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Capítulo 2: ¿Novios? (¡Por Dios!)

Nos abren la puerta del garaje para que pueda meter allí la moto. No está muy lleno, solo está el Audi coupe de mi padre, el mercedes negro, también de mi padre; el BMW serie 3 de mi hermano, un Land Rover todoterreno y dos motos, la de Roberto y otra de recambio.

Aparca la moto al lado de la de mi hermano. Ahora que la veo, me pregunto a que chica nueva habrá traído hoy; no se como se las arregla, no hay tantas chicas en el pueblo, ni por asomo.

He decidido que me voy a comprar yo una moto, ya tengo el carné, y total, tengo que empezar a ser independiente, ¿no?

Dejamos los cascos en un estante del garaje y subimos por las escaleras. Él delante, ¡Madre mía! ¿Siempre ha tenido este culo tan perfecto y redondo? Por Dios Lore, ¿Cómo puedes estar tan salida? Es tu amigo, ¿recuerdas? ¡Tu amigo de toda la vida!

Vamos hacia el comedor hablando de las clases de hoy, mejor dicho: del coñazo de las clases de hoy. Llegamos, ya está todos sentados a la mesa, pero todavía no han servido los platos.

En la cabecera está mi padre, que sigue con su rollo casual, a la derecha Roberto, acompañado por una nenita de largo pelo negro azulado y ojos negros; está sentada al lado de mi hermano. A la izquierda de mi padre está Álvaro, al que le sigue un niño muy bajito, en comparación con él, con la cara llena de pecas; no le había visto en la vida. Todos se nos quedan mirando cuando entramos.

 -              Buenos días.- dicen todos a la vez. Parece que les han dado al botón al mismo tiempo, estilo Matrix.

-              Hola.- primero lo dice Rubén, con una sonrisa, y después yo, con mi cara desinteresada de siempre.

-              Tenemos visita.- dice mi padre. ¿No es obvio? ¿Por qué me dice eso? ¿Se cree que estoy ciega?

-              Ya lo veo- esto es una auténtica conversación de besugos.

Roberto se levanta, seguido de “su chica” y yo me acerco acompañada de Rubén.

 -              Esta es Catia, una amiga.- nos presenta.- Mi hermana, Lore, y su amigo, Rubén.

¡Menos mal que ha dicho Lore y no mi nombre entero! Cuando pase todo esto le daré las gracias, si no se me olvida, claro.

 -              Encantada- digo en tono amable, estrechando la mano que me ofrece con timidez.

-              Un placer.

Rubén también le estrecha la mano. Me quedo observándola mientras lo hace. Se ha quedado embobada mirándole, y, por alguna razón que desconozco, eso no me gusta, no me gusta nada.

Roberto la dice algo al oído y ella rápidamente deja de mirar a Rubén para girarse al morenazo que la mira con unos ojos azules y tremendamente seductores. Si lo de caerse la baba fuera verdad, esta chica ya habría formado un charco en el suelo oscuro del comedor.

Sonrío, satisfecha. Rubén y yo nos giramos como programados hacia el otro lado de la mesa. Vamos hacia Álvaro y su amiguito, que nos mira embobado. Ambos se levantan de sus sillas.

 -              Este es Ezequiel.- se gira hacia su amigo- estos son Lore y Rubén.

Nos mira extrañado, como si fuéramos de otra especie.

 -              ¿Sois novios?

¡Madre mía los niños de hoy en día! Rubén y yo reímos a carcajadas, mientras que mi padre, Álvaro y Roberto ríen entre dientes, disimuladamente. El amigo de mi hermano parece molesto y avergonzado. De repente pasa algo extraño; los ojos de Rubén y míos se cruzan y callamos, nos miramos con intensidad. Hoy está pasando algo muy extraño, muy extraño.

La historia de mi penosa vida adolescente: Loretta.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora