Trillizos (III)

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Enzo

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Enzo...

Estábamos nerviosos, dudamos muchas veces antes de acercarnos a su puerta. Pero el hecho de verla en la tarde con la ropa mojada, hizo que me decidiera. La necesitaba de vuelta, sentir sus gemidos, la forma en que cerraba los ojos cuando tenía un orgasmo. Sus jadeos en mi oído. Todo de mi, quería todo de ella.

Golpeamos la puerta, sin esperanzas a que nos dejara pasar.

-Entra Jano- no se percato de que éramos nosotros.- Vas a dormir, nada de tocarme, ya te dije que no hay sexo por dos días-

Al bajar la vista a su cuerpo, me di cuenta de que estaba en ropa interior. Trague con fuerza antes de hablar-Amare...-

-Nena...-

-Cariño...-

Sentí como dudo en hablar o no -Chicos- su voz se oyó como un susurro -¿Pasó algo?-

Mis manos temblaban como las de un puberto -¿Podemos hablar?-

Asintió dejándonos pasar, al parecer no le molestaba que estuviéramos juntos en un mismo cuarto. Se colocó contra el espaldar de la cama con las piernas cruzadas como indiecito.

Mis ojos inconscientemente viajaron la tela de encaje que tapaba su intimidad, me relamí los labios recordando su sabor.

-Queríamos pedirte disculpas- Ezek me sacó del trance en el que estaba.-Por como actuamos, lo que dijimos, nos sentimos avergonzados-

-¿De verdad deseaste no conocerme?- la decepción en su voz me rompio.

Ezek se acercó un poco más a Ayla, tocando sus muslos -no no, nena eres lo mejor que me pasó en la vida. Volvería a ese día cien veces, con tal de verte por primera vez- empezó a hacer círculos en su piel.

Ayla sostuvo su rostro con las manos y lo besó dulcemente. Mi hermano se sorprendió pero no se alejó, tampoco subió el ritmo, solo disfruto. Mis manos comenzaron a sudar, sus pechos estaban demasiado expuestos.

-Amare yo... quiero- ella me observó con atención.

-Enzo... ¿tú quieres?- me dio una sonrisa ladina abriendo sus piernas.

-Dios- suspiró Ezra - ese color te... te queda espectacular-

-Dios no está aquí amor- ronroneo mientras pasaba sus dedos por el borde de la braga. -Enzo... ¿Qué es lo que quieres?-

Mi respiración se volvió pesada -Quiero que seas mía otra vez-

-Hazlo-

Su voz retadora acabó con todo el autocontrol que podría tener en ese momento. Me moví con agilidad, haciendo que su cuerpo quedara pegado al respaldo. Con suavidad levante sus manos, dejándolas por encima de su cabeza.

Los chicos de mis libros  💎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora