León...
La tenía conmigo por fin, había soñado tanto tiempo con esto. Tenerla para mi, que finalmente toda su atención estuviera en mi. Y no en los malditos hermanos Fierri.
Bajamos del avión ya de nuevo en Nueva York, porque sabía que era el lugar donde ellos no la buscarían. Estaría escondida bajo sus propias narices y jamás lo sabrían. Sus ojos azules no se despegaban de suelo, y trataba de hacer el menor contacto con Ian.
-Sube- le indique la camioneta estacionada en la pista. Ella asintió sin oposición. Me quedé parado un momento detrás, esperando que ella corriera o avisara alguien que la tenían cautiva, pero no.
Al notar que no lo hizo, la segui. Me acomode en el asiento a su lado, mientras el chofer conducía -¿Ayla?-
Sus ojos se encontraron con los míos -¿Que?-
-¿Quieres algo? Podemos pasar por cualquier lugar a comprar lo que necesites-
-Mátame-
-¿Qué?- su respuesta me dejó perplejo.
-Que me mates, hazlo por favor. No quiero tener que volver a estar cerca de Ian, no quiero sus manos en mi-
Él iba adelante, se dio vuelta a mirarla -Muñequita, tienes que saber que siempre serás nuestra- estiro su mano para tocar unas hebras de cabello negro pero se la quite.
-Siéntate bien Ian, no me hagas perder la paciencia- dictamine.
Ella tocaba el collar que tenía entre sus manos -¿Quién te dio eso?-
-Mi madre, ¿también vas a quitarme eso León?- ironizó.- ¿no te alcanza con tenerme presa?
-Te lo puedes quedar, ya tengo lo que quería- apreté los puños. Calmando la rabia que empezaba a acumularse.
Entramos al estacionamiento del edificio donde vivía, me bajé y caminé rápido a abrir su puerta. Pero cuando estaba llegando ella ya había bajado. Subimos al ascensor, en silencio.
-Celebremos, que ya tenemos a mi muñequita de vuelta- el castaño me sonrió - ¿Te parece?-
Asentí, buscando alguna reacción de parte de la pelinegra pero no la obtuve. Llegamos a nuestro piso donde había dos hombres en la puerta del apartamento, les di un par de indicaciones e ingresamos.
-Señor Prats, ¿desea algo?- mi empleada apareció desde la cocina.
-Muéstrale su cuarto, que se acomode ahí y has lo que te pida- observe a la chica parada detrás de mí -No puede tener comunicación con nadie, no la dejes sola en ningún momento.-
-Venga conmigo señorita ....-
-Ayla, un gusto- el tono de su voz cambió a uno dulce. Se alejó por el pasillo que daba a los cuartos. Suspire lanzando todo el aire contenido.
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Los chicos de mis libros 💎
Teen Fiction¿Qué tal? Mi nombre es Ayla López, tengo 22 y estoy completamente jodida ¿Por qué? La respuesta está compuesta de tres puntos. Déjame iluminarte en esta historia que quizás es real, o quizás también es parte de mi imaginación. 1)-Es simple, cada...