Capítulo 50.

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El lugar se llenó de policías con rapidez.

Los amigos de Ray que aseguraron las salidas para que Ryan no huyera se encuentran ahora sentados en la acera, bebiendo café y sonriendo. Los otros dos están frente a ellos contando con lujo de detalle todo lo que ocurrió y la forma en que Steele salvó el día.

Una ambulancia fue llamada para revisar a Ted y a Ana, sin encontrar alguna herida en ellos. Jodidas gracias, Dios. Ana le llena la cara de besos y le soba el vientre para que sonría.

—Mi bebé, mi amor —le besa la mejilla—. Te extrañé tanto mi vida.

El niño sonríe y le toca la cara, haciendo que los ojos azules de ella se llenen de lágrimas.

—¿Todo bien? —la interrumpo.

—Si. ¿Qué dijo la policía?

Theodore me mira, así que fuerzo una sonrisa mientras sigo informando a Ana.

—Tomaron ya toda la evidencia y entrevistaron a Raymond. No te preocupes por él, solo quieren asegurarse que él disparó en defensa propia.

—¿Qué? —chilla—. ¿Mi papá está en problemas? Dios mío.

Antes de que pueda entrar en pánico, me acerco a abrazarla y beso su cabeza como ella hizo con Ted.

—Tranquila, tu papá estará bien. Ya está aquí un abogado que es amigo de Carrick y Taylor está hablando con el jefe de la policía local. Todo se resolverá a nuestro favor. —apoyo la mano en la cabeza de mi hijo y acaricio su cabello cobrizo—. Además, ¿Te dije que tu padre es ahora millonario?

—No. —se ríe, la primer risa genuina y despreocupada en días.

Me tomo un momento para abrazarlos a ambos y asimilar el hecho de que casi los pierdo, y de nuevo habría sido mi culpa.

Estaba tan cegado por los celos que no me percaté de la amenaza real que era Ryan hasta que fue demasiado tarde.

Solamente recordar que mi hijo estuvo en sus garras y que podría desarrollar un trauma por eso hace que quiera dispararle en la jodida cabeza como Ray Steele lo hizo.

Lo siento.

Ana gira la cabeza para mirarme.

—No eres culpable de lo que hizo Henry, Christian. —ella me defiende incluso de mi propia estupidez.

—Pero soy culpable de todo lo demás, nena. Si hubiera reclamado mis derechos sobre ti y Teddy, él no habría tomado tantas atribuciones.

Sus cejas se fruncen inmediatamente.

—¿Tus derechos? Eso suena tan... —de pronto sus cejas van hacia arriba y me mira—. ¿Cómo lo llamaste?

—¿Qué?

—Dijiste Teddy, es la primera vez que te escucho llamarlo así desde que lo conociste.

Absolutamente cierto.

Me dirijo a él como Theodore, Ted o el niño. Hijo de Anastasia, algunas veces más. Ahora parece incorrecto puedo que es mi hijo, debería poder ser tan cariñoso con él como Ryan.

—Me disculpo por eso también, nena. —dejo un beso en su cabello y en la cabeza de mi hijo—. Las cosas van a cambiar, lo prometo.

Ana se recarga en mi y no me pasa desapercibida su falta de respuesta. Entiendo sus dudas y comprendo que quiera esperar a ver mis acciones, sobre todo ahora que tengo tanto por corregir.

Cuando la mayoría de las diligencias en la investigación están hechas, Reynolds nos lleva a casa mientras Taylor permanece con Ray para asegurarse que todo esté bien. Por ahora lo que necesito es llevar a Teddy y a Ana de vuelta a casa.

Cómo lo supuse Ana no se despegó de Ted los siguientes dos días, prefiriendo quedarse en Escala con él que ir a trabajar, así que hice lo mismo.

Me hice cargo de algunos pendientes, pero mis pensamientos seguían yendo y viniendo sobre todos los errores que cometí y que tendría qué corregir. Comenzando por el hecho de que Ted podría necesitar terapia.

—¿Crees que deberíamos llevarlo con un especialista? —pregunto cuando ella entra a mi estudio con el niño en brazos.

—Deberíamos hacerlo, no quiero que se convierta en un problema en el futuro.

—Tal vez lo olvide. —sugiero y me arrepiento inmediatamente. Yo tenía 4 años cuando la puta adicta al crack murió, y lo recuerdo con claridad gracias al jodido trauma—. Pero para estar seguros, consultemos con algún experto.

Eso deja un problema menos por atender y muchos más por tratar.

—¿Piensas volver al trabajo en los próximos días?

—No por ahora. —baja a Teddy sobre la alfombra y se acerca para mirarme—. No estoy segura de querer dejar a mi bebé fuera de mi vista por los próximos meses.

Hmm.

—Sabes que no necesitas un trabajo, Ana. Tómate un descanso de eso, si quieres volver en algunos meses estará ahí para ti. Si no quieres, estoy de acuerdo también.

Entrecierra los ojos un poco para mirarme con sospecha, pero rápidamente lo descarta cuando hace su siguiente pregunta.

—¿Qué pasó con él?

¿Lo extraña?

—¿Con su cuerpo? —corrijo y echo una vistazo rápido a mi hijo—. No tenía familia cercana, solo una tía en Florida, y me hice cargo de que fuera notificada del fallecimiento.

—Entiendo.

Camina alrededor de mi escritorio manteniendo la vista en el ventanal, y no puedo evitar preguntarme si se siente mal por él.

—Tiene lo que merecía, Ana.

—Lo sé. —suspira bajito—. Esperaba que las cosas terminaran de diferente manera, porque lo estimaba mucho. Fue un buen amigo y un gran apoyo.

—No al final. —le recuerdo.

Ana niega y regresa a dónde está Teddy jugando con los posa vasos. Lo levanta en sus brazos y le besa las mejillas por milésima vez en el día.

—Lo importante ahora es que te recuperamos —dice, dirigiéndose a mí—. Y podemos ser la familia que deberíamos haber sido desde el inicio.

El sentimiento de culpabilidad de golpea de nuevo, pero esta vez no dejo que afecte mi mente. Si quiero corregir el error, tengo qué actuar.

—Haremos lo que digas, nena. Incluso creo que podríamos mudarnos finalmente a una casa más grande, con más espacio para que Teddy corra...

—Vaya, —se ríe—. Parece que lo has estado pensando.

Demasiado.

¿O tal vez es un recuerdo?

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3/3

¡Últimos capítulos!

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora