Extra- Secreto de Gemelos

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Noah...

Esos jodidos niños habían estado comportándose muy raro últimamente. Cada que llegaban a casa se encerraban en sus cuartos y se la pasaban allí todo el tiempo hasta que debían bajar a cenar. Sabíamos que la fase de adolescencia no era algo fácil para ellos y que, a diferencia de nuestra hija mayor Cielo, ellos eran un poco más reservados.

Ayla había llegado temprano de su consultorio y al verme sentado en el sofá leyendo un libro, no dudo en caminar hacia mí. Se sentó a mi lado, acomodando su cuerpo en el sillón mientras reposaba su cabeza en mis piernas.

—¿Día largo? —deje el libro a un lado, concentrándome totalmente en ella. Me encontré con sus ojos azules que me hacían volver totalmente loco.

—Los niños no me hablaron en todo el día.

Fruncí el ceño —¿De qué hablas princesa? —acaricié su piel, delineando el contorno de su rostro —Quizás han estado ocupados, ya sabes cómo es el final del semestre escolar.

Negó con la cabeza. —No hablo de hoy en especial, hace dos días no cruzan palabras conmigo. Parece... ¿soy mala madre Noah?

Sentí como el tono de su voz se volvía tembloroso —Claro que no —acune su cara —eres la mejor mamá que alguien podría desear. Solo...solo déjame hablar con ellos.

—No —se apresuró a responder —si los regañas, van a odiarme aún más.

—Ellos no te odian princesa. —sonreí

—¿Cómo lo sabes?

—Porque nadie puede odiarte, todo tú obliga a quererte.

Justo en ese momento, los niños entraron a la casa. Al verlos grite —HOLA A USTEDES TAMBIÉN.

Ambos mocosos me vieron por unos segundos, para luego rodar los ojos y subir las escaleras como si no hubieran escuchado nada. —Te dije, seguro nos oyeron. —ella se quejó.

Apreté la mandíbula, aun sonriendo —voy a hacer puré de mocosos malcriados —murmure para mí.

Pasando a la cena, Cielo ya había llegado de una salida con amigas, pero no había querido cenar y Gulia se había quedado dormida por lo que tan solo éramos nosotros y los niños. Los trillizos eran los más enterados de la situación ya que pude tener la oportunidad de contarles cuando llegaron. En cuanto al resto, estaban comiendo, ajenos al mierdero que iba a venir.

Ayla llego a la mesa luego de haber tomado una ducha y tomo el lugar libre junto a Jordan, al verla a su lado el mocoso se movió un poco, como si se tratara de algo toxico. Ella evito mostrar el dolor en su rostro, pero yo que estaba atento a sus movimientos, lo note.

—¿Cómo les fue en el colegio? —Enzo fue directo al asunto.

—Normal —ambos contestaron al unísono sin sacar los ojos de su plato.

—¿Qué es normal? —refutó Ezra.

Loan que estaba frente a mí, cruzo miradas conmigo y en una sola seña. Comprendió lo que estaba pasando.

—Normal es normal —Jona contesto sarcásticamente.

Nuestro hermano mayor soltó una risilla —Que listillo. —hizo silencio. —veremos si se te quita lo listo cuando te quite el móvil.

Jona que tomaba agua, tembló haciendo que el líquido mojara su ropa; Ayla que estaba a su lado, se movió buscando una servilleta y queriendo ayudarlo a limpiarse. Todo ocurrió demasiado rápido, nuestro hijo se levantó exaltado golpeando a su madre sin querer en un intento de apartarse.

Los chicos de mis libros  💎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora