33.

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Capítulo 33: ¡Un error lo tiene cualquiera! (¡Soy humana!)

A pesar de mí misma, acabé llamando a mi hermano, y eso que me negaba en rotundo a hacerlo. Me gritó un poco, me llamó tonta cien veces (como Len) y acabó gruñéndome que dejara de hacer el idiota.

La verdad es que no fue muy agradable. Necesita una novia, definitivamente. A ver si así se le bajan esos humos tan estúpido que tiene.

Bueno, y aquí estamos, aguantando el undécimo retoque de Len. Os dije antes que era pija, ¿verdad? Lo retiro. ¡¡¡Es hipermegaultrasúperpija!!! Resulta insoportable si hay que esperar a que se arregle del todo.

¡Y sigue mirándose al espejo!

 -    Estás perfecta, Len.- intento convencerla con voz cansina.

Se hecha ligeramente el flequillo a un lado, mirándose la suave piel de la frente. ¿Y ahora qué hace?

 -    No me mientas, estoy horrible.

Suelto un bufido. ¡¿Pero cómo se puede ser tan tonta?! ¡¡Está preciosa!! Ahí, con su vestidito rojo (súper divinísimo) sólo sujeto por el cuello, dejando la mayor parte de su espalda al descubierto, de falda corta de vuelo. Monísima.

Se oyen tres toques a la puerta y voy a abrir, agradecida por no tener que seguir rebatiéndole estupideces a mi amiga. Bi entra como un rayo en la habitación, seguida de una tranquila Leo. Ambas ataviadas, al igual que nosotras, con vestidos. Bi blanco y azul y Leo gris oscuro (casi negro), cortitos.

 -    ¡Len, estás guapísima!- grita, como no, Bi.

Asiento con la cabeza para darle veracidad al asunto y que acabe ya de “retocarse”, que lleva milenios delante del espejo. Ya es suficiente.

Lena sonríe ampliamente y se alisa las arrugas inexistentes del vestido. Se sube a sus taconazos de aguja y anuncia, feliz:

 -    ¡Ya estoy!

Ya era hora

 -    ¿Nos podemos ir ya, señoritas?- pregunto.

Al final llegamos tarde a la reunión.

Len asiente con la cabeza sin borrar la sonrisa y coge ambas llaves para meterlas en un minibolso rojo a conjunto de su atuendo.

Me da vergüenza ir así, fíjate tú la chorrada. No voy más arreglada que las demás, pero está claro que no me he vestido yo, no es para nada mi estilo. Si por mí fuera, iría en bermudas y una camiseta normal. Nunca se me hubiera ocurrido vestirme así, tan… ¿arreglada?

Bi se agarra de mi brazo cuando salimos, mientras Len cierra, parloteando con Leo.

 -    Estás… ¡sublime!- grita mi compi.

Me río por lo bajini. Esta chica es de lo que no hay, de verdad.

 El primero en vernos, Hugo, suelta un silbido pausado acabado en una sonrisa. Los demás, que están de espaldas, se giran rápidamente. Por millonésima vez, mis ojos quedan atrapados por la mirada indefinida de Saúl

 -    Ya estáis aquí.- se oye la voz de Guille.- Perfecto.

Nos quedamos parados frente al grupo de fotógrafos.

 -    Mañana, os queremos a todos  en la primera carpa de la playa, en la de maquillaje y peluquería, a las once en punto. Y ni un minuto más.

¡Ya han puesto las carpas! ¡¡Y, más importante, no tengo que madrugar!! ¡Yuju! ¡Es la mejor noticia (verídica) que me han dado desde que llevo aquí! (Cualquiera diría que llevo meses en esta isla, por dios)

La historia de mi penosa vida adolescente: Loretta.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora