Epílogo: Mi heredera

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—Lorelai Zor-El Luthor... ¿Promete y jura gobernar al pueblo de Krypton, así como sus posesiones y demás territorios pertenecientes a cualquiera de ellos de acuerdo con sus respectivas leyes y costumbres?

—Lo prometo solemnemente. —Contestó en voz alta mientras colocaban en su cuello todo tipo de piedras preciosas.

—¿Y procurar, en la extensión de su poder, que todos sus juicios estén presididos por la Ley, la Justicia y la Misericordia?

—Lo prometo solemnemente.

—¿Promete y jura ante el dios del sol rojo y todo el pueblo de Krypton gobernar con honestidad y velar por el bienestar de cada kryptoniano?

—Lo prometo solemnemente. Todo lo que hasta aquí he prometido lo cumpliré y guardaré con la ayuda del dios del sol rojo.

Después de pronunciar aquellas palabras, le fue entregada una espada dorada, forjada con el mejor acero de esas tierras y con incrustaciones de rubíes en todo su mango, en su mano le colocaron un nuevo anillo con el escudo de la casa de El y la casa Luthor y finalmente fue ungida con aceite.

—Que Rao te proteja, reina de Krypton.

Kara miró con orgullo a su hija mayor mientras abrazaba a su esposa quien solo lloraba al ver a su pequeño rayo de sol convertirse en aquello para lo que se había preparado toda su vida.

—¡VIVA LA REINA DE KRYPTON! —Gritó toda la multitud mientras Lori se inclinaba ante ellos.

—¿Cómo está mi esposa? —Preguntó Lori nada más encontrar a sus madres.

Selene se encontraba en trabajo de parto minutos antes de empezar la coronación y al no poder cancelarla, hicieron la ceremonia lo más rápido posible.

—Está con Alex y Ruby, van a estar bien.

—¡Rao! Tengo que estar con ella. —Lori miró suplicante a su madre quien la miraba algo apenada.

—Nosotros nos encargaremos de los invitados, vayan. —Eliza abrazó a su nieta y acomodó la nueva corona en su cabeza. —La gente debe entender que la familia es más importante que una fiesta pomposa.

—Gracias abuela. —Lori les sonrió y salió corriendo del palacio de justicia directo a su auto. Arrancó a toda velocidad hacia el hospital donde no era de esperarse que se sorprendieran al encontrarse a su nueva reina corriendo como loca con sus ropas reales.

—¿Selene Zor-El? —Preguntó en voz alta mirando todas las habitaciones.

—Con la directora Danvers en la sala de partos. —Contestó alguien señalando el pasillo y Lori corrió hasta allí encontrando a su esposa gritar de dolor. Sintió como su pecho se contraía al verla sufrir.

—¡¿Lori?! —Gritó Selene con una pequeña mueca de alivio al verla.

—Lo siento, lo siento... —La rubia se acercó a ella y limpió el sudor de su frente. —Perdóname, amor, si pudiera estar en tu lugar para no verte sufrir, créeme que lo haría.

—Te odio tanto... —Susurró la pelirroja con una pequeña sonrisa.

—Lo sé. —Lori también sonrió y aguantó el dolor del apretón cuando una nueva contracción se hizo presente.

—Te necesito, Lori. —Volvió a susurrar Selene con la respiración agitada.

—Aquí estoy, mi amor, puedes con esto ¿si? Eres la mujer más fuerte que conozco. —Lori volvió a besar su frente. —Lo siento, lo siento...

—Ya casi lo tenemos, Selene, solo necesito que pujes con fuerza. —Indicó Alex y la pelirroja asintió apretando con fuerza la mano de su esposa.

Lori olvidó el dolor de su mano ante la preocupación por su esposa, pero todo finalmente terminó cuando escucharon un llanto llenar la habitación. La rubia sonrió con alegría y llenó de besos el rostro de su esposa.

La Heredera del Sol (AU SUPERCORP) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora