CLOVE
La búsqueda ha resultado tan inútil como cabría de esperar.
Pese a que dedicamos toda la noche a rastrear el bosque (incluyendo una persecución tan vana como exhaustiva de algo que bien podría haber sido un animal), no encontramos nada que no fueran unas cuantas trampas deficientes y vacías. Tampoco es de extrañar: a estas alturas, un grupo de tres es demasiado ruidoso como para pasar desapercibido, y más aún si tenemos en cuenta lo que nuestros rivales han debido superar para sobrevivir hasta ahora. Todos los idiotas que se dejarían sorprender por una cacería nocturna están ya muertos: sólo quedamos los ocho mejores.
Sentada en el claro de siempre, con Cato y Marvel tras de mí, no puedo evitar sonreír con ironía. Los ocho mejores. Desde que ayer Cato asesinara a Chip, todo el mundo periodístico del Capitolio habrá viajado ya a los Distritos, buscando información jugosa con la que elaborar reportajes sobre nosotros. Sin duda habrán llegado a nuestros amigos del Centro, aunque ninguno será lo suficientemente estúpido como para contar toda la historia que Cato y yo llevamos a la espalda: se limitarán a constatar que ya nos conocíamos, y poco más. Pero, ¿y mi familia? Pensar en las mentiras que habrá inventado Raw para esconder la mierda de relación que hay entre los cuatro casi me hace soltar una carcajada fría, que sólo contengo ante la idea de despertar a mis compañeros.
La mía es la última guardia antes del día, antes de que todos estemos descansados y suceda lo inevitable. Ayer, con Cato tan desquiciado, romper nuestra alianza habría sido un terrible error; pero cuanto más tiempo dejamos pasar, más evidente se hace que no podemos permanecer juntos.
Marvel suelta un suave ronquido a mi espalda. Asesinarlo ahora mismo sería tan fácil como levantarme un segundo y lanzar un cuchillo, pero no lo hago. En primer lugar, porque quiero creer que tengo algún patrocinador que me saque de esta situación de mierda en algún lado, y no creo que matar a mis aliados por la espalda sea la mejor manera de conservar su simpatía; y en segundo lugar, porque si yo he podido fiarme de él para dormir, hay un acuerdo no escrito por el que él también debería poder fiarse de mí.
Sin embargo, eso no significa que no me guarde algún as en la manga. He hablado de patrocinadores, ¿no? Pues ya es hora de que les demuestre que tengo lo que hace falta para ganar estos Juegos.
Compruebo de un vistazo que Cato y Marvel siguen profundamente dormidos antes de coger sigilosamente mi mochila. Dentro hay suficientes cuchillos, cuidadosamente guardados en fundas y sets, como para matar dos veces a cada uno de los tributos que quedan en pie. Una cantimplora con agua, un mechero de gas, el botiquín de primeros auxilios con el que curé a Cato, las gafas para ver en la oscuridad... Y lo más importante.
En casa, Raw las llamaba raciones de combate. Era lo que el gobierno daba a cada agente de la paz cuando debían irse a realizar operaciones especiales en terrenos muy hostiles, como los alrededores de Panem, o incluso el Distrito 13. Se trata de comida deshidratada, o de alto valor energético, capaz de cubrir casi por completo las necesidades calóricas de una persona durante un día. Enseño con cuidado los tres paquetes de los que dispongo, para volver a guardarlos rápidamente cuando Cato empieza a retorcerse.
En cuestión de unos pocos minutos, está despierto.
-Tengo hambre. –Gruñe, malhumorado.
Sé lo que estará pensando la gente en casa: que podría sacar uno de los paquetes y alimentarnos decentemente por una vez. Sin embargo, y aunque por un instante absurdo me dejo seducir por la idea, echo un vistazo de nuevo al cuerpo dormido de Marvel y decido reservarlos para una situación de urgencia.
-Entonces será mejor que vayamos a cazar algo.
En cuanto nuestro aliado se despierta, nos ponemos en marcha de nuevo. Esta vez, a la especie de hierba acuática de ayer se unen unos cuantos frutos secos, unas cebollitas silvestres (doy gracias otra vez al maldito curso de plantas comestibles) y un par de peces que Marvel logra pescar de casualidad. Mientras limpiamos las raspas, pienso en la bandada de aves gordas que vimos despegar al acercarnos al lago, y en lo fácil que habría sido cazarlas si Glimmer no se hubiese llevado el único arco de los Juegos consigo.
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District Two (Cato & Clove)
Fiksi PenggemarClover Ringer, la que antes fuera una niña llorona y débil, lleva entrenando desde los ocho años para convertirse en una auténtica tributo profesional lo que, aún no siendo bien visto por su madre y hermana mayor, Bethany, cumpliría el sueño que su...