Capítulo 9.

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¿Qué más hizo? ¿Qué más tendré qué corregir? Salgo de la oficina prestando atención a la actitud de los empleados, incluso Andrea tiene una reacción diferente, más seria.

Anastasia se fue después del almuerzo, luego de acondicionar la que era oficina de Ros para sus propios propósitos. Debería estar agradecida porque le permito conservar su empleo.

Mientras ella no se meta en mi camino, puedo mantenerme fuera del suyo.

Andrea ladea la cabeza en confusión porque sigo mirándola sin hablar.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —prefiero aclararlo con ella, antes de hacerlo con Anastasia—. ¿Ha habido grandes cambios en la empresa? ¿Implementos en la política de la empresa? ¿Locuras extravagantes?

Andrea se ríe, pero asiente y eso me preocupa.

—Oh si, la señorita Steele tiene una política de igualdad para todos los empleados. También, cada domingo último del mes, la compañía ofrece una actividad recreativa para las familias de los empleados. —¿Derrochando mi dinero? No me sorprende ni un poco—. ¡Oh! Y los viernes se permite que el personal operativo vista informal.

¿Los operativos? Esos serían los del departamento de Tecnología, los chicos de Barney. Aunque debo decir que mi amigo nunca fue fanático de los trajes a la medida.

—¿Y la guardería? —pregunto, incapaz de resistirlo más—. ¿De quién fue esa idea?

La rubia sonríe.

—De la señorita Steele, por supuesto. El señor Barney estuvo de acuerdo y se hizo una encuesta a todos los empleados para determinar la cantidad de personas que lo ocuparía.

Supongo que la mayoría, puesto que la iniciativa se aprobó.

Eso explica porqué todos aquí parecen tan felices de tenerla cerca. No solo tiene a los Grey en su bolsa, también a mis empleados por sus sugerencias de mierda.

—Bien. —intento mantener la calma y procesar todo poco a poco—. Necesito los reportes de los proyectos actuales en los que estamos trabajando, ¿Los tienes?

—Si, señor Grey. —sus cejas se alzan ligeramente por la sorpresa—. ¿Desea ver todos ellos? ¿Los 26?

¿26?

Mierda, eso es mucho más de lo que puedo manejar justo ahora. Esa era la razón por la cual tenía a Rosa Bailey, para coordinar todo mientras me encargaba de la adquisición de empresas.

Supongo que por ahora Anastasia puede quedarse.

Hablando de ella...

—Andrea, ¿Quién está autorizado para extraer dinero de mi cuenta personal?

—Su padre. Lo demás lo maneja su contador y el jefe de finanzas, ¿Necesita que le consiga alguna información?

Si, quiero decir. Quiero saber en este jodido momento si el hijo de Anastasia está recibiendo mi dinero y en qué lo gasta, incluso quiero saber si Carrick le da alguna compensación a ella por el niño.

No puedo esperar más, necesito saberlo ahora. Esta vida de lujos que se está dando y todos los privilegios salen de mi bolsillo, incluso sus cambios dentro de mi empresa. Por lo tanto, soy dueño de todo.

—¿Sabes en donde está viviendo?

Omito decir que la saqué de Escala, y de verdad espero que no esté en cada de los Grey, haciéndome quedar mal.

—Creo que en el Fairmont Olympic, señor.

—¿Es un gasto a cuenta de la empresa? —me enojaría mucho que lo hiciera.

—No, señor.

Bien, al menos esa es una preocupación menos. Me despido de Andrea, dejando el asunto de los 26 proyectos para otro momento, solo queriendo llegar a mi ático y recuperar mi vida.

Taylor me lleva hasta ahí en tiempo récord, luego el absoluto silencio me recibe cuando salgo del ascensor.

No hay ruido por el televisor, no gritos o llantos, o juguetes chillones siendo golpeados. Tampoco está esa mujer bebiéndose mi vino en la encimera.

Todo es mío de nuevo.

La señora Jones asoma su cabeza desde la cocina, así que le pido que se acerque para darle instrucciones.

—Señora Jones, necesito que llame a la decoradora de interiores, que haga todo de nuevo en un estilo más... Limpio.

Ella mira a Jason, como si esperara que el aprobara la desición y asiente. Que borre su rastro, quiero decirle, pero mantengo eso para mí.

—Que venga temprano en la mañana, presupuesto ilimitado. Que los de seguridad estén pendientes y... —me detengo, viendo que solo Gail y Jason me acompañan desde que llegué—. ¿Dónde están los otros?

Señalo a nadie en particular.

—Prescott monitorea las cámaras y Reynolds hace una revisión de seguridad en el garaje.

—¿Y los demás? ¿Los otros dos hombres?

Taylor frunce el ceño.

—Sawyer y Ryan están asignados a Theodore y la señorita Steele, deben estar con ellos ahora.

¿Asignados a ella? Una mierda.

—Llámalos, los quiero aquí. Ahora.

—Señor... —insiste, pero lo interrumpo.

—Se les paga con mi dinero, ¿No? Hacen lo que yo jodidamente diga, ella no puede disponer de mis empleados...

—Lo hizo su padre, señor. Él fue quien hizo las asignaciones, ambas en el mejor interés de su hijo.

¡Si claro! ¿Qué más? ¿Comprarle a su madre un apartamento de lujo es el deseo del niño? Apuesto que la puta habitación de hotel en la que está, también está siendo cargada a mi cuenta personal.

Gracias Carrick.

Ya que todos parecen estar del lado de Anastasia, me encargaré del jodido asunto yo mismo.

—Llevame al Fairmont, necesito hablar con ella.

De nuevo una mirada compartida, pero tienen la sensatez de no cuestionar mis órdenes. Como dijo, uno de los elementos de seguridad está en el garaje cuando bajamos y nos acompaña hasta el hotel.

No requiero de Taylor, ni que ponga sobre aviso a los otros guardaespaldas. Aclararé mis dudas y volveré a mi ático.

Pregunto por ella en la recepción, luego subo sabiendo que está en la suite de lujo. Nadie vigila el pasillo cuando me acerco a su puerta.

—¿Anastasia? —golpeo la puerta con fuerza, el sonido de risas viniendo desde esa dirección—. Anastasia, abre la puerta.

Las risas se detienen y pasos se arrastran por el piso, la puerta entreabierta.

—¿Christian? ¿Qué haces aquí? —frunce los labios con molestia—. No me digas que compraste el hotel para poder desalojarme.

Supongo que podría.

—Puedo hacerlo, si obtuviste esta suite haciendo uso de mi maldito dinero.

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora