Capítulo 6: Dance with me, parte 2

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CLOVE

El cuchillo rasga el aire en su camino hasta el corazón del maniquí. Sin parar un segundo, voy matando a toda la fila. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. Se me acaban las armas y corro con pasos decididos, golpeando el suelo con los pies hasta ellas. De un tirón en cada uno de los cuerpos, las cojo y vuelvo al mismo sitio.

-¿Tan enfadada estás? – me pregunta Dock, que se ha mantenido silencioso todo el tiempo hasta ahora, apoyado en una de las paredes de las salas.

-Sí – respondo secamente

-¿Por qué? A nadie le gustan los entrenamientos de protocolo. Deberías sentirte afortunada por ahorrarte un año de esa tontería.

-Sabes tan bien como yo que no me ahorro hacer los malditos ejercicios de baile – hablo sin siquiera mirarle, concentrada en los maniquíes – La única diferencia, es que en vez de con una pareja, practico los dúos sola, lo cual por si no te has dado cuenta, es muy deprimente. – Suelto los cuchillos que todavía me quedan en la mano y me dirijo hacia una zona de tiro con arco. Lanzo algunas flechas que se acercan bastante al centro, y continúo hasta que una da en el blanco.

Ah, ¿no lo sabéis? Resulta que en la escuela de entrenamiento, somos impares, y hay una chica de más que no se podía emparejar. Por supuesto, ¿quién es esa chica? Sí, yo. Así que, mientras los demás van dando tumbos por parejas en el comedor, yo hago lo mismo pero sola, y por descontado, no participo en el concurso. ¡Fantástico!

A ver, la cosa en realidad no está tan mal: en las dos horas que los otros preparan sus coreografías, yo tengo la opción de realizar entrenamientos individuales con Dock, que pueden dar mucho más de sí que los de grupo. Pero es que…

-Venga Clove, deja de mentirme. O por lo menos, deja de mentirte a ti misma. No hay que ser ningún genio para…

-Te equivocas – intento responder con aplomo, pero la voz me tiembla ligeramente.

-¿Ah, sí? ¿Y entonces cómo sabías que te hablaba de él?

A su sola mención el arco y las flechas se me caen con tanta brusquedad que corren el peligro de romperse. Y si no fuese demasiado orgullosa para ello, ahora mismo me echaría a llorar como llevo sin hacerlo más de cinco años.

-Clove, no me quiero meter en tu vida personal porque eso solo te concierne a ti. Pero si quieres decirme algo, o necesitas apoyo, sabes que puedes contar conmigo.

Otra vez, es mi orgullo el que me impide lanzarme a sus brazos y sollozarle todas mis penas de… ¿amor?

¡No! Desecho la idea rápidamente. Me siento mal porque es mi amigo y me ha traicionado ¡Qué narices! ¡Me siento mal porque me ha hecho hacer el ridículo! No necesito apoyarme en Dock, porque me sostengo perfectamente sola, sin ayuda. Un chico no lo puede impedir.

-Solo es una tontería, no tienes por qué preocuparte – le digo con un repentino buen humor – Pero gracias. Tenías razón, es mejor que nadie me haya cogido como pareja: me estoy ahorrando un enorme despilfarro de tiempo.

Mi entrenador sonríe. Es una sonrisa cansada, y, a mi forma de verlo, demasiado vieja. “Quizás el que debería preocuparse por sí mismo es él” no puedo evitar observar. Viéndolo ahora, cualquiera habría dicho que hace menos de dos años, este hombre era capaz de ganar en un combate cuerpo a cuerpo a los mismísimos gemelos, juntos. Parece tan mayor… Le he cogido mucho cariño en el tiempo que he estado en el centro, y creo que es lo más parecido a un padre que he tenido nunca. Tiene gracia, teniendo en cuenta que el auténtico, apenas ha sido para mí más que un entrenador durante mucho tiempo...

-Ya es la hora de salir – la voz de Dock me saca de mis pensamientos - ¿Quieres que te acompañe hasta la plaza? Tiene toda la impresión de que va a haber una nevada, y me he traído un paraguas.

District Two (Cato & Clove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora