CLOVE
Las bandejas de desayuno siguen tan intactas como hace dos horas. El ambiente, cargado de tensión, invita al silencio, y no precisamente, a comer.
-Liah, por favor, por favor… - oigo susurrar entre dientes a alguien.
Las imágenes de un grupo de cinco personas contando su botín en la Cornucopia llenan la pantalla. La voces en off de Caesar Flickerman y Claudius Templesmith, nos indican que se trata de los tributos de los Distritos 1, 2 y 4 de los que, un año más, saldrá con toda probabilidad el vencedor en unas semanas. Les vemos reírse, chocar manos, y gritar su número de asesinatos, el cual, además, viene indicado para los espectadores en la parte superior de la retransmisión. La cámara enseña de cerca el hacha arrojadiza que lleva la chica del 1, el machete de su compañero y el espadón de Bronn Fleafield, nuestro tributo masculino, y así todo Panem puede apreciar los restos de vísceras y sangre seca que quedan como última prueba de la batalla unos minutos atrás. El grupo profesional abre mochilas, las vacía y vuelve a llenar, repartiéndose las armas y guardando la comida. Solo hay un problema.
Liah no está con ellos.
Hasta que a las diez empezaron los Juegos en sí mismos, las cosas marchaban bien; no retransmiten los entrenamientos, pero sí vimos que nuestra compañera sacaba un 9, y los estilistas del Dos (los mejores tras el Uno, hoy por hoy), hicieron un gran trabajo con nuestro Distrito en el Desfile. En las entrevistas, aunque no mostró para nada la brutalidad del resto de profesionales, debió de ganar por lo menos un par de patrocinadores con su vestido de satén blanco, plata y brillantes que, junto con el recogido de flores de loto en el cabello negro y la actitud recatada y natural, la convirtió en la tributo más bella de toda la noche. Todo, absolutamente todo, apuntaba a que tendría las cosas relativamente fáciles en un principio si seguía con el grupo profesional.
Y sin embargo, cuando sonó el gong en la Arena, nuestra compañera corrió como una exhalación hacia el único arco a la vista, echó una mirada rápida a un lado, y huyó tan veloz como había llegado, llevándose una mochila y otro tributo por delante, al bosque de ruinas que constituye el único espacio donde ocultarse en la ciudad semidesértica; la última creación del Capitolio para los Juegos de este año. Los profesionales continuaron con su matanza hasta que no quedaron más que ellos a la vista, e incluso una vez reunidos, ninguno dio la más mínima señal de echar en falta a Liah, ni siquiera Bronn.
El pacto implícito de los Distritos fuertes que puede darle la victoria a nuestra compañera se ha evaporado antes siquiera de existir. La pregunta es… ¿por qué?
La imagen de la Arena se encoge de repente hasta quedar relegada a una ventana insonora en la esquina derecha, y una melodía electrónica introduce a Caesar Flickerman y Claudius Templesmith en la cabina de comentaristas.
-¡Y hasta aquí la batalla de sangre! – proclama el segundo con una sonrisa brillante. – En unos instantes, si no me equivoco, comenzarán a sonar los cañones y se hará el recuento de tributos caídos. Como ya sabrán, al igual que estos valientes competidores, nosotros los oiremos pero, por cada uno de ellos, el icono correspondiente al joven que nos haya dejado (el cual pueden observar en la parte superior de sus pantallas) se apagará para, finalizado el recuento, desaparecer. ¿No es así?
-¡Efectivamente, Claudius! – le responde su compañero enseñando al máximo los dientes blancos – Ha sido sin duda, una de las más intensas de los últimos años. ¡La habilidad de Dawn Cuore con el hacha es sin duda espeluznante! Me ha parecido ver siete cadáveres, ¿y a ti?
-Puf, es difícil decirlo con la velocidad a la que pasaban las imágenes, pero entre lo comentado por los tributos y lo que han podido ver mis ojos – parpadea dos veces de forma exagerada, haciendo brillar los diamantes que lleva incrustados en los párpados – yo diría que unos ocho… Aunque de cualquier modo, ¡me avisan de que ahora mismo lo comprobaremos! Queridos telespectadores, los caídos:
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District Two (Cato & Clove)
FanfictionClover Ringer, la que antes fuera una niña llorona y débil, lleva entrenando desde los ocho años para convertirse en una auténtica tributo profesional lo que, aún no siendo bien visto por su madre y hermana mayor, Bethany, cumpliría el sueño que su...