Capítulo 45: Can you feel my heart?

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CATO
No recuerdo haberlo pasado peor en toda mi vida.
Para empezar, me da la sensación de que mi cuerpo está ardiendo. No sé si será el veneno, o una posible fiebre, o la mezcla de ambos; pero es como si me hubiesen encerrado en una cárcel de fuego dentro de mí mismo. Salgo de una pesadilla para meterme en otra diferente: revivo cada paliza que me ha dado Junkie desde que mamá falleció, cada golpe, cada aliento ebrio en mi cara. Las muertes de mis dos hermanos, en sus respectivos Juegos, son también recurrentes, apareciendo una y otra vez en mi cabeza las imágenes que sólo he visto gracias a repeticiones...Y por supuesto, está Clove.
No sé cuántas veces ha muerto en mi cabeza, de cuántas maneras diferentes y espeluznantes he observado la vida escapar de ella: las rastrevíspulas dejándola tan irreconocible como a Glimmer y Tamina, una lanza atravesando su corazón, mutos horribles arrancándole gritos con cada pedazo de carne, un tributo sin cara asfixiándola... Y sin embargo, no hay ninguna tan terrorífica como las que protagonizo yo. Cuando sólo quedamos nosotros dos y no queda más remedio que enfrentarnos. Cuando soy yo quien esgrime la lanza que le atraviesa el corazón. O quien la asfixia. En una, especialmente memorable, le abro las tripas y empiezo a devorarlas como si fuera un animal, mi cara manchada con su sangre y llena de lágrimas.
De vez en cuando, vuelvo a la consciencia unos instantes antes de que el veneno me ataque otra vez. Cuando la veo entre mis brazos, temblando, empapada hasta el hueso, y con la cara llena de manchas rojas, me obligo a recordar que esto es la realidad, lo que importa: que está viva, y aunque ahora pase por el mismo tormento insufrible que yo, lo va a superar, y va a estar bien, a mi lado. En los últimos instantes antes de sumergirme en mi mundo delirante particular, me abrazo con más fuerza a ella, el único asidero a la cordura que me queda en lo que vuelven: y otra vez mi padre, otra vez las mil maneras en las que ella muere...
Hasta que por fin, mi cuerpo expulsa el veneno definitivamente. Al abrir los ojos, me recibe un cielo oscuro, vagamente iluminado: o bien está atardeciendo, o bien amaneciendo. Conociendo la fama del veneno de rastrevíspula, me inclino más por la segunda. Despacio, apartando a Clove con todo el cuidado del mundo, me levanto, desentumeciendo mis músculos rígidos.
La pierna izquierda es un martirio en cuanto roza con cualquier cosa. Por suerte, tuve la sensatez de escondernos tras unos árboles en cuanto la saqué del lago: hasta el tributo más estúpido de los Juegos habría sido capaz de matarnos de habernos quedado tumbados, totalmente indefensos, en medio del claro. Decido dejar a Clove en este escondrijo hasta estar seguro de que no hay ningún peligro esperándonos y, asegurándome de llevar mi espada a la cintura (también sigue aquí, aunque llena de sangre seca), vuelvo medio cojeando a nuestro antiguo campamento.
Se me tensa todo el cuerpo cuando veo una hoguera cerca del lugar en el que estaba nuestra pila de provisiones. Estoy llevándome la mano a la empuñadura de la espada, la adrenalina corriendo veloz por mi cuerpo, en el momento en que reconozco al chico que se calienta a su lado.
-¿Marvel? –pregunto, sorprendido.
Él se levanta con un respingo, no perdiendo un segundo en apuntarme con una lanza. Sonrío: reflejos de profesional.
-¡Cato! –exclama en cuanto me ve la cara. –Si no fuese por el himno, ya os habría dado por muertos. ¿Dónde andabais? No os vi cuando conseguí salir del lago.
-Espera... ¿has podido escuchar el himno?
Él asiente, orgulloso.
-Debí de tener suerte con las picaduras. Pero hemos perdido a Glimmer y a Tamina, y del chico amoroso y... bueno, de Clove, no hay ni rastro. Creí que estaría contigo.
Siento la ira crepitar dentro de mí al oír ese nombre.
-Clove sigue inconsciente, pero la tengo localizada. Y por el chico amoroso –añado, con un tono a duras penas controlado –no hace falta que te preocupes. No creo que le volvamos a ver con vida.
Le cuento brevemente lo que recuerdo de mi encuentro con él, aunque omito la razón por la que acabé volviendo al árbol; no hay ninguna necesidad de que nadie conozca ciertos detalles.
-Pensaba que estabas muerto –digo al acabar. –Me encontré un chico tirado en el suelo de vuelta hacia aquí, y supuse que eras tú. Aunque –reflexiono, frunciendo el ceño, -bien pensado, cuando llegué aquí te oí gritar el nombre de un chico. ¿Blade, puede ser? La verdad es que en ese momento no me di cuenta de que aquello no tenía sent...
Callo bruscamente. La expresión de Marvel ha pasado de divertida a terriblemente seria en menos de un segundo.
-Haremos una cosa, Cato –su voz es suave y calmada, casi un murmullo. –Tú te olvidarás de lo que oíste, y yo me olvidaré de cómo Clove gritaba tu nombre como si le fuese la vida en ello, ¿sí?
Vaya. Asiento con lentitud, intentando asimilar con cabeza fría su amenaza encubierta. Parece que todos tenemos fantasmas que ocultar, ¿eh?
-Mejor vamos a buscar a Clove –comento.
Y con esas palabras, sellamos nuestro pacto silencioso.

District Two (Cato & Clove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora