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Capítulo 9: Puñal por la espalda (¡Qué vergüenza!)

-              ¡Lore!

¿Me está gritando alguien o me lo estoy imaginando yo?

Debe ser un sueño, me digo mientras me acurruco más de lado sobre la cama.

 -              ¡¡Lore!!

¡Qué narices pasa!

Abro los ojos, encontrándome de frente con una fotografía de mi querida familia. Los cuatro sonriendo como tontos. Es bonita la foto.

Me froto los ojos con el puño

 -              ¡¡¡Lore!!!

-              ¡Qué!-grito, cabreada.

-              ¡Es la hora de desayunar!

¿Por qué grita tanto el canijo éste?

 -              ¡¡LORETTA!!

-              ¡Que te calles ya!

Le oigo reírse a través de la puerta. Mi cabreo aumenta.

Pues a mí no me hace una maldita gracia.

Me levanto de un salto, sacudiendo la cabeza y estirando los brazos y las piernas; abro las cortinas, el sol me deslumbra, y me cabreo aún más. Los pajarillos cantan, el sol brilla, hace un día perfecto... ¡Y un calor insoportable!

Me voy al baño, pulso el PLAY de la minicadena y abro el grifo de la ducha. Notar como el agua fría cae sobre mí mientras escucho la radio y las mejores canciones la verdad es que me relaja mucho, casi olvido absolutamente todo...

 Termino al rato (quizás tarde demasiado), salgo a mi habitación con una toalla enroscada por encima del pecho y bailando tranquilamente. Me meto en el vestidor (¡Qué haría yo sin él!) y me pongo un conjunto interior blanco de Victoria's Secret (precioso, por cierto).

Suenan los primeros acordes de una canción.

 Voulez-vous coucher avec moi, çe soir

Voulez-vous coucher avec moi

 Me río sola. ¡Qué canción más sugerente!

Me encanta...

 Estoy tan concentrada que apenas soy consciente de que se abre la puerta a mi espalda. Me giro, cabreada por la interrupción. Pero mi cabreo se convierte en vergüenza cuando le veo.

Me mira de arriba abajo, sonríe y murmura:

 -              Guau.

Estupendo. Ahora estoy más roja que el capote de un torero. ¡Divinamente!

Una parte de mí me dice que me acerque, otra me dice lo contrario. ¡Qué narices me pasa!

 -              ¡No mires, estúpido!-grito, reaccionando al fin.

Clava sus maravillosos ojos en los míos y sonríe de nuevo de forma un tanto burlona. Me ofendo.

Le echo de la habitación a empujones y cierro la puerta tras él, apoyándome en ésta. Oigo voces en el pasillo. La de Júnior...

 -              ¿Ves?, te dije que no era nada del otro mundo.

Abro la puerta con un cabreo de mil demonios, con los ojos fuera de órbita y espuma saliendo de la boca. El canijo me mira asombrado, mientras que Saúl sigue sonriendo.

La historia de mi penosa vida adolescente: Loretta.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora