pudo evitar sentir un poco de ira y todo aumentó cuando los padres de Kara aparecieron.

—Veo que te pusiste presentable para recibir a Samantha, mi pequeño sol. —Alura abrazó a su hija y le acomodó la corona.

—Es una gran oportunidad para formar alianzas, hija. —Zor-El también abrazaba a su hija.

—Madre, padre, esto será estrictamente comercial... No me interesan otro tipo de alianzas. —Contestó Kara con firmeza y Lena tuvo que reprimir una sonrisa.

Mon-El apareció al lado de James con su impecable uniforme y unas sonrisas orgullosas.

—Majestad. —Mon-El hizo una reverencia con una sonrisa burlona y Kara rodó los ojos con gracia. —La ministra de comercio Samantha Arias de Metrópolis. —Presentó y detrás de él apareció una hermosa mujer con un elegante traje, ojos castaños y cabello del mismo color de sus ojos. La mujer desbordaba elegancia y confianza.

—Ministra, es un honor tenerla de vuelta en Krypton. —Kara hizo una reverencia al igual que todos los presentes.

—El honor es mío, su majestad, Krypton es como mi segundo hogar. —La castaña también se inclinó y después sonrió. —Y recuerda que puedes llamarme Sam.

—En ese caso, dime Kara. —La rubia también le sonrió y Lena tuvo que aguantarse para no rodar los ojos con desagrado. —Ya conoces a mis padres y a mi consejo, pero tenemos una nueva miembro. Ella es Lena, una gran científica con estupendas ideas. —Presentó a la ojiverde quien a regañadientes se acercó a la mujer quien la miró con admiración.

—¡Por supuesto que la conozco! Eres la mujer más famosa en muchas partes... Después de su majestad, claro está. —Samantha la abrazó como si fueran amigas de toda la vida y Lena no pudo evitar sorprenderse. —Lo que pretendes hacer es... Simplemente increíble.

¡Demonios! Lena no podía odiarla cuando era así de encantadora.

—Me alegra saber que está contenta con lo que lograremos próximamente.

—¿Contenta? ¡Estoy encantada! Precisamente por eso vine, Kara... Quiero ser la primera en contar con esa nueva tecnología cuando la produzcan en masa. —Sam miró a Kara con ilusión y Lena nuevamente no pudo odiarla, era demasiado genial para odiarla.

—Podremos hablar de eso después del banquete. —Kara le sonrió con cariño a la chica. —Preparamos una habitación para que puedas descansar del viaje. Tus guardias también pueden descansar en las habitaciones de los guardias.

—Genial, gracias, Kara. —Sam después miró a Lena con una sonrisa. —¿Me acompañas, chica lista?

Lena parpadeó impresionada y al sentir las miradas de todos sobre ella, carraspeó. Kara asintió con una pequeña sonrisa y Lena les hizo una reverencia a todos antes de retirarse.

—Por supuesto. —La pelinegra empezó a caminar al lado de la ministra y juntas subieron hasta los dormitorios.

—¿Entonces te llamas Lena? —Sam inició la conversación mientras caminaban.

—Así es. —Contestó simplemente.

—¿Y eres una Luthor? —Lena paró su caminata y la vio con impresión. Sam solamente rio. —No te asustes, mi padre era buen amigo del tuyo y recuerdo que llevaba una pintura tuya cuando fue a visitarnos una vez a Metrópolis. No podría olvidar tus ojos. —Explicó con bastante normalidad. Lena recordó la pintura, su padre había traído al mejor pintor de la región para hacerle un retrato y en un viaje aprovechó para ir por el.

—Yo... Agradecería que no dijeras en voz alta mi apellido. —Pidió con una pequeña mueca mientras retomaban la caminata.

—No te preocupes, Lena, entiendo porque guardas el secreto. —Sam le guiñó un ojo y ambas entraron a la habitación. —Puedes confiar en mi... Como si fuera una amiga. —Samantha volvió a sonreírle con confianza y Lena maldijo dentro de si.

Definitivamente no podía odiar a esa mujer... ¡Era encantadora!

La Heredera del Sol (AU SUPERCORP) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora