Capítulo 33.

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POV. Ana.

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Estúpido. Idiota. Insensato.

¿Desesperado?

Eso parece.

Aún no puedo creer que Christian Grey hiciera algo tan estúpido como eso, siendo el maníaco del control y la seguridad que conozco. O conocía.

Su mano se mueve ligeramente sobre la cama, luego toma una profunda inhalación y abre los ojos, seguramente sobresaltado y confundido con tremendo golpe que se llevó.

No me muevo de mi lugar en la silla junto a su cama porque estoy teniendo mi propia batalla interna con las lágrimas. Casi te pierdo de nuevo, quiero decirle. Pero no sé si pueda hacerlo sin comenzar a llorar.

—¿Hmm? —carraspea un poco. Esta vez no tiene el respirador artificial, así que puede hablar—. ¿Qué carajos...?

Levanta la mano conectada al suero para tocarse la cabeza, que afortunadamente es tan dura que no sufrió ninguna lesión. Aunque por cómo quedó el auto, pareciera que si.

—Si, ¿En qué carajos estabas pensando, Christian? —gruño, tratando de ocultar las lágrimas—. Fuiste absolutamente irresponsable.

Frunce las cejas aún tocándose la cabeza y me tengo qué poner de pie para mirarlo. Su mirada gris pasa por el catéter de su suero, luego hacia mi antes de presionar los labios.

—Estaba explorando mis opciones.

¿Qué?

—¡Matarte no es una opción! ¡Teddy te necesita! —y yo también.

—Dijiste que ese imbécil sería buen padre, ¿No te alegraría sacarme de tu vida? —ahora está desviando el tema.

—No. Eres su padre, nada cambia eso. Tienes una responsabilidad con él, Christian. —insisto, con la duda grabada en mi mente—. ¿En qué estabas pensando cuando te lanzaste al tráfico?

Su dedo se mueve arriba y abajo por si sien, justo donde le quedó una cicatriz cuando se accidentó en el Charlie Tango. Parece ser un gesto nervioso y comienza a desesperarse.

—Claramente no estaba pensando. —dice mirando a la nada—. Tuve la absurda idea de que otro golpe podría aclarar las cosas.

Es mi turno de negar con incredulidad por las palabras que salen de su boca. ¿Acaso se escucha?

—¿Sabes lo estúpido que suena eso? ¡Pudiste morir!

Su mano baja al colchón e intenta enderezarse pero no lo logra, suelta un gruñido adolorido antes de dejarse caer de nuevo sobre la cama.

—Tienes dos costillas rotas, y gracias al cielo que solo fue eso, Christian. Ahora necesitas reposo.

Me siento tan frustrada y confundida por mis sentimientos  no correspondidos, y tan desconcertada por su actitud, como si nada le importara. Este no es el chico que conocí, él jamás se arriesgaría de esta manera.

La duda vuelve a dar vueltas en mi cabeza, la esperanza brillando en lo profundo de mi corazón.

—¿Y bien? —lo miro con atención, pero no parece diferente—. ¿Al menos funcionó?

Su mirada gris se posa en mi rostro, bajando lentamente por mis brazos cruzados y mirando brevemente mi vientre. Su cara está magullada y rojiza, pero nada de gravedad.

—No. Sigo sin recordar.

Suspiro sabiendo que debo informar a Grace y al médico para que lo revisen, pero retrasándolo un poco porque quiero estar a solas con él unos minutos.

—¿Dónde está Ted? —pregunta, llamando de nuevo mi atención.

—Con Gail y Prescott. —no lo dejaría con nadie más—. Lo recogeré cuando vaya a casa. Antes de que llame a tu madre, hay alguien con quién creo que deberías hablar.

Sin pensarlo, paso la mano por su cabello cobrizo y lo acaricio, extrañando al hombre que amo con todas mis fuerzas. ¿A quien engaño? Sería imposible para mí rehacer mi vida sin él.

No sabiendo lo que perdí.

—Tengo qué irme, debo poner algunos asuntos en orden. —aviso, apartando mi mano de su suave cabello—. Prométeme que nunca volverás a hacer algo tan estúpido como esto. Promételo, Christian.

Se toma un momento para mirarme, y tal vez sea mi imaginación, pero algo de emoción brilla ahí. Él asiente, pero necesito las palabras.

—Dilo, Christian. Necesito escucharte.

—Lo prometo, Ana.

Bien.

Al menos puedo confiar en su palabra. Me aparto para tomar el bolso que dejé sobre la silla y despedirme, sabiendo que su madre estará aquí en segundos. Y un viejo amigo al que también llamé.

—Vendré mañana a verte, avísame si necesitas algo.

Christian estira su mano e intenta alcanzarme, así que me acerco hasta que sus dedos pueden tocar mi muñeca.

—Nunca te agradecí por cuidarme. Todos esos años que no supe de mi, estuviste pendiente.

Porque te amo.

Dios, no puedo más. Mis emociones confusas hacen brotar las lágrimas de mis ojos y me odio un poco por ceder tan rápido.

—Te veo mañana.

Esta vez no lo miro y salgo de la habitación, deteniéndome en la estación de enfermeras para notificarles que despertó y que puedan llamar a Grace. Y como el leal empleado que es, Jason está en el pasillo, custodiando.

—Despertó —le digo y veo el alivio cruzar su rostro—. Grace estará aquí pronto. Le llamé a Flynn para que hable con él antes de que sea dado de alta, por favor, mantenlo vigilado.

Taylor asiente, interponiéndose un poco en mi camino. Puedo ver la preocupación en él, sé que lo estima como si fuera un hijo.

—Ana, de verdad lo lamento... —lo interrumpo rápidamente.

—Esto no es tu culpa, Taylor. No sabías que él tomaría ésta desición. Bebió en exceso y eso pudo influir, pero nada de esto es tu culpa.

Lo veo asentir, luego retoma su postura formal. Le doy un rápido apretón a su brazo antes de salir del hospital hasta donde Henry espera con el auto.

—Podemos irnos. —lo único que quiero ahora es abrazar a mi hijo.

Ryan sube al asiento del conductor.

—¿El idiota sobrevivió?

Me molesta que lo llame idiota, o con cualquier otra palabra altisonante.

—El padre de Teddy sobrevivió, así que puedes estar tranquilo. —resopla—. Piensa en el daño que le hará perder a su padre.

Su ceño cae, pero lo oculta poniendo el auto en marcha y dirigiéndose al tráfico de la avenida para volver a mi departamento.

—Teddy apenas lo conoce. Y me molesta porque lo único que hace es manipularte para que vengas corriendo a él.

—¿Cómo? —chillo—. ¿Crees que hizo esto a propósito por mi?

Me dedica una mirada de incredulidad y burla.

—¿Por qué más lo haría? Yo también lo pensaría si eso te trae corriendo a mis pies.

No lo hizo por eso. Creo. Es muy arriesgado, pero ¿Y si fui la causante? No me lo perdonaría jamás.

Perder al amor de mi vida no es una opción. Y ahora estoy segura que Ryan debería saberlo.

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora