55.

4K 178 2
                                    

Capítulo 55: pedir un plan bueno a un novio aún más bueno, tarea imposible. (ni yo misma lo hubiera dicho mejor.)

-            Oooh, por dios, ¿ya estáis otra vez?

Ignoro la voz de mi hermano y deslizo las manos por el cuello terso y cálido de Saúl, acariciando levemente su piel.

-            Deja de molestarlos, Rober, ¿no te parecen monísimos?- ríe suavemente otra voz en tono más bajo.

Un bufido me hace estirar las comisuras de mis labios, demasiado ocupados en este momento para contestar. Sin embargo, vuelvo a apretarlos entorno a su boca al intentar reprimir un jadeo cuando siento los dedos del demonio jugueteando con la piel tras mi oreja.

Dios, debería ser pecado tener esas manos.

Emm…. No. Mejor. Debería ser pecado tener esas manos y no utilizarlas.

Suerte que de eso no me puedo quejar. Las utiliza… y debo decir que de lujo.

Ooh, por favor, estoy enferma.

Presiono un segundo la punta de la lengua bajo la suya mientras mordisqueo su labio inferior con apenas un roce.

-            Princesa, no hagas eso…- musita con un suspiro silencioso- ahora…

Eso suena mucho mejor.

Separo con un esfuerzo sobrehumano mis labios de los suyos y pongo una distancia prudencial de sus ojos para evitar mirar el fogueo de estos. Me distrae.

-            Será mejor que lo dejemos para luego.

Me estremezco al escuchar su risa cerca de la piel sensible de mi cuello.

-            ¿Ya habéis dejado de magrearos?- pregunta Roberto, cruzando por su rostro un gesto divertido- Todo el día igual, parecéis gatos en celo.

Tuerzo una mueca mientras siento cómo enrojezco de cabeza a pies. Maldito desvergonzado, qué poquito respeto.

-            ¿Qué?

Cruzo mi mirada con la confusa de Len, que alza una de sus delicadas manos en un gesto de incomprensión.

-            Adivina, Lena- dice el bocazas de turno-, me los encontré esta mañana en su cuarto haciendo el guarro.

Pero será tonto…

Veo a Saúl sonriendo divertido por el gesto asombrado de mi amiga y le imito. Menudo jepeto.

-            ¿Haciendo el guarro?- ríe mi chico (qué bien suena eso)- Que yo recuerde cuando entraste sólo estaba besando a mi novia.

¡Dales duro!

-            Medio en pelotas y soltando humo por las orejas… y por lo que no son las orejas.

Dios, es completamente idiota.

-            En mi habitación puedo hacer lo que quiera, entrometido.- replico.

Ahora sí que voy a echar humo por las orejas.

Dirige toda la fuerza de su gran sonrisa hacia mí para aplacar mi malestar.

-            Desde luego, pero os agradecería que no enturbiarais mi inocente mirada con vuestras guarradas.

Alzo una ceja con escepticismo… ¿perdón?

-            Tus ojos son de todo menos inocentes.- contesta Saúl.

La historia de mi penosa vida adolescente: Loretta.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora