Capítulo 27.

2.2K 282 36
                                    

Es mucho para asimilar.

Demasiado.

Es toda una vida que no recuerdo con miradas amorosas y conexiones emocionales. Y con Anastasia, la mujer que huyó de mi cuando vió al monstruo en mi interior.

Sigo corriendo por la bahía como cada día en la mañana, pero hoy no sigo la ruta original y en cambio, me desvío para retornar y pasar de nuevo frente a su edificio. Si, estoy corriendo en putos círculos igual que mi mente.

Como otros días, la suv negra de Taylor se detiene en la acera para indicarme que voy tarde para el trabajo. Gruño irritado cuando subo al asiento trasero porque no estoy de humor para más jodidas juntas.

Espero a que Taylor conduzca las pocas cuadras hasta Escala antes de preguntar.

—Anastasia me dió un llavero antes del accidente —una baratija—. ¿Sabes qué significa?

Me mira por el espejo retrovisor.

—No, señor.

Lo supuse.

Me alisto para el trabajo y voy a mi empresa. Bebo dos tazas de café americano con aspirinas, debido a todo el whisky que tomé ayer cuando leía el diario de Anastasia. Mierda, ni siquiera he pasado a la parte de su embarazo y todo lo demás.

Me aseguro de mirar a todos mientras pretendo tomar notas de la junta, cuando en realidad intento escribir todas las preguntas que pasan por mi mente.

¿Cómo fue que me enamoré de ella? ¿Por qué retomamos la relación? ¿Bajo qué condiciones? Y la más importante, ¿Es posible que haya una propuesta de matrimonio?

Mierda.

No puedo estar más tiempo en la junta, escuchando el parloteo de todos los que quieren opinar cuando en realidad, ya está decidido. Es mi empresa, se hace lo que yo digo y nada más.

Salgo de la sala de juntas sin mirar a nadie, buscando el refugio y la tranquilidad de mi oficina. Si, apenas es medio día pero necesito un trago, así que lleno la mitad del vaso antes de tomar asiento.

Tampoco aquí tengo tranquilidad. Me remuevo incómodo en la silla, derramando un poco de mi vaso al intentar girar hacia el ventanal. Si no puedo concentrarme en los negocios, bien podría mirar todo por un rato.

Pero mi mente vuelve de nuevo al jodido diario. Tomo el maletín que puse a un lado y lo saco, queriendo terminar ya con el asunto de una maldita vez.

Abro el diario en la última página que vi, luego paso a la siguiente. Como lo supuse, el escrito contiene información del accidente del Charlie Tango en forma de un reportaje de prensa, explicando exactamente lo que leí en el expediente de Welch.

El ex jefe de Anastasia dañó intencionalmente los motores en algún momento y provocó la caída en el Monte Helen. Stephan fue absuelto de los cargos por intento de homicidio.

También encuentro una foto de mi, conectado a los aparatos médicos que tenía cuando desperté. Anastasia está sentada en el borde de la cama, con ojos llorosos y un cupcake con una velita. Abajo, en lo que parece ser su letra, se lee “Feliz Cumpleaños, Christian”.

No dice cuánto tiempo transcurre entre esa última fotografía y la siguiente, pero no debió ser mucho. La imagen de una prueba de embarazo positiva y la inscripción “Felicidades, papi” solo puede significar que fue el momento en que se dió cuenta que estaba embarazada.

La siguiente parte del diario parece más alegre y cursi, con pequeñas estampillas de nubes y soles acompañando las fotografías instantáneas agregadas. Una serie de imágenes de Anastasia, de perfil y afinando su vientre.

Mes 2...

Mes 3...

Mes 4...

Mes 5...

Cada una de ellas con una breve descripción del tamaño del bebé, comparado con algún vegetal o fruta, y sus pensamientos sobre elegir un nombre para el bebé.

—“Me gustaría que lo eligiéramos juntos” —pone en el mes 4. Para el mes 7, ha cambiado de idea:—. “Tu madre sugirió Theodore, como tú abuelo”.

Al menos los Grey estuvieron con ella, asegurándose que el niño recibía la atención adecuada. Y estoy seguro que Taylor también tuvo mucho que ver con ello.

El conteo de meses se detiene y la siguiente imagen disponible es la de una muy cansada y ojerosa Anastasia, sosteniendo un par de cobijas azules con Mía a su lado.

Después de eso las fotos siguen siendo escasas, instantáneas agregadas sin notas sobre el bebé dormido, siendo bañado, alimentado. Luce un poco más grande cuando la primera de él en un porta bebé aparece.

En camino a ver a papá”, se lee en letra de Ana. Lo que llama mi atención aquí es que ambos están en el asiento de atrás y la fotografía fue tomada desde el asiento delantero. Apostaría mi dinero a que el jodido guardaespaldas ya estaba ahí tratando de impresionarla.

La imagen mental hace arder mi sangre, haciendo que me levante de un brinco con el diario en la mano para enfrentar a Anastasia. Si, ella debería aclarar todas estas dudas que consumen mi cabeza.

No llamo a Taylor, dejo que la sorpresa y la agilidad mental de Andrea lo resuelva mientras bajo en el ascensor hasta el sótano donde se encuentra mi auto. Jason está detrás de mí unos pocos segundos después.

—¿Señor? —pregunta, claramente confundido.

—Llevame a ver a Anastasia.

Subo al asiento trasero y espero, mientras se dirige por el tráfico al establecimiento que ella ha elegido para su librería. El lugar sigue siendo tan deprimente como la última vez que lo vi lleno de cajas de libros.

Al menos luce limpio.

Una campanilla suena por encima de mi cabeza cuando abro la puerta, haciendo que Ana gire desde el mostrador para mirarme.

—Es un poco temprano para llevarte a Teddy. —dice, y mi vista se dirige hacia el niño sentado en el corralito.

—Quiero hacerte una pregunta.

Ella mira el diario en mi mano, luego asiente y se acerca a una pequeña sala en el centro del local. Cuando lo hace, me doy cuenta que estamos solos.

—¿Dónde está el imbécil de Ryan?

Anastasia resopla.

—¿Eso es lo que quieres saber? —frunce los labios.

—No. —retomo el tema que me trajo aquí—. ¿Hace cuanto tiempo tienes una relación con él?

Esperaba una respuesta seria e inmediata, pero en lugar de eso suelta una carcajada.

—Te dije que te he sido fiel por más de dos años, ¿Entiendes eso? —se burla.

—Sé lo que significa, pero él parece tener especial interés por ti y por el niño. ¿Cómo sé que dices la verdad?

Dios... —se pasa las manos por el rostro con frustración—. ¡Porque te amo! ¡Por eso! ¿Cuántas veces tengo que decirlo?

Está furiosa, puedo ver la tensión en sus hombros y brazos. La he empujado hasta el límite.

—¿Qué significa esto? —busco la página y le muestro el llavero—. ¿Por qué está aquí?

Debe tener un significado especial para que esté exhibido ahí.

Sus hombros caen mirando el llavero hecho trizas.

—Era mi respuesta para ti... —contengo el aliento temiéndo lo peor—. Dije a tu propuesta de matrimonio.

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora