Capítulo 45.

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4 horas.

Ninguna pista. Estoy perdiendo la puta paciencia y la policía insiste en seguir entrevistando al personal de seguridad de Grey House en lugar de rastrear al maldito imbécil.

Me levanto de la silla en mi estudio necesitando apartarme un poco de la pantalla de la computadora conectada a la de Welch, así puedo ver en tiempo real lo que planean. Nada está dando resultado.

Salgo del estudio para ir a buscar a Ana, pero me sorprendo cuando encuentro a todos los Grey en mi sala: Grace consolando a Ana en el sofá, Mía a su lado sosteniendo un té. Elliot caminando de un lado a otro con la mirada perdida y Carrick simplemente mirando.

¿Qué carajos hacen todos aquí?

Todos me miran cuando me detengo en la sala, incluso hay otras dos personas que no había visto en algún tiempo. Katherine y José Rodríguez se ponen de pie para estrechar mi mano.

—Señor Grey —Katherine tiene la nariz roja de llanto—. Es un gusto verlo de nuevo, aunque no en estas condiciones.

—Lo sé. —Rodriguez me dedica un rápido saludo sin palabras de por medio—. Gracias por estar aquí...

Para Ana, quiero decirles, pero mi atención se mueve de nuevo al hombre que no noté en mi cocina. Está cruzado de brazos y sostiene con fuerza un vaso de cristal y lo que comienzo a sospechar es mi Whisky.

Me dirijo hacia él para hablarle, aunque solo hayamos cruzado palabras una vez.

—Señor Steele —Raymond asiente—. No sabía que estaba aquí.

Ninguno de ustedes.

—Es un momento importante y quiero ser de ayuda. ¿Hay algo que pueda hacer?

¿Un marine retirado?

—Bueno, si tiene el contacto de un equipo especial que le dé cacería al maldito imbécil, lo tomo.

Ray Steele sonríe, y el solo gesto de comisura levantada me recuerda a Taylor.

—Todavía frecuento a algunos ancianos como yo que se mueren por salir a jugar, ¿Te importa si los llamo?

—Absolutamente no.

Toda la ayuda es bien recibida, sobre todo porque cuánto más pasa el tiempo, más lejos estará Ryan de Seattle.

Estoy a punto de imitar a Raymond y servir mi propio vaso de whisky cuando Anastasia brinca del sofá y viene hacia mi.

—¡Está llamando! ¡Es él! ¡Estoy segura!

El móvil vibra en su mano, así que rápidamente la tomo del brazo y la llevo conmigo al estudio, Raymond viniendo detrás de nosotros. Ella contesta inmediatamente al número desconocido.

—¿Henry? —presiona el altavoz e insiste—. ¿Eres tú?

Finalmente él suspira del otro lado de la línea.

—Lo siento mucho Annie, pero tenía qué hacerlo. —el bastardo imbécil está llorando—. No tuve otra opción porque no me escuchas, él no es bueno para ti ni para Teddy.

Anastasia solloza, cubriendo su boca.

—¿Cómo pudiste hacerme esto? ¿Cómo puedes quitarme a mi hijo así? —ella le habla a través de las lágrimas—. Estás matándome.

—Annie, no. —incluso hace un ruido con la nariz que enfatiza su llanto—. Sabes que te amo, y por eso lo hago. Cuidaré a Teddy Bear como mi hijo, como debió haber sido desde siempre.

Intento escuchar la conversación al mismo tiempo que tecleo un mensaje para Welch, que tiene la línea de Anastasia intervenida por lo que debería tener una ubicación de la llamada de origen. El problema, de nuevo, es que Ryan lo sabe.

Dejo de teclear cuando el llanto de un niño llama mi atención, un sonido lejano desde el otro lado de la línea. Ted, seguramente extrañando a su madre. El llanto de Anastasia se vuelve incontrolable.

—¡Teddy! ¡Mi bebé! —la histeria le corta la voz—. Henry, déjame ir contigo, por favor. Quiero estar con Teddy, ¡Henry!

Dejo el móvil a un lado porque esta vez me preocupa que de verdad pueda desvanecerse, por suerte Ray Steele ya está ahí sosteniendo sus hombros.

—Dijiste que lo amas —el tono de voz de Ryan es extrañamente bajo—. Tú no quieres estar conmigo, solo quieres engañarme.

Un último sollozo del niño es todo lo que se escucha antes de que se corte la llamada.

—¡Henry! ¡Henry!

Anastasia se aparta de su padre para venir hacia mi, agarrando mi camisa con sus pequeños puños y sus ojos rojizos de llanto.

—¡Christian, por favor! Te lo suplico, regrésame a mi bebé y haré lo que quieras.

No alcanzo a formular una respuesta porque ella se desvanece completamente en mis brazos. Raymond camina detrás de mí mientras la llevo a la habitación y los Grey miran sorprendidos.

La dejo ahí con Grace y Mía, luego vuelvo a mi estudio a terminar ese mensaje pendiente.

*¿Lo rastreaste?*

Welch responde al instante.

*No, señor Grey*.

Mierda, me estoy quedando sin ideas.

Apenas me percato que el padre de Ana está cerca de mi puerta haciendo una llamada, seguramente reuniendo a ese equipo de marines retirados para recordar viejos momentos.

Siguiendo su ejemplo, envío un mensaje de texto a Andrea para que organice rápidamente una rueda de prensa al exterior de Grey House, convocando a todos los medios de comunicación disponibles.

Permito que todos se queden a cuidar de Anastasia y me dirijo al ascensor para hacerme cargo de esto, pero antes de que pueda cerrarse la puerta, Carrick y Raymond entran conmigo.

—¿A dónde carajos creen que van? Deberían quedarse aquí.

Carrick mete las manos en los bolsillos y me mira con una sonrisa curiosa.

—Sé que vas a encargarte de esto tu mismo y quiero ayudarte.

No sé en qué podría ayudar un abogado, pero lo dejo estar y miro a la derecha hacia Raymond Steele.

—Los marines amamos la emoción, chico. Voy a cuidar tu espalda para que puedas volver a casa con Annie y con mi nieto.

—Supongo que no puedo detenerlos.

Ambos permanecen en silencio cuando subimos a la suv con Reynolds, listos para no volver hasta que tengamos a Theodore y podamos regresarlo a los brazos de su madre.

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Capítulo dedicado a JaquelinChacn Cerecita ganadora de la última dinámica, felicidades 🥳

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora