Capítulo 22.

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Debí haber sabido que ese idiota haría todo lo posible por estar cerca de ella. Es bastante molesto, ¿Pero renunciar?

Una locura.

—¿Y qué se supone que hace? ¿Está todo el día con ella, cumpliendo sus caprichos y pintando sus uñas?

Taylor me mira por el espejo retrovisor como si no creyera que en realidad pregunté eso. O que estoy usando a Sawyer como un infiltrado en la casa de Anastasia.

Al menos Sawyer contesta mi pregunta.

—Acompañó a la señorita Steele a visitar una guardería privada y una agencia de niñeras en caso de que quiera dejar a Theodore en el apartamento.

¿Dejarlo? ¿Mientras ella hace, qué? ¿Acostarse con el imbécil ese?

Agh.

—Bien. Mantenme informado.

Taylor termina la conexión de la llamada y espera en silencio mis nuevas instrucciones. Obviamente no podemos quedarnos más tiempo afuera de su edificio más tiempo, pero tengo curiosidad por saber cuáles serán sus planes.

¿Piensa abrir otra oficina? ¿Convencer a Barney de asociarse? ¿Quedarse en casa con ese imbécil y vivir de mi dinero?

Ana es lista, debe saber que Sawyer me informaría de todos sus movimientos. Tratará de despistarlo o encontrará la manera de hacer que yo lo remueva de sus deberes.

¿De qué lado está la lealtad de Sawyer si se le presiona para tomar un lado?

Le indico a Taylor que nos lleve de vuelta a Escala para que pueda beber un trago de mi Whisky y pensar en una nueva estrategia, retomar el control de mi vida y de mi empresa.

El problema es que no puedo dejar de pensar en ella. De alguna manera, su actitud retadora me saca de quicio y me atrae en partes iguales. Parece sacar lo peor de mi.

El recorrido por la bahía de la mañana siguiente está plagado con pensamientos de Anastasia. ¿Qué estará haciendo? ¿Qué piensa hacer ahora? ¿Está cuidando de Ted? ¿Habló con Barney?

Mis pasos siguen a mi mente y cuando menos lo espero, estoy frente a su edificio, escondido. Ni siquiera distingo la ventana de su apartamento, pero miro hacia arriba solo esperando.

Y supongo que he esperado tanto que Taylor rastrea la ubicación de mi móvil, apareciendo minutos después detrás de mí.

—¿señor Grey?

Lo miro solo para hacerle una seña y que cierre la boca. Presiona los labios con fuerza y vuelve a hablar bajito.

—Señor, es tarde. Debería estar en la empresa pronto.

Mierda, lo sé. Pero mis pies se niegan a moverse. Debería estar en Escala preparándome para ir a la oficina, incluso si lo hiciera ahora, de todas formas estaría ahí con un enorme atraso.

Todo por culpa de Anastasia.

Jason desiste de llamarme y se queda a un lado, mirando distraidamente la calle como si no fuéramos un par de locos acosadores ocultos entre dos edificios.

Son casi las nueve de la mañana con el enorme flujo de personas yendo y viniendo por la bahía cuando por fin la veo. Lleva un enorme bolso, pero su mirada está en el imbécil que era su guardaespaldas y al niño en sus brazos.

Una maldita familia feliz.

Ella intenta tomar al niño, pero el jodido Henry Ryan la obliga a entrar primero en el auto. Solo entonces me doy cuenta de Sawyer junto al auto, negando efusivamente con la cabeza. Dice algo a mi ex empleado, antes de que ellos se alejen dejándolo en la acera.

—¿Qué carajos? —gruño hacia Taylor—. ¿Dejaron a Sawyer?

Taylor, eficiente como es, ya se encuentra al teléfono con él. Le indica nuestras posición para que se aproxime y pueda brindar un informe completo.

—Lo siento, señor Grey —puedo ver la frustración en su expresión—. La señorita Steele dijo que ya no requería mis servicios.

—Eso es una maldita mentira. Ese niño es mi hijo y estará en riesgo mientras lleve el apellido Grey. —me importa una mierda lo que haya decidido Anastasia, Sawyer se queda—. Toma un vehículo de Escala y síguelos a donde sea necesario. No te alejes del niño.

—Entendido, señor.

Taylor extiende la mano con las llaves de la suv que él debió traer hasta aquí mientras me buscaba.

—Toma el auto y vé. Ojos en Theodore.

Luke asiente y se aleja, dejándonos a nosotros ahí para caminar de vuelta las calles que nos separan de mi edificio.

Mi mente sigue dando vueltas con pensamientos obsesivos, que rápidamente cambian cuando llego a Grey House y me encuentro con la mirada preocupada de Andrea.

—¿Algo pasó? —pregunto, curioso por su inusual comportamiento.

—Cancelé sus reuniones de las primeras horas, señor Grey. —mierda, las putas reuniones—. Pero eso no es el problema.

—¿Entonces cuál es? —estoy perdiendo la jodida paciencia aquí.

Los ojos azules de mi asistente luchan por evitarme.

—El señor Sullivan tuvo una discusión con algunos de los jefes de departamento en la sala de juntas, todo se salió de control, Señor Grey.

Lo usual de los últimos días, quiero decirle. En cambio pregunto a qué se refiere exactamente con "salir de control". Andrea continúa.

—Hubo golpes y cristales rotos. Mantenimiento ya se hizo cargo, pero el señor Sullivan estaba furioso. Renunció.

¿Barney se fue?

Ese idiota. Lo único que puedo pensar ahora es que Anastasia tiene qué ver en esto y seguramente ese otro imbécil que se cree su dueño. Es como un puto buitre.

—¿Barney ya se fue? —le pregunto.

—No. Debe estar todavía en su oficina recogiendo sus objetos personales.

Me dirijo rápidamente a Taylor.

—Que lo revisen al salir. No se llevará ningún documento o USB con información confidencial. Alerta a la seguridad.

Jason se aleja tomando el móvil y yo regreso sobre mis pasos hasta el ascensor al piso de Barney. Esto será interesante y esclarecedor.

Todavía está ahí, lanzando libros de un estante a una caja y gruñendo algunas cosas indistinguibles, un golpe rojizo en su mentón y la camisa manchada en sangre.

—¿Te vas? —es lo primero que se me ocurre.

—Si —ni siquiera me mira—. Sabías que esto iba a pasar tarde o temprano.

Es cierto.

—No esperaba que tan pronto. Y sabiendo lo que ocurrió, creo que algo te alteró. ¿O debería decir, alguien?

Gira para mirarme con tanto enojo que sus dientes rechinan. Y si es lo que creo, me encantará lanzarlo en su cara.

—Ella te rechazó, ¿Cierto?

Barney sigue mirándome.

—Cállate, Christian.

—Lo supuse —meto las manos a los bolsillos como si no fuera mi asunto—. La vi con ese otro hombre, creo que ella no sentía lo mismo que tú.

Barney se toma el tiempo de recoger los últimos libros y levantar la caja, deteniéndose brevemente a mi lado antes de salir.

—No lo hizo, pero fue honesta. —una extraña sonrisa se estira en sus labios—. No te preocupes por mí, me voy a recuperar de esto. Eres tú por quién siento lástima, Christian. Estás perdiendo a tu familia.

Mi mente se detiene y vuelve a los pensamientos sobre Anastasia mientras mi amigo y socio Barney Sullivan abandona la empresa que creamos juntos.

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora