Capítulo Extra. 03.

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Organizar una boda en cuatro semanas no debería ser tan difícil: consigues un salón, las flores y la comida. Nada que el dinero no solucione. Pero es imposible, en palabras de Mía y Grace.

Si yo estuviera a cargo, habría subido a Ana al jet en cuestión de minutos y más tarde esa noche estaríamos casándonos en un hotel de Las Vegas. Luna de Miel incluida.

Pero ella decidió que quería una boda grande. En cuatro semanas. Por eso mi hermana y mi madre tienen dolor de cabeza.

Miro las flores que adornan la escalera de madera de la casa de mis padres en Belleview y no puedo evitar preguntarme cómo habrían sido las cosas hace años, antes del accidente.

¿Habría tenido Ana la boda de sus sueños? ¿Una larga luna de miel en Montecarlo? Quiero creer que incluso la noticia de la llegada de Theodore se habría dado en mejores circunstancias, al menos una donde puedo asimilarlo de mejor manera.

—¿Christian? ¿Estás listo? —Grace se acerca y palmea mi hombro—. Cariño, ¿No deberías estar en el estudio con tu padre?

¿Haciendo qué? ¿Solo esperando?

—No, he esperado mucho tiempo por este día. Años, en realidad. Quiero asegurarme que todo es perfecto.

Los ojos de mi madre se suavizan y llenan de pequeñas lágrimas.

—Te aseguro que todo es perfecto y Ana va a amarlo.

Estoy seguro que si, ella es tan buena que simplemente dirá que lo es porque no quiere molestar a nadie. Aunque estoy seguro que ha revisado cada uno de los detalles al menos cuatro veces.

—Debería ir a verla, y ver que los niños no están distrayendo su atención de su preparación.

—Christian, es de mala suerte que veas a la novia antes de la boda. —reclama, como si eso fuera a detenerme.

De nuevo, he perdido demasiado tiempo para dejar que las supersticiones arruinen nuestro día.

—Madre, te aseguro que he pagado mi cuota de mala suerte hace años, lo único que quiero hacer de ahora en adelante es disfrutar de mi familia.

No espero su respuesta, camino hacia las escaleras y voy a la habitación de Mía, donde mi futura esposa se prepara para la ceremonia. Theodore y Phoebe deberían estar ahí con la niñera, a menos que mi hermana los enviara a otra habitación.

Golpeo la puerta y espero, escuