Capítulo 4.

2.3K 282 12
                                    

El pecho me duele por el aire que retuve sin darme cuenta, solo observando al niño del cabello cobrizo y los ojos azules.

Ella lo levanta en brazos sin mirarlo porque su atención sigue puesta en mi.

—Obviamente necesitas un momento, Christian. —se vuelve para besar la frente del niño, aún hablándome—. He esperado este momento por más de dos años, y tenía la esperanza de que fuera diferente.

Su mirada cae lentamente, sumida en sus propios pensamientos y es ahora que me doy cuenta que, aunque parece la misma chica, no lo es.

—De cualquier forma, te dejaré para que revises la información y podremos hablar de eso más tarde, tengo que llevar a Teddy a dormir la siesta. —el niño sigue mirándome, lo que solo me incomoda más—. ¿Ryan? Vamos a casa, Taylor puede hacerle compañía al señor Grey.

El hombre del traje asiente, luego ella le entrega al niño para que lo lleve. Creí que saldría de la oficina detrás del hombre, pero se vuelve hacia mi y se acerca tan rápido que me cuesta reaccionar a tiempo cuando sujeta mi cabeza y me besa.

—Dios, te extrañé tanto —dice, con la voz cortada y los ojos llenos de lágrimas—. Jamás vuelvas a hacer eso.

Lo único que puedo hacer es observarla. En mi mente he hecho una lista de prioridades y esclarecer todo esté puto asunto está en la cima.

Espero a que ella se vaya con el hombre, luego salgo de la oficina para llamar a Andrea.

—Necesito a mi padre aquí, ahora —ella asiente, tomando el teléfono del escritorio—. Que Taylor lo traiga si es necesario.

Con eso en marcha, vuelvo al escritorio y sobre la carpeta de información que me dió. Puedo ver incluso una nota con la caligrafía de Welch indicando que un tal Jack Hyde dañó las turbinas.

Apenas me siento en la silla, la incomodidad vuelve. El jodido escritorio está lleno de notas de colores, una agenda, carpetas, y una fotografía de ese pequeño niño.

Mierda, tengo jaqueca.

Lo único que puedo asumir por el momento es que ella tiene un hijo que podría ser mío o del hombre que la acompaña, aunque eso no explica todavía por qué mi padre tuvo la maldita gran idea de dejarla a cargo.

¿Quién carajo es ella para dirigir mi imperio?

Por suerte, apenas 20 minutos más tarde escucho el sonido del ascensor y luego la voz alegre de mi padre.

Es Taylor quien abre la puerta para él, que entra sin inmutarse como si hubiera estado aquí cientos de veces con la estúpida decoración.

—Hijo, ¿Qué ocurre? Tu secretaria dijo que era urgente.

Señalo la silla de cuero frente a mi escritorio y espero a que tome asiento, girando la carpeta para que la mire.

—Explícame esto, todo. No recuerdo nada de esto —admito.

—Tu madre dijo que podrías tener algo de estrés post traumático —ofrece—. Incluso después de todo este tiempo.

Carrick evita mirar las fotografías, pero su expresión cambia a una mucho más apagada. Toma la fotografía que permanece arriba de las demás y suspira.

—Recuerdo que un día en la tarde recibí la llamada de Taylor, diciendo que habían perdido el contacto con tu helicóptero. —comienza a decir, con la mirada puesta en la foto—. Nuestro mundo cayó contigo, hijo.

Puedo imaginar a Grace llorando de la preocupación como siempre hace, pero lo que viene a mi mente es la gravedad de la situación que empujó a Jason a informar a Carrick. Debió pensar que estaba muerto.

—Me reuní con Taylor y los otros guardaespaldas en una zona libre porque los equipos de rescate estaban ajustando el plan para peinar la zona.

—¿Ros y yo éramos los únicos tripulantes?

Carrick frunce las cejas.

—Si. Andrea dijo que tenías un viaje programado a Portland para una reunión, solo ustedes dos. Tú pilotaste.

Si lo hice, seguramente el helicóptero fue revisado antes por Stephan.

—El informe dice que perdiste ambas turbinas y que se estrellaron en el Monte Santa Elena, por alguna afortunada razón no estabas volando tan alto.

¿Volaba bajo? ¿Pude haberme estrellado con un árbol?

Mi mente sigue en blanco, como si estuviera relatando la experiencia de alguien más, pero soy yo. Las fotos comprueban que efectivamente tuve un accidente en mi Eurocopter.

—Supongo que pasaron algunos minutos antes de que alguien se diera cuenta que estabas incomunicado, así que Taylor comenzó la búsqueda. Para cuando yo fui informado, ya tenía todo un operativo andando.

Razón por la cual Jason es mi hombre de confianza.

—Tuve qué llamar a tu madre, y Mía llamó a Elliot. Todos se reunieron en tu departamento en Escala.

Asiento, sin querer romper su hilo de pensamientos.

—La búsqueda se detuvo durante la madrugada, así que apenas salió el sol, el equipo de rescate subió de nuevo y encontró el helicóptero. Ambos estaban heridos de gravedad.

Una imagen de Ros sonriente como de costumbre viene a mi mente. Ella odiaba volar, ¿Cómo mierda la convencí para que subiera?

—La señora Bailey no resistió el traslado, pero tú... —deja la fotografía de vuelta en la carpeta y me mira—. Tenías una hemorragia, tu cabeza recibió un golpe muy fuerte. No recuperaste la conciencia...

...Hasta ahora.

—¿Cuánto tiempo?

Él sabe a lo que me refiero. ¿Cuando jodido tiempo estuve en ese puto hospital?

—Una eternidad, si me lo preguntas —suspira—. Tendrás que preguntarle a tu madre o a Ana por la fecha exacta, pero estoy seguro que fueron al menos dos años y medio.

Dos años y medio. Dos malditos años.

—¿Qué hace Ana aquí? ¿Por qué la dejaste a cargo?

Mi última memoria sobre Ana se remonta a ese día en particular, ella se fue. El ascensor cerrándose es todo lo que permanece en mi mente.

—Bueno, esa no fue una desición fácil para todos. Con el accidente, nos dimos cuenta que tú y ella habían decidido vivir juntos. —Mierda. ¿Entonces ella aceptó el contrato de sumisa?—. Dejó su trabajo en la editorial para cuidar de ti día y noche, esa pobre chica apenas dormía.

Si, claro. Tuvo el maldito tiempo de embarazarse.

Carrick continua su relato, ajeno a mis pensamientos.

—Dejó de hacerlo por los malestares del embarazo y tu madre contrató a una enfermera de tiempo completo. Aún así, Ana seguía viniendo cada tarde porque es la única que se encarga de recortar tu cabello y afeitar tu barba.

Sin pensarlo, mi mano sube hasta tocar mi mandíbula. El indicio de una barba está ahí, lo que significa que hace un día o dos la barba no estaba.

—Ella tiene un hijo.

Carrick no se sorprende y asiente, como si fuera obvio.

—El niño es tuyo, Christian. Entiendo que sea difícil de asimilar, pero hice la prueba de paternidad y le di nuestro apellido. Ese niño es un Grey.

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora