Capítulo 14: ¿Entrada triunfal? (bueno, eso está por ver.)
De repente, el coche para y yo empiezo a temblar de nuevo, ¿soy tonta o me lo hago?
¿Os dais cuenta de que me paso el día insultándome a mí misma? Es deprimente.
- ¿Me permitís llevarla de mi brazo, hermosa doncella?
Me giro con un mosqueo de narices hacia mi hermano, que ya ha salido de la limusina y me ofrece el brazo con una sonrisa burlona.
- Qué gracioso estás hoy, ¿no?
Se ríe. Dejo al lado mi orgullo estúpido y me agarro de su brazo para salir e ir hacia la casa, que, cómo no, es una mansión enorme de algún empresario estúpido, o quizás de algún duque o marquesito. Qué asco de sociedad.
Entra primero mi padre, saludando al anfitrión, que se encuentra dentro del umbral de la puerta de la sala de baile, recibiendo con un férreo apretón a sus invitados. Luego entramos Roberto y yo. Le saluda a él estrechándole la mano (qué majo puede llegar a ser mi hermanito con los desconocidos...) y sus ojos negros se posan en mí. Mantengo la mirada, nunca bajaría la cabeza ante nadie.
- Señorita Blanco...-dice, cogiendo mi mano y dándole un beso.
Parece que estamos en el siglo pasado, no jorobes. ¿Señorita? Es deprimente que con diecisiete años te llamen señorita, suena a monja de los años veinte o algo por el estilo.
Tengo que ser amable, me repito una y otra vez.
Esbozo una sonrisa que espero sea convincente.
- Mi hijo estaría encantado de conocerla, se lo presentaré luego.
Estoy segura.
- Será un placer.-digo.
Soy una falsa.
Sonríe satisfecho y Roberto me arrastra fuera de allí, a la sala de “cocktail”, donde se han formado grupitos y algunas parejas bailan al son de la música que llega desde el jardín trasero y entra por un gran ventanal abierto de par en par. La sala está preciosa, realza su grandeza con decorados blancos por todas partes.
- ¿De verdad quieres conocer al hijo del duque?-me pregunta, gracioso, Roberto al oído.
Hago una mueca que acaba en una sonrisa.
- Pues claro que no, sólo pretendía ser amable.
Se ríe y me conduce, aún agarrados por su brazo, hacia una mesa que hay en un lateral de la sala donde hay varias copas de champán burbujeante.
- A lo mejor es de tu gusto.-vuelve al tema.
Le miro fijamente.
Seguro que no es mejor que Saúl...
Pero, ¡Dios, qué estoy diciendo!
Al instante, siento como mis mejillas se llenan de sangre cada vez más caliente. ¡Qué vergüenza!
Cojo una copa y me mojo los labios para hacer algo y que mi sonrojo pase desapercibido.
- Te dejo sola un rato, no te importa, ¿no?
Sus ojos azules ya no me miran a mí, por suerte; ahora se centran en un grupo de cuatro muchachas que deben ser más o menos de mi edad, ataviadas con largos vestidos de colores demasiado llamativos para mi gusto, que están hablando y soltando risitas tontas.
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La historia de mi penosa vida adolescente: Loretta.©
UmorismoLoretta es una adolescente de diecisiete años que vive con sus dos hermanos y su ocupado padre. Es una atípica niña rica y su vida transcurre sin problemas... hasta que un accidente de su mejor amigo, Rubén, y la casual aparición de un misterioso ve...