Capítulo 4: El banquete de coronación

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Cientos de personas se encontraban en el castillo de la reina Kara para celebrar su coronación. Había música, baile, comida y un montón de gente importante y gran parte de su pueblo se encontraba en las afueras celebrando.

—¿Cómo te sientes, majestad? —Preguntó su hermana Alex después de que Kara terminara de hablar con algunos científicos.

—Me duelen las rodillas de estar inclinándome tanto. —Se quejó la rubia haciendo reír a su hermana.

—La vida que te espera, majestad. —Contestó mientras otras personas se acercaban para desearle suerte a su nueva reina.

Después de robar un poco de comida y escaparse de toda su gente por unos minutos, Kara terminó en el jardín de su castillo. Se quitó la corona y masajeó suavemente su cabeza mientras hacía pequeñas muecas, estiró un poco sus músculos y cerró sus ojos por un instante.

—¿Reina Kara? —Escuchó aquella voz y rápidamente giró a verla. Lena abrió la boca pero Kara la interrumpió.

—Por favor no hagas una reverencia, si vuelvo a ver otra, te juro que enloquezco. —Soltó una pequeña risa y Lena asintió algo apenada. —Nunca pensé que una fiesta en mi honor fuera tan pesada.

—Bueno, estoy segura que todos quieren desearle buena suerte a su reina. —Contestó la pelinegra y Kara volvió a observarla. Lena llevaba una especie de traje color blanco y su cabello estaba atado en una coleta alta.

—¿Y tú qué haces aquí? —Dio unas palmaditas en el asiento a su lado y Lena se sentó.

—Me dieron unos minutos libre y aproveché para venir al jardín. —Lena carraspeó sonrojándose. —Espero que no le moleste, su majestad, pero dicen que tiene las plumerias más hermosas y quería comprobarlo yo misma.

—¿Te gustan las plumerias? —Kara levantó sus cejas con interés.

—Son mis flores favoritas, su majestad.

—Oye... Nadie te está escuchando, llámame Kara. —Le guiñó un ojo y Lena sonrió algo avergonzada.

—No creo que sea adecuado, su majestad.

—¿Sabías que estas flores se ven más hermosas en la mañana? Tal vez, podría dejar que mis guardias te dejen pasar y así puedas verlas por más que unos minutos. —Propuso y Lena soltó una risa.

—Que persuasiva, su ma... Kara. —Ambas rieron por unos segundos.

—¿De dónde eres, Lena? —Kara acomodó su capa para que ambas pudieran resguardarse del frío.

—Un poco lejos, debo admitir. —Respondió la pelinegra mirando los ojos azules de Kara.

—No quieres hablar de eso.

—Me trae malos recuerdos. —Admitió y Kara asintió.

—No quiero hacerte recordar cosas malas. ¿Por qué te gustas estas flores?

—Mi padre me regalaba un ramo en cada uno de mis cumpleaños... Eran como mi tesoro más preciado. —Lena soltó un suspiro mirando el hermoso jardín.

—¿Te pareces a él? —La pelinegra soltó un pequeño bufido burlón y negó.

—Físicamente soy como mi madre, pero emocionalmente soy mi padre. Él amaba la ciencia, me enseñó todo lo que sé.

—¿También eres científica? —Kara la miró impresionada y Lena negó dándole una sonrisa.

—No tengo un certificado que lo compruebe, así que no. —Se encogió de hombros y Kara hizo un movimiento con la mano restándole importancia.

La Heredera del Sol (AU SUPERCORP) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora