20.

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Capítulo 20: ¿Interrupción o salvación? (Depende como se mire)

Yo me acerco un poco más, temblando, para que él acorte los milímetros que separan nuestros labios y se junten por fin.

Algo que, está claro, no ocurre. Por supuesto, siempre hay una interrupción. Mi vida no puede circular con normalidad ni cinco malditos minutos.

Se oye la puerta principal cerrarse.

 -            Mi hermano.-musito.

Saúl y yo nos separamos al instante, alejándonos lo más que nos permite la cocina, por lo que yo acabo acurrucada en la pared sobre la encimera y él apoyado contra la pared contraria a, por lo menos, cuatro metros.

Maldita sea...

¡Qué oportuno!

 -            ¿Lore?

Entra en la cocina y se nos queda mirando de hito en hito.

 -            ¿Qué hacéis aquí?-pregunta, frunciendo el ceño.

-            Es una historia muy larga.-suspiro.

Se acerca más.

 -            ¿Por qué tenéis sangre en la ropa?-no me había dado cuenta de eso.- ¿Qué ha pasado?

Creo que se está empezando a poner histérico por momentos.

Miro a Saúl para decirle con los ojos que se lo cuente él, yo no sería capaz. Asiente con la cabeza y empieza.

 -            Bueno, verás. Empecemos por el principio.-respira hondo, cruza los brazos y continúa.-Silva bebió demasiado y estaba muy mal, a si que le llevamos a su casa.

Roberto me mira, mira a Saúl, vuelve a mirarme a mí, a Saúl...

 -            Dejamos allí su moto y la traje hasta aquí, pero como mi casa estaba antes, dejé el coche allí y la dije que la acompañaba caminando, pero me dijo que no hacía falta.-habla tranquilamente, pero hasta desde aquí puedo ver como su respiración se acelera, mi corazón también.-No la iba a perder de vista hasta que entrara, por supuesto, pero justo antes de que pasara la verja, se oyó un golpe metálico y me acerqué.

Mi hermano se apoya en la encimera, mirando a Saúl y dándome la espalda a mí, y le abrazo desde atrás con los brazos y las piernas, él me acaricia las manos.

 -            Entonces vi...

-            ¿Qué viste?-le apremia mi hermano.

Empiezo a temblar sin querer. Saúl aprieta la mandíbula antes de continuar.

 -            Un hombre intentaba...mmmm... aprovecharse de ella. Y...bueno, me peleé con él...

No quiero llorar otra vez. No, señor.

Mi hermano se da la vuelta, con los ojos extremadamente abiertos, y me sujeta el rostro entre sus manos.

 -            ¿Estás bien? ¿Te ha hecho algo? ¿Estás bien?

Repite “¿Estás bien?” un par de veces más hasta que le tapo la boca para que se tranquilice.

 -            Estoy bien.

Me pasa la mano por la mejilla un par de veces.

 -            ¿Seguro que estás bien?

-            Que sí, que estoy bien.-digo con una pequeña sonrisa (es un poco falsa, pero mi hermano eso no lo sabe, a si que...)

Me abraza y se gira hacia Saúl, que permanece en silencio con la mirada vacía. Parece un zombi.

La historia de mi penosa vida adolescente: Loretta.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora