Capítulo final parte 2: Ellen y Ruby

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—¿Qué haces aquí? —Ellen levantó su herencia de ceja somete reinos al ver a su novia frente a ella. Ruby respiró hondo, rezandole a Rao para que tenga piedad de ella.

—Amor... No es lo que parece. —Ellen bufó y se cruzó de brazos volviendo a entrar al laboratorio. —Elle, enserio, no fue mi culpa.

—¿No es tu culpa que una imbécil cualquiera se te estuviera insinuando y no hiciste nada para quitártela de encima?

—Amor, hago todo lo posible para que dejen de estar sobre mi, pero algunas veces las chicas son demasiado intensas... De verdad me incomoda.

—No te veías tan incomoda hace rato, cuando dejabas que esa zorra te toqueteara por todos lados. —Ellen respiró hondo. —¿Sabes? Muchas veces pienso que no soy lo que quieres en este momento. —La ojiazul desvió la mirada cuando el rostro dolido de su novia transformó su rostro.

—No te atrevas... —Susurró Ruby enojada. —No... Ellen Zor-El, ¿qué mierda pasa contigo? —Ellen abrió sus ojos con impresión. Ruby nunca era grosera, mucho menos le hablaba tan fuerte.

—Ruby...

—¡No! Te callas y me escuchas. —Ellen cerró la boca. Sería una completa farsante si dijera que no sintió una punzada de deseo. —Eres lo único que quiero en este mundo, Ellen, por ti haría cualquier cosa que me pidieras... —Ruby se acercó peligrosamente a su novia y la tomó de la cintura. —Hay mil mujeres en este mundo, Ellen, pero la única que anhela mi corazón eres tú. Iría a mil guerras por ti, aguantaría los entrenamientos de tu madre todos los días, solo por ti... ¡Rao, Ellen! —Ruby respiró hondo intentando contener las lágrimas. —Todos los días me levanto agradeciéndole a la vida porque me escogiste y porque... tal vez, en un futuro, quieras compartir el resto de tu vida conmigo...

El agarre de Ruby se suavizó y soltó un pequeño suspiro sin mirar los azules ojos de su novia. Intentó separarse porque pensó que su novia quería espacio, pero Ellen volvió a atraerla hacia ella.

—Rubs... lo siento, es que... te amo tanto que me mata la idea de que alguien más pueda tenerte; es un sentimiento tan horrible que no puedo controlar mis emociones.

—Confía en mi, por favor, no podría amar a nadie de la forma en la que te amo a ti.

Ellen juntó sus labios con suavidad y poco a poco fueron escalando el nivel. Sus lenguas se enredaron y sus manos empezaron a recorrer el cuerpo de la otra.

—Amor... —Susurró Ellen cuando sintió las tibias manos de su novia colarse bajo su camiseta. Ruby abrió los ojos y empezó a repartir besos en sus mejillas. —¿P-Podríamos...? —Ellen se sonrojó y Ruby soltó una pequeña risa al verla tan adorable.

—¿Qué es lo que deseas?

—¿Podría ser rudo esta vez? —Ellen se escondió en el hueco del cuello de su novia completamente apenada.

—¿Quieres que sea rudo?

—Sí, eso es lo que quiero.

—Tus deseos son mis órdenes, entonces, preciosa. —Ruby sonrió tomando a Ellen de las caderas para engancharla en su cintura. Ellen soltó un pequeño grito de asombro al sentir como varios de sus documentos caían como si nada en el piso y todo su cuerpo era acostado en la mesa. —¿Cómoda? —Susurró empezando a quitarle la ropa. Ellen sonrió y también dejó el torso desnudo de su novia, llevando sus labios a su cuello.

—Demasiado cómoda. —Dio un mordisco en su cuello y Ruby contestó con un gemido y un apretón en la cintura de su chica.

—En cuatro, mi amor. —Ellen hizo lo pedido, dándole una vista privilegiada a Ruby. —Quédate quieta...

Ruby empezó a tocar el cuerpo de su novia y le dio una nalgada. Ruby sonrió al escuchar el gemido de su novia. —Buena chica.

Ruby empezó a jugar con su lengua en la vagina de su chica, disfrutando como soltaba esos gemidos que la volvían loca. Le dio varias nalgadas hasta que su piel se volvió roja, saboreó con ganas cada rincón de la vagina de Ellen y cuando supo que iba a correrse, se detuvo.

—¡Rao! No pares, no pares. —Suplicó la pelinegra casi sollozando. Ruby sonrió y la hizo darse la vuelta atacando sus labios al instante. Tomó su cabello con fuerza y lo jaló hacia atrás para empezar a besar su cuello.

—Suplicame otra vez. —Volvió a jalar el cabello disfrutando el gemido que Ellen soltó.

—Cómeme, por favor, cómeme... —Ellen tenía la respiración agitada y sus manos cobraron vida arañando la espalda de Ruby con brusquedad.

Ruby chupó la clavícula de su novia antes de meter sus dedos, arrancando otro ruidoso gemido de la garganta de Ellen. Sus embestidas no fueron suaves en ningún momento y eso estaba volviendo loca a la princesa.

En la habitación solo se escuchaba el golpeteo de los dedos de Ruby en la humedad de Ellen, los pequeños gruñidos que soltaba la mayor al sentir las uñas de su chica y los gemidos cada vez más constantes y desesperados de la pelinegra.

—Di que eres mía, Ellen. —Gruñó Ruby quien tomó el cuello de su novia e hizo presión. —Di que solo me perteneces.

—T-Tuya... Rub-¡ah!... Tuya, soy tuya, muy tuya. —Gimió cerrando sus ojos al sentir como su orgasmo la golpeaba de una forma demasiado deliciosa. Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo y empezó a balancearse con brusquedad en los brazos de Ruby mientras cerraba sus piernas.

Ruby por su parte solo sintió como su mano se empapaba ante el orgasmo de su novia y sin poder evitarlo, sonrió.

—¡Rao! Ha sido de los mejores... —Murmuró la pelinegra con cansancio apoyando su frente en el hombro de Ruby quien solo hacía pequeñas caricias en la espalda desnuda y sudada de Ellen.

—Cásate conmigo. —Ellen abrió sus ojos y se despegó del hombro de Ruby para mirarla.

—¿Qué?

—Cásate conmigo, Elle... —Susurró. —¡Rao! —Exclamó saliendo del hechizo. —No era así como debía pedirtelo, y-yo... Y-Yo iba a preguntarte si querías hacerme el honor de ser mi esposa porque te amo y-y-y no hay nada en este mundo que deseé más que casarme contigo y tener unos cinco hijos y-y... ¡El anill...

Ellen soltó una risita robándole un profundo beso a su balbuceante novia.

—Sí, sería un honor ser tu esposa, Rubs. Nada me haría más feliz. —Ellen sintió su corazón latir como loco al ver la enorme sonrisa que adornó el rostro del amor de su vida.

—No te arrepentirás, te lo prometo.

—Estoy segura de eso. —Ellen rió cuando sintió los besos de su chica en todo su rostro, pero se esfumó al recordar algo —Espera... ¿Cómo tendremos cinco hijos?

Ruby se encogió de hombros.

—Vas a casarte con el primer ser humano creado sin necesidad de esperma masculino. —Ruby le robó un beso. —Además eres una prodigio de la ciencia, estoy segura de que sabrás como darme cinco hijos.

Ellen rodó los ojos y respiró hondo.

Tendría mucho trabajo para hacer.

La Heredera del Sol (AU SUPERCORP) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora