31.

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Capítulo 31: ¿Comida y siesta? (Lo dudo.)

No creo que haya aquí muchos restaurantes donde elegir, a si que vamos al hotel.

 -       Dame- le digo a Len, quitándola el bolso- Voy a la habita a ponerme una camiseta y lo dejo, ¿vale?

-       Acuérdate de la llave.

Ni que fuera yo tonta o algo.

 -       Te esperamos en el restaurante.- sonríe Silva.

Creo que se muere de hambre. Para lo cuadrado que está (aunque menos que los demás chicos) come como un animal. Hago un doble asentimiento para que se queden los dos a gusto y voy hacia la cabaña número 3.

 Me pongo un ligero vestido negro sobre el bikini y salgo al encuentro de los demás.

¡Vaya! Me paro frente al mar, al borde que la playa. ¡Qué bonito!

 -       ¿Qué haces ahí parada?

¿Y éste por qué me persigue?

Siento cómo Saúl se pone a mi lado y me coge de la mano, tirando de mí.

 -       Vamos, te estamos esperando.

Le miro de reojo mientras me lleva de la mano hacia el restaurante. ¿No se ha dado cuenta de que sigue cogiéndome o qué?

Bueeeeeno, no vamos a decirle nada. Pero sólo lo hago por educación, eh. No os creáis que me gusta que me coja como si fuera mi noviecito y esas cosas. Entramos en el restaurante del hotel (aún cogidos) y vamos hacia una mesa redonda, donde están los demás sentados. La habitación está como dividida por suaves telas blanquecinas casi transparentes. Nuestra mesa es la última, la más cercana al jardín trasero, junto a un gran ventanal.

 -       ¡Lore!- grita Bi.

¿Por qué le gusta llamar tanto la atención?

Saúl espera a que yo me siente, acercándome la silla, para acomodarse él a mi lado. ¿Qué ha sido eso?

 -       Vaya, qué caballeroso.- sonríe Len.

Si le gusta tanto que se quede con él, no jorobes.

 -       No como otros.- Bi mira de reojo a los tres chicos, que se hacen los despistados.

Me río. Saúl sonríe y sacude la cabeza con una mirada divertida.

 -       Lore, tú que sabes inglés, pídenos la comida, anda.- me dice Silva.

Todos me miran. ¡Eh! El inglés se me da francamente mal, sinceramente.

 -       No se me da muy bien.

Miro hacia otro lado, metiéndome un trozo de pan en la boca.

 -       Yo me encargo.

¿Saúl sabe inglés? Si es un zopenco, ha repetido dos cursos.

Pues debo reconocer que habla inglés como nadie, qué flipe. Nos hemos quedado todos súper pasmados. Se desenvuelve que da gusto.

Ya hemos comido (y de maravilla, debería decir), y Saúl acaba de pedirnos unos cafés. Hugo saca un cigarrillo y me mira, sonriendo.

 -       ¿Me acompañas?

Sonrío y alargo la mano para cogerlo.

 -       Claro.- me pasa el mechero y enciendo el cigarrillo para devolvérselo.- Gracias.

Esboza una sonrisita y se enciende uno. Los demás nos miran.

 -       A mí no me ahumes, eh.- se queja Len a mi lado.- Que el olor a tabaco se queda en la ropa.

La historia de mi penosa vida adolescente: Loretta.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora