CATO
Sonrío. No, vale, ya me pongo serio. Uno, dos… La maldita sonrisa vuelve a aparecer. ¡Que ya está bien!
Tras diez minutos peleándome conmigo mismo de camino a mi casa, al final dejo que mis labios se curven hacia arriba sin hacer nada para evitarlo. ¿Por qué tengo que sonreír? Bueno, quizás eso no sea lo que me tengo que preguntar. Quizás sería mejor ¿qué ha pasado?
Volvamos a unos momentos atrás: acabábamos de terminar el combate, ganando, y Clove y yo nos habíamos quedado solos. Estaba muy contento tras la victoria, sobretodo porque lo que había pasado demostraría a mi compañera que todo lo que había dicho en la sala de entrenamiento era verdad. Tenía que picarla un poco, así que le dije no recuerdo qué… Y de repente estaba clavado a la pared por dos cuchillos.
“Podría matarte ahora mismo si quisiera, ¿sabes?”
En ese momento, fue cuando mis sentimientos dejaron de ser tan claros. En mi cabeza, la frustración por haberme dejado vencer otra vez por una enana y la atracción que sentía hacia ella por ser capaz de hacerlo se debatían continuamente, peleándose por dominar mis próximas acciones. Y aunque pareció que al principio ganó la frustración (y con ello, mis ganas de acabar con Clove), al salir ella por la puerta… Simplemente me acerqué y en un impulso repentino, la besé. Y por lo que parece, todavía no me arrepiento de ello…
Cuando quiero darme cuenta, he llegado a la bifurcación que separa mi, podríamos llamarlo “barrio”, del camino a la Aldea de los Vencedores (tiene gracia que una de las peores y la mejor zona del Distrito 2 estén tan cerca, como si a nosotros quisieran restregarnos nuestra inutilidad y nuestra pobreza). Apoyada en uno de los raquíticos árboles que hay entre medias, está Hayden, esperándome donde llevamos separándonos años en nuestro camino a casa desde el centro de entrenamiento.
La verdad, es que mi relación con Hayden no podría definirse como otra cosa que extraña. Nos conocemos casi desde que me acuerdo, cuando, al volver del colegio, coincidíamos siendo los únicos que en vez de dirigirse hacia la zona central del Distrito, tomaban la ruta a las afueras. Y sin embargo, no hablé con ella hasta los seis años
HACE 8 AÑOS
Vuelvo del colegio, como cada día, para llegar a mi casa. La verdad es que hoy no ha sido un gran día, y me han castigado por pegarme con (bueno, más bien por pegar a) un niño que no me quería dejar su pelota.
“Estúpido niñato”. Por suerte, una vez en casa podré aprender a escondidas lo que el dueño del bar le enseña a su hijo para que gane los Juegos
-¡Eh! ¡Eh! – chilla una vocecita aguda a mi espalda que intento evitar. Empiezo a caminar más rápido, porque si me entretengo me perderé la mitad - ¡Tú, niño alto!
Suspiro (no hay ser humano que calle a esa cría) y me doy la vuelta
-¿Qué quieres niña gritona?
Una de las chicas de mi curso, una con largas trenzas (de las que se salen algunos rizos) recogidas con lazos morados, y una falda del mismo color viene corriendo hacia mí. Cuando me alcanza, para y entre jadeos, consigue decir:
-No me llamo niña gritona, me llamo Hayden. Y tú… - se obliga a callar un segundo para tomar aire – eres un maleducado. ¡Llevo todo el camino persiguiéndote y no me has hecho ni caso!
-¡Porque eres una petarda! – le respondo sacando la lengua - ¡Déjame tranquilo!
Ella me ignora, como tantas otras veces hará en el futuro
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District Two (Cato & Clove)
FanfictionClover Ringer, la que antes fuera una niña llorona y débil, lleva entrenando desde los ocho años para convertirse en una auténtica tributo profesional lo que, aún no siendo bien visto por su madre y hermana mayor, Bethany, cumpliría el sueño que su...