Capítulo 12: Is there anything left here to say?

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CLOVE

Mis dedos tamborilean sobre mi pierna, nerviosos, mientras que escucho las instrucciones finales de dos coordinadores subida a una pequeña plataforma.

-Ya lo sabéis todo: la comida hay que cogerla, o cazarla, y, en caso de que ya no os veáis con fuerzas para seguir, encended y lanzad la bengala que tenéis en el cinturón para que os recojamos. Haced lo mismo cuando en una pelea cuerpo a cuerpo, empecéis a resultar heridos de gravedad. Está prohibido, además de ser un desperdicio de tiempo, ir a por un tributo que pida su retirada. No se permite salir de las limitaciones marcadas con una línea blanca. Las armas no hieren. Las protecciones son lo suficientemente gruesas como para que podáis usar lanzas etc., desde distancias largas sin causar daños. Si los detectores de órganos vitales empiezan a pitar, tenéis diez segundos para retiraros, bien saliendo de los márgenes o lanzando la bengala, y si pasados estos no lo habéis hecho, o peor aún, habéis atacado a otro compañero, seréis penalizados. Por último, no salgáis de las plataformas hasta oír el silbato. 

Los dos coordinadores se retiran, y uno de ellos levanta un enorme reloj que inicia su cuenta atrás desde sesenta. Aprovecho el minuto que tenemos para recorrer con la vista el entorno y planear una estrategia, barajando mis posibilidades.

Nos encontramos en el único claro que debe de haber en el inmenso bosque que bordea el Distrito 2. El terreno para los “Juegos” no es muy amplio, ya que el público se encuentra tras la raya blanca que nos han advertido, y son perfectamente visibles. Es decir, o vamos a los árboles, o vamos a los árboles. Por otro lado, desde aquí se oye el rumor de un riachuelo más o menos en dirección contraria a la “Cornucopia” (una caseta de leñador) que servirá como fuente de agua.

Cuarenta segundos.

Vale, ahora ya sé hacia donde tengo que ir… tras conseguir algunas cosas en el baño de sangre, por supuesto. Localizo a Coy: está a tan solo dos tributos de mí, y con un gesto de la cabeza le indico que se limite a guardarme las espaldas mientras yo voy a por todo lo que pueda. Él asiente, aunque no le veo demasiado seguro; al ser todos profesionales, mucha gente cae el primer día. Por la misma razón, nuestros Juegos suelen durar menos que los normales, ya que vamos a buscar pelea.

Veinte segundos.

En estos últimos instantes, me coloco en posición de correr y localizo dos cuchillos muy simples que serán mi primer objetivo. Echo una ojeada a los otros participantes que ya he observado con detenimiento antes; del Centro 1, dos chicos enormes con cara de mono que parecen mellizos y poco inteligentes, una muchacha de brazos musculados que no ha dejado de mirar en todo este tiempo las lanzas, y una niña de más o menos mi altura que parece tener todo lo que los dos gorilas anteriores no tienen.  Del 3, el único llamativo es el que aparenta ser mayor de la competición, de pelo castaño, barba de un día, y por lo que parece, muy rápido. En el Centro 4, son todos un conjunto de gigantescas moles. Del 5, las segundas hermanas que encuentro, rubias y de ojos claros, una un par de años mayor y más alta que la otra, y muy esbeltas, junto a dos chicos que no intimidan mucho. Por último, en el 6, otros tres prodigios físicos y un muchachillo bajo y delgado que me da la sensación de poder ser peligroso.

Cinco segundos… Cuatro… Tres… Dos… Uno…

¡Piiiiiii! El silbato retumba en todo el claro, mientras la práctica mayoría de los tributos, nos lanzamos hacia la Cornucopia. En lo que alcanzo los cuchillos veo por el rabillo del ojo cómo Coy ha cogido una vara de madera cercana a su sitio, y viene en mi dirección apartando a la gente. Agarro las armas, y sigo corriendo hacia el interior, donde una mochila y un set mucho más completo me esperan.

-¡No te olvides de una espada! – grita mi compañero a la espalda

-¡Vale! – le respondo, pero en el mismo momento en el que diviso lo que me pide, una de las dos gigantescas tributos del Centro 4 se abalanza sobre mí. Sin dudarlo un instante, le lanzo uno de los dos cuchillos que he conseguido, y el detector de su abdomen empieza a pitar emitiendo una luz verde y parpadeante.

District Two (Cato & Clove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora