Captor

31.7K 2.7K 871
                                    

León

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

León...

La tenía conmigo por fin, había soñado tanto tiempo con esto. Tenerla para mi, que finalmente toda su atención estuviera en mi. Y no en los malditos hermanos Fierri.

Bajamos del avión ya de nuevo en Nueva York, porque sabía que era el lugar donde ellos no la buscarían. Estaría escondida bajo sus propias narices y jamás lo sabrían. Sus ojos azules no se despegaban de suelo, y trataba de hacer el menor contacto con Ian.

-Sube- le indique la camioneta estacionada en la pista. Ella asintió sin oposición. Me quedé parado un momento detrás, esperando que ella corriera o avisara alguien que la tenían cautiva, pero no.

Al notar que no lo hizo, la segui. Me acomode en el asiento a su lado, mientras el chofer conducía -¿Ayla?-

Sus ojos se encontraron con los míos -¿Que?-

-¿Quieres algo? Podemos pasar por cualquier lugar a comprar lo que necesites-

-Mátame-

-¿Qué?- su respuesta me dejó perplejo.

-Que me mates, hazlo por favor. No quiero tener que volver a estar cerca de Ian, no quiero sus manos en mi-

Él iba adelante, se dio vuelta a mirarla -Muñequita, tienes que saber que siempre serás nuestra- estiro su mano para tocar unas hebras de cabello negro pero se la quite.

-Siéntate bien Ian, no me hagas perder la paciencia- dictamine.

Ella tocaba el collar que tenía entre sus manos -¿Quién te dio eso?-

-Mi madre, ¿también vas a quitarme eso León?- ironizó.- ¿no te alcanza con tenerme presa?

-Te lo puedes quedar, ya tengo lo que quería- apreté los puños. Calmando la rabia que empezaba a acumularse.

Entramos al estacionamiento del edificio donde vivía, me bajé y caminé rápido a abrir su puerta. Pero cuando estaba llegando ella ya había bajado. Subimos al ascensor, en silencio.

-Celebremos, que ya tenemos a mi muñequita de vuelta- el castaño me sonrió - ¿Te parece?-

Asentí, buscando alguna reacción de parte de la pelinegra pero no la obtuve. Llegamos a nuestro piso donde había dos hombres en la puerta del apartamento, les di un par de indicaciones e ingresamos.

-Señor Prats, ¿desea algo?- mi empleada apareció desde la cocina.

-Muéstrale su cuarto, que se acomode ahí y has lo que te pida- observe a la chica parada detrás de mí -No puede tener comunicación con nadie, no la dejes sola en ningún momento.-

-Venga conmigo señorita ....-

-Ayla, un gusto- el tono de su voz cambió a uno dulce. Se alejó por el pasillo que daba a los cuartos. Suspire lanzando todo el aire contenido.

Los chicos de mis libros  💎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora