Capítulo 49.

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Ryan me mira por un largo momento como si lo estuviera considerando de verdad.

—¿Y luego qué? ¿Termino en la cárcel por atacarte?

Jodido imbécil.

—Irás a la cárcel por secuestrar a mi hijo, idiota. Te doy la oportunidad de entregarte con lo que queda de tu honor.

Si es que tiene algún valor, omito decir.

Los ojos rojos de Ryan se mueven entre Jason, los otros hombres y yo, hasta que finalmente se posan en la puerta detrás de todos nosotros.

Maldición.

Estoy seguro que si giro podría ver a Anastasia en la puerta, es lo único que podría distraer al imbécil de Ryan de conseguir una revancha personal de mi. O tal vez quiera matarnos a ambos.

—¿Annie? Viniste.

Contengo el aliento por segunda vez en la noche, esperando que no sea ella cuando claramente le dije que se quedara en el puto auto. Su suave voz lo confirma todo.

—Si, Henry. Soy yo. Estoy aquí.

Camina hasta situarse a mi lado, entonces levanta la vista hacia Ted y todo se va a la mierda.

—¡Mamá! ¡Mamá! —chilla, retorciéndose en los brazos de Ryan.

—¡Teddy Bear, basta!

—¡Mamá! —el niño llora más fuerte.

Sorprendentemente, Anastasia mantiene la calma y contiene el llanto, dirigiéndose solo a Ryan.

—Estás lastimando a Teddy, Henry. Y tú lo amas. No lo lastimes por favor. —no puedo ver su expresión, pero se corta su voz—. Déjalo ir con Christian, mírame. Enfócate en mi.

¡No! ¿Qué mierda hace? Taylor debe pensar lo mismo porque maldice en voz baja.

—Ana, no.

Intento estirarme para tomar su mano, pero se adelanta incluso más para atraer la atención del idiota hacia ella. O lo más que puede, considerando que el arma todavía se balancea en mi dirección.

—Me gustaría hablar contigo de esto, creo que podemos resolverlo Henry, pero necesito que dejes ir a Teddy ahora. Lo asustas.

El trastornado ex guardaespaldas me mira, luego a Ana y de vuelta a mi como si tratara de evaluar su mejor opción. Aún no me gusta el asunto del arma, pero al menos esta considerando liberar a Ted.

—¿Resolverlo de qué forma? No veo cómo sería posible si amas a Grey, lo dijiste.

Anastasia balbucea una rápida respuesta.

—Pero siempre fuiste bueno conmigo y me ayudaste, ¿Recuerdas? Fuiste el apoyo más grande que tuve y te estoy muy agradecida por eso Henry. Puedo perdonarte si sueltas al bebé.

Otra mirada rápida a todos nosotros y luego al arma en sus manos. No me gusta ni mierda la dirección que esto está tomando.

Antes de que pueda pensar en una alternativa, Ryan empuja a Ted en mi dirección pero lo hace tan fuerte que el niño se tambalea sobre sus pequeñas piernas. La única forma de evitar que se golpee cuando caiga es lanzarme sobre él y servir de colchón para su pequeño cuerpo.

Todo lo demás pasa en fracción de segundos.

Ryan se dirige con pasos rápidos hasta Anastasia, la abraza con fuerza y levanta el arma para ponerla sobre las sienes de ella, de forma que un disparo atraviese ambas cabezas.

—¡Ana! ¡No! —grito, pero el sonido del disparo me hace callar y cubrir el rostro de Ted.

Taylor está detrás de ella preparándose para verla desvanecer, pero en lugar de eso, Ana grita.

—¡Ahh! —retrocede un paso hasta topar con Jason y una mancha roja se extiende por su cara y cuello.

—¿Está herida? ¡Ana! ¿Estás herida? —la mueve de los hombros para hacerla reaccionar, aunque no funciona.

Observa con ojos muy abiertos el cuerpo de Ryan en el piso, que no noté porque mi atención estaba en ella, y en todo lo que hemos pasado juntos.

—¿Está muerto? —chilla.

—Si. —Taylor confirma. Se aparta un poco y levanta el brazo con un pulgar arriba—. Excelente tiro.

¿Qué? Estoy tan aturdido como Anastasia.

—¡Annie! ¿Estás bien? —la voz de Steele viene de algún lado del piso de arriba—. ¿Te lastimó?

Ana niega, aún mirando el cuerpo y el charco de sangre. Luego parece recordar que por fin tenemos a Ted, porque corre y se arrodilla a nuestro lado.

—¡Mi bebé! ¡Teddy! —el niño se aferra a ella con un puchero—. ¡Mi vida! ¿Estás bien?

Toco su hombro ligeramente.

—Llévalo afuera, no permitas que vea al imbécil. De hecho, tampoco deberías verlo.

Ana asiente y Jason la ayuda a ponerse de pie con Ted en sus brazos, acompañándolos a ambos hasta salir del edificio. Apenas lo hace cuando Raymond Steele baja por unas escaleras metálicas ubicadas en un rincón de la habitación, que difícilmente habría visto con la poca iluminación.

—Aún lo tengo, ¿No? —balancea el rifle en sus manos y patea la pistola de Ryan—. Lo siento amigo, no podía dejarte vivir.

Dice hacia el hombre muerto. Voy a admitir que me asombra la sangre fría de Steele para acertar un tiro así teniendo a su hija tan cerca del objetivo. Un movimiento en falso y esto pudo terminar de diferente forma.

Por fin suspiro de alivio.

—Gracias. De verdad. Todos ustedes... —niego sin saber cómo terminar la frase—. Gracias Ray.

Steele se acerca y me tiende su mano para que me levante.

—Lo haría siempre por mi hija y mi nieto. Y recuerdo que mencionaste una recompensa por el secuestrador, podría comprar muchas armas bonitas con ese dinero.

Dudo que Anastasia lo permita.

Su problema.

—Así es, supongo que podría darte un cheque. —palmeo su hombro y giro para alejarme del charco de sangre que se extiende por el puto piso—. Los millones mejor invertidos de mi vida.

Escucho la risa de Ray a mi espalda, y sé que lo dije en serio cuando veo mi recompensa.

Ana limpia su rostro con un trapo húmedo y limpia la pequeña cara de Ted, sus ojos grises asustados completamente fijos en su madre.

Soy yo. Era yo, quiero decir. Mi hijo ha pasado por todo este trauma porque no fui capaz de protegerlo como debería, y tampoco protegí a su madre.

Si yo hubiera tomado la desición más sensata desde el principio, habría alejado a Ryan mucho antes y tendría la cabeza fría para asegurarme que de verdad saliera de nuestras vidas.

¿Que carajos me pasó?

El Christian de antes me habría pateado el culo por dejar que la mujer que ama estuviera en riesgo. La mujer que ambos amamos.

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Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora