34.

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Capítulo 34: Un Comienzo… (Menuda ñoñada de título.)

Me hace cosquillas cuando su mano se desliza por mi mejilla hasta detrás de mi cuello. Sonrío entre sus labios y apoyo mis manos sobre sus hombros, acercándome más a él.

 -    Ya eres mía.- le oigo susurrar divertido.- Y ahora es de verdad.

Va listo.

Dejo su boca para apoyar mi rostro contra su mejilla y susurrar en su oído:

 -    ¿Y quién te ha dicho que soy tuya?

Se aparta unos centímetros y me mira fijamente con una sonrisa.

 -    Lo he deducido yo solito.-asegura.

-    Pues no cantes victoria.- le hago retroceder para salir del limbo de la piscina.- Yo no soy de nadie.

Me separo y empiezo a andar. En realidad, esto es una maniobra de despiste más que otra cosa. He observado en mis casi tres meses de "libertad" que los tíos se motivan más cuando una hace que pasa de ellos, osease, que hay que hacerse la estrecha (a no ser que sólo vayan a lo que vayan, y en algunos casos ni eso), aunque tampoco hay que pasarse o parecerás una mojigata. Con esta mini técnica, ellos van detrás de ti y se alegran porque han conseguido "una difícil" (que es mentira, pero ellos son felices creyendo esta idiotez) y tú pasas a ser una tía interesante. ¡Y todos contentos!

Me agarra del brazo, riendo, y me da media vuelta para enfrentarlo. ¿Veis?

 -    Ven aquí, tonta.

Aprieto los labios para reprimir una sonrisa.

Coge mi rostro con una mano, apoyándola sobre mi mejilla, sin dejar de reír.

 -    Cómo te gusta hacerte de rogar, madre mía.- me acusa con burla.

Me río, sacándole la lengua de forma infantil. Soy una cría cuando estoy con él, lo reconozco.

 -    Vamos, anda.- se ríe, cubriendo mi sonrisa con un beso.

Me sujeta fuerte de la cintura, llevándome de nuevo a nosedónde. Sinceramente, ahora mismito ni me interesa.

¡Qué fuerte! ¡Estoy saliendo con Saúl! ¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHH!! Qué fuerte...

Le miro de reojo (como me pille me muero aquí mismo de la vergüenza). Dios, es que... es que es.... es tan increíble!

Para, Loretta.

¡Estoy hablando como una cursi repipi enamorada! ¡No puede ser! Qué horror... Me odio a mí misma.

Me doy un golpecito disimulado en la frente. Soy tonta, definitivamente.

 -    ¿Qué haces?- me pregunta Saúl, riendo.

He dicho que era un golpe disimulado, osease: ¡No tenía porqué verlo él!

 -    Nada, ¿qué voy a hacer?

Eso, disimula, disimula.

Suelta otra carcajada y me aprieta más contra él.

 -    Qué mal mientes, princesa.- susurra en mi oído.- Voy a tener que enseñarte.

Sí, seguro. Oyes, que yo ya tengo una edad, ya aprendí ciertas cosas. Lo de saber mentir lo aprende uno casi antes de saber a hablar.

Le miro con los ojos entrecerrados, intentando sin éxito contener una sonrisa.

 -    Lo que tú digas.

Lo mejor es darle la razón.

Noto una de sus manos coger un rizo de mi cara y apartarlo hasta dejarlo tras mi oreja (de nuevo).

La historia de mi penosa vida adolescente: Loretta.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora