23.

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Capítulo 23: ¿Otra vez?

Justo cuando los abro, sus labios se posan sobre los míos y yo, incapaz de evitarle, me quedo como una estatua de sal.

Su boca se mueve insistentemente sobre la mía, pero sigo sin moverme por la sorpresa. ¿Qu...Qué está...pasando?

¡¡¡AHHHHHHHH!!! ¡Saúl me está besando!

Va a separarse cuando reacciono al fin y, echándole los brazos al cuello, le correspondo intensamente. Dejar pasar una oportunidad tan tentadora como ésta es un delito, por lo que me pego más a él.

Siento cómo sonríe entre mis labios y sus fuertes brazos vuelan a mi cintura para apretarme contra su cuerpo, elevándome unos milímetros del suelo.

Dios, casi había olvidado el sabor de sus besos.

¡¡Lo he vuelto a hacer, parezco una tonta remilgada!!

Después de lo que parecen horas, nuestros labios se separan como a cámara lenta.

 -            Será mejor que volvamos, ya han pasado veinte minutos desde que salimos de la sala.

¿¿¿¿Veinte minutos???? Madre.

Me separo de sus brazos y sacudo la cabeza. ¿Qué acaba de pasar?

Ay, dios mío...

Siento cómo mis mejillas cada vez están más calientes y desvío la mirada, echando a andar hacia la sala. ¡Qué vergüenza!

Siento su risa a mi espalda y cómo me aparta el pelo de la cara para dejar al descubierto mi sonrojo traicionero. Se ríe aún más.

 -            ¡No te rías, asqueroso!-le reprendo, aún sin girarme.

Pero, como es costumbre, no me hace ni caso. Me enfurruño para mis adentros y sigo andando. Me paro ante la puerta con un gran trece metálico y me dispongo a entrar cuando el brazo de Saúl me da la vuelta con rapidez y sus labios me regalan otro beso. Rápido, pero intenso y juguetón. Vamos, como él.

Me quedo en estado de shock unos segundos y entro en la sala con un Saúl sonriente pisándome los talones.

Será idiota, otra vez me ha vuelto a dejar aturdida. Odio estar indefensa ante alguien, y más ante él.

Me siento al lado de mi hermano, al que, a pesar de la oscuridad, veo sonreír burlón.

 -            ¿Qué?-le digo, harta de tanto escrutinio.

-            ¿Dónde has ido?

¿Éste es tonto o qué?

 -            A por bebida, te lo he dicho antes.

-            ¿Y dónde está?-sonríe aún más.

Vale, me ha pillado.

 -            Mmmmm... ya me la he bebido.

Se ríe y me da un apretón en la mano que tengo apoyada a su lado. Se está volviendo una mala costumbre eso de las muestras de aprecio en mi hermano.

Salimos de la sala y me estiro en silencio. Dios, qué agarrotados tengo los músculos... demasiadas emociones.

Len propone ir al Starbucks a tomar algo y todos aceptamos (yo con desgana, por supuesto. Hay cosas que no cambian.), por lo que ahora vamos para allá. Está en una de las calles más transitadas de la ciudad, pero es el sitio más acogedor de los alrededores, además, hacen un café de morirse.

La historia de mi penosa vida adolescente: Loretta.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora