Capítulo 2: Reencuentro

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Lena sintió su corazón retumbar con fuerza mientras caminaba de nuevo hacia la taberna. Se encontró con su amiga Andrea quien acababa de terminar su presentación y se dirigía a su camerino. Andrea fue su primera amiga nada más llegar a Kandor, fue quien la ayudó a conseguir otro trabajo en aquella taberna como mesera y poco a poco fueron ganándose el cariño de la otra.

—¿Por qué estás tan roja, Lena? —Preguntó Andrea con gracia al ver a su amiga tan apurada.

—Un daxamita casi me viola y la futura reina de Krypton me salvó. —Contestó rápidamente y Andrea abrió sus ojos con sorpresa.

—¿Qué?

—Kara Zor-El estuvo aquí y me defendió de un daxamita. —Explicó con más calma y rio al ver la sorpresa todavía en el rostro de Andrea.

—¿Qué diablos hacía Kara Zor-El en una taberna teniendo un puto castillo? —Andrea seguía sin poder creerlo.

—¿Yo que sé? ¿Crisis de identidad? —Lena se encogió de hombros sonriendo cuando escuchó a Andrea reír.

—Pero no te hizo nada ese hombre, ¿cierto? —Andrea miró con preocupación a Lena quien negó con la cabeza.

—La princesa se encargó de él.

—¿Y es más atractiva de cerca? —Lena rio y se quedó pensando unos segundos. Obviamente conocía a la princesa, era la mujer más famosa de todo Krypton. Su cabello dorado y sus ojos color azul zafiro eran tal y como se los habían descrito antes de verla por primera vez dando aquel discurso.

—Demasiado atractiva. —Contestó Lena suspirando.

—¿Y es muy fuerte? ¿Es verdad que huele a limón? ¿Pudiste verle algo entre las piernas?—Lena frunció el ceño.

—Si, huele a algo como eso, probablemente también olía a caballo... ¿Por qué diablos me estás preguntando eso? —Andrea levantó sus manos con inocencia.

—Es la heredera del sol rojo, dicen que nació con un extra para dejar descendientes. —Ambas volvieron a reír.

—Tengo que volver al trabajo. —Lena se despidió de su amiga y volvió a su trabajo antes de que la jefa le diera un regaño.

Cuando Lena volvió a su pequeño cuarto y quitó su ropa, empezó a pensar en la rubia que había conocido. Era verdad todo lo que decían, aquella mujer tenía una gracia única que hacía imposible que la olvidaras. Lena se acostó en su cama aún con la sonrisa de Kara Zor-El en su cabeza.

(...)

Un nuevo día comenzaba para la ojiverde y eso solo significaba levantarse para ir a trabajar en la plaza de mercado. Lena se encargaba de acomodar los estantes de algunos comerciantes, ayudándolos a vender a los turistas y algunos locales. No podía negar que su belleza había sido una gran ayuda para ella a la hora de vender, pero lastimosamente también era un problema a la hora de quitarse a hombres con segundas intenciones.

Lena se colocó su ropa e inició su camino hacia la plaza, se encontró con una gran algarabía con comerciantes corriendo de aquí para allá bastante apurados, la mayoría vestía sus mejores ropas y trataban de mantener sus estantes impecables.

—Sa-Der... ¿Qué sucede? —Preguntó Lena a uno de los comerciantes que estaba igual de emocionado que el resto.

—Kara Zor-El está aquí, Lena. —Sonrió ampliamente. —Por favor ayúdame a traer las telas del almacén, quiero que la princesa las vea y tal vez me compre algo.

Lena asintió y caminó hasta el almacén para hacer lo pedido, sacó todas las telas que pudo y a pesar de que le pesaban demasiado, intentó sacar fuerza y llevarlas todas a la vez. Mientras Lena caminaba sintió como empezaban a resbalarse unas cuantas telas y sintió pánico de que se ensuciaran. Afortunadamente alguien llegó para ayudarla.

—Se lo agradezco mu... —Lena abrió sus ojos con sorpresa cuando frente a ella estaba aquella rubia de ojos hermosos y sonrisa radiante.

