54.

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Capítulo 54: adivina quién viene a...¿desayunar?(oooohhhh, ¿quién?)

Deslizo las manos de su espalda hombros arriba hasta su cuello, acariciando la piel tersa. Ya no hace ningún amago de ocultarme su estremecimiento. Intensifica el beso, introduciendo la lengua entre mis labios para juguetear con la mía.

Maldito Saúl... intenta matarme.

Le tiro hacia mí y él aprieta su cuerpo por completo al mío, sin dejar que una milésima de aire pueda colarse entre nosotros. Madre del amor hermoso...

-            ¡Parar ya, depravados!- gruño entre los labios de Saúl al oír tras la puerta la voz inconfundible de mi queridísimo hermano- ¡Ya os he dejado un buen rato para magrearos! ¡Hora de bajar a desayunar!

Acallo una palabrota contra el pecho de Saúl, intentando seguir el poderoso ritmo de su corazón para tranquilizarme.

Odio a Roberto... pero mucho.

-            Ufffff, qué pesado.

Miro a Saúl, que esconde el rostro sobre mi hombro desnudo y desliza los labios por mi cuello. Suelto el agarre de mis piernas en su cintura y resbalo hasta poner los pies sobre el suelo.

-            ¡Niños!

Le asesino.

Abro la puerta y fulmino con la mirada a mi hermano, que ríe encantado, apoyándose contra la barandilla de las escaleras.

-            ¿Quieres cerrar la bocaza de una maldita vez, idiota?- gruño ante su sonrisa socarrona.

Suspira teatralmente.

A ver qué estupidez suelta ahora.

-            Ayy, mi dulce e inocente hermanita se está haciendo mayor.

-            Imbécil.

Ríe de nuevo y se incorpora para mirar por encima de mi hombro (que tampoco es muy difícil teniendo en cuenta la estatura de los dos armarios).

-            Saúl, pásate por mi habitación y coges algo de ropa, anda.

-            Sí, mi señor.- asiente cómicamente el segundo payaso en escena.

-            Y tú vístete, por Dios, enana, que el chico no es de piedra.

Cierro la puerta de un golpe con un bufido exasperado.

-            Es idiota.

-            Bueno, en eso último tenía razón- las manos de Saúl se deslizan por mi cuello-: no soy de piedra.

Sacudo la cabeza y voy hacia el vestidor, dejando caer la toalla en el camino.

Se lo ha merecido.

-            Dios... eres perversa.- se le escucha suspirar- Me voy antes de… nada.

Oigo la puerta cerrarse y río entre dientes mientras elijo algo de ropa interior y me la enfundo con rapidez, atrapando con los dientes una camiseta a la par que tiro de una patada unos pantalones por encima de las rodillas. Qué coordinación.

Me visto a toda prisa y recojo mi cabello húmedo en una coleta alta.

La música sigue sonando a todo volumen desde los altavoces repartidos por la habitación y me muevo al compás sin ser consciente de ello.

"You make me feel alive, alive, alive

You make me feel alive, alive, alive"

-            ¡Lore!

La historia de mi penosa vida adolescente: Loretta.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora