Capítulo 3: ¿Buenas o malas noticias? (Ya lo veremos)
Después de angustiosos segundos lo consigo, ha sido el peor rato de mi vida. Pero todavía no ha acabado, ya que siento que Rubén está inconsciente, no se mueve.
Quiero gritar, pero se que debo mantener la calma, por él.
Lo saco del agua, con bastante esfuerzo por mi parte, y lo tumbo sobre el suelo mojado. Vuelvo a unir mi boca con la suya y pongo las manos sobre su pecho, apretando acompasadamente a la vez que le transmito aire. Esto no funciona.
Voy corriendo hacia el teléfono interior que hay en la pared de al lado de la puerta y aviso a toda la casa a través de él. Me arrodillo ante Rubén y sigo con el boca-boca. Se que es inútil, pero no quiero perder la esperanza.
A los pocos segundos viene toda mi familia mas algunos de los trabajadores de la casa. Mi padre me aleja de Rubén, cogiéndome en brazos, y me dice que ya ha llamado a la ambulancia. Yo no dejo de sollozar en sus brazos. Es todo tan frustrante...
Los médicos llegan con rapidez y se llevan a Rubén en ambulancia, le pido a mi padre que me lleve a mi en su coche, pero se niega. ¡Esto es el colmo!
Subo, enfadada, hasta mi cuarto y me cambio con una rapidez alarmante. Tengo que verle... ¡¡YA!!
Muevo nerviosamente las manos, no puedo estar quieta sabiendo que mi mejor amigo está... ¡Dios, ni siquiera sé cómo está!
Bajo silenciosamente al garaje y cojo la moto que nadie usa, completamente negra. Seguramente ahora mismo tenga pinta de intocable: moto negra y ropa del mismo color. Da miedo.
Salgo a toda velocidad y me dirijo al hospital. Se cual es porque lo he leído en la ambulancia, sino me quedaría perdida.
Voy a demasiada velocidad y lo se, pero no me importa. Lo único en lo que piensa mi cabeza es en que mi mejor amigo está en peligro y quiero estar a su lado pase lo que pase.
Entro como una insolación a la sala de espera y pregunto a todo bicho viviente sobre mi amigo, pero nadie sabe nada ¿Cómo narices no va a saber nadie nada?
La de recepción me dice que me siente en la sala de espera de al lado y espere a que ella pregunte a algún médico sobre mi amigo.
Me siento en una de esas incómodas sillas de plástico que adornan la horrible sala de espera y hundo mi cabeza entre las manos.
Espero unos minutos eternos sin siquiera moverme hasta que siento como algo (o alguien) me toca el hombro desde atrás.
- ¿Eres familiar de Rubén Martínez?- pregunta un hombre alto, castaño, con unos brillantes ojos negros y vestido con una larga bata blanca.
Parece joven para ser médico. Tiene el rostro serio y severo, pero parece medianamente amable.
- Si.
He mentido, pero si dijera que no, no me darían ninguna información sobre él, y quiero saberlo todo a cerca de su salud.
- Lo siento, pero ha entrado en coma. No sabemos cuando despertará, ni siquiera si lo hará algún día.
No digo nada, y él espera unos segundo a continuar de nuevo.
Esto no puede estar ocurriendo, es solo un sueño. Luego me despertaré y veré que aún es domingo, nada ha pasado en realidad, solo es producto de mi imaginación.
- Ahora mismo está en un punto intermedio.-me dice el hombre.-Puede que despierte o puede...
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La historia de mi penosa vida adolescente: Loretta.©
HumorLoretta es una adolescente de diecisiete años que vive con sus dos hermanos y su ocupado padre. Es una atípica niña rica y su vida transcurre sin problemas... hasta que un accidente de su mejor amigo, Rubén, y la casual aparición de un misterioso ve...