—Es un placer ayudarla, señorita. —Dijo Kara ladeando un poco su cabeza sin dejar de sonreír. Lena admiró por un momento la ropa de la rubia. Vestía una túnica verde oliva estilo Mao la cual llegaba hasta sus muslos; un cinturón negro estaba atado en su cintura y de allí colgaba su espada, sus pantalones eran de color negro, acompañados de unas botas del mismo color, Lena apreció que en aquella ocasión, la rubia no tuviera aquella capa roja que casi siempre la acompañaba. Unos cuantos guardias la acompañaban.

—Gracias por su ayuda, su majestad. —Lena reaccionó e hizo una reverencia mientras le entregaba las telas a Sa-Der y volvía al almacén, sintió como alguien la seguía y cuando volvió a prestarle atención a la rubia, esta tenía el ceño levemente fruncido.

—¿También trabaja en el mercado, Lena? —Preguntó nuevamente a la ojiverde quien no pudo evitar temblar ligeramente cuando escuchó su nombre salir de los labios de la futura reina.

—Sí, majestad, ayudo a la mayoría de comerciantes a acomodar sus cosas y me pagan por eso. —Contestó Lena mirándola fijamente a los ojos antes de volver a sus actividades.

—¿De dónde es, Lena? —Los ojos verdes se encontraron con los azules nuevamente y Lena pudo distinguir curiosidad en ellos. —Estoy segura de que esos ojos no son de Krypton.

—¿Cómo está tan segura, majestad? —Se atrevió a preguntar y Kara volvió a sonreírle ladeando la cabeza. Lena estaba empezando a creer que enserio esa chica era descendiente de algún dios.

—En Krypton hay mujeres maravillosas pero... Ninguna como usted. —Lena no pudo evitar sonrojarse ante lo que Kara Zor-El le decía.

—A mi no es a quien comparan con una diosa, su majestad. —Fue su respuesta sin despegar su mirada en ningún momento. —No veo que haya algo diferente en mi que no exista en el resto.

—Ninguna mujer en Krypton se atreve a mirarme a los ojos. —Kara se acercó a ella. —Y sus fantásticas esmeraldas no dejan de quitarme el aliento.

—No puedo ser la única que le quita el aliento. —Dijo algo nerviosa y después cayó en cuenta de a quien le estaba hablando. —Disculpe, su majestad, fui muy atrevida.

—Podría enviarla al calabozo por eso. —Lena abrió sus ojos impresionada y gracias a eso Kara empezó a reír a carcajadas. Lena pensó que era el sonido más hermoso que había escuchado. —Discúlpeme, solo era una broma. No me molesta en absoluto, es agradable tener una conversación con alguien que no me tiene miedo.

—No veo porqué tendrían que tenerle miedo. —Lena arrugó brevemente la frente.

—Usted acaba de decir que me comparan con una diosa, creo que esa es la respuesta. —Kara rascó su mejilla suavemente haciendo sonreír a Lena.

—Creo que debo seguir con mi trabajo, su majestad. —Dijo Lena casi con pena mientras Kara asentía varias veces con la cabeza.

—Claro, claro. Disculpa por distraerte, yo también debería volver a mi trabajo. —Ambas chicas sonrieron y Lena hizo una reverencia, no sin antes sentir como la princesa tomaba su mano y le daba un delicado beso en el dorso de la misma. —Es un gran honor verla de nuevo, señorita.

—El honor es mío, su majestad. —Contestó la ojiverde casi sin aliento mientras Kara daba media vuelta y volvía al mercado. Lena suspiró empezando a caminar en dirección contraria.

El resto del día, Lena no pudo sacarse de la cabeza a la futura reina de Krypton, ni su sonrisa, ni sus ojos, ni su forma tan elegante pero a la vez tan relajada de hablar. Soltó un suspiro pesado.

Ahora entendía porqué la mayoría de mujeres en el reino estaban tan locas por ella.

La Heredera del Sol (AU SUPERCORP) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora