19.

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Capítulo 19: Una noche movidita. (Vamos si lo es.)

Ya son las tres de la mañana y estoy reventada. Bi y mi hermano han desaparecido, he conseguido liar a Len con un morenito bastante guapo y Leo se acaba de ir a casa, porque mañana se iba de viaje y tenía que madrugar o algo así.

Me ha costado horrores que Lena se fuera con el chico, con lo majo que era.

¡Qué sed tengo!

Voy hasta la barra. ¡Y qué de babosos que hay aquí, madre!

Pido una coca-cola al camarero y cierro los ojos un momento, saboreándola y saciando mi tremenda sed. Divino...

Fallo número 1: NO se debe cerrar los ojos ni un instante en este tipo de sitios.

Una mano se apoya en mi cintura, doy un respingo y me giro (rápida como el rayo), viendo a Silva a mi lado. Parece que no está bien. Los párpados se le cierran a pesar de la música, sus labios están resecos y tengo la sensación de que le pesa el cuerpo.

 -            Silva, cariño, ¿Estás bien?

Niega un poco con la cabeza y le cojo de la mano para llevármelo a alguno de los sofás que rodean la sala. Lo siento y me acomodo a su lado, dándole mi refresco para que beba un poco.

 -            Alguien se pasó con el alcohol, eh.

Se ríe un poco.

 -            Recuérdame esto cuando vaya a beber otra vez.-dice con una sonrisa.

-            Lo haré.

Se le cierran los ojos una y otra vez.

 -            Silva, no cierres los ojos.

-            Es que tengo sueño, peque.

No, no debe cerrar los ojos.

Le doy golpecitos en las mejillas calientes para que no se duerma.

 -            ¿Qué pasa?-interviene una tercera voz.

¿Dónde habrá estado éste hasta ahora?

Me cabreo de solo pensarlo.

 -            ¿Saúl, puedes traerme una botella de agua, por favor?-le pido sin mirarle.

-            Voy.

Raro, ¿Me ha dicho que iba?

Sigo golpeando flojito a Silva, pero se le siguen cerrando los ojos.

Cojo la botella que me extiende Saúl, la abro y se la tiro encima a Silva en la cara, que abre los ojos como platos.

 -            No vuelvas a hacer eso, por favor.-susurra.

-            Lo haré de nuevo si vuelves a cerrar los párpados.

Esboza una pequeña sonrisa.

 -            Creo que es hora de que vuelvas a casa, ¿Con quién has venido?

-            Solo, he venido en mi moto. Los demás han ido con Hugo en su coche.

Estupendo.

¿Cómo lo hago ahora?

Podría llevarlo yo en su moto, pero claro, ¿Luego cómo vuelvo a mi casa? Silva vive a tomar por saco.

 -            Yo le llevo en el coche y tú llevas su moto hasta su casa.-interviene “mi querido gran amigo”. Já.

Vale, es un buen plan.

La historia de mi penosa vida adolescente: Loretta.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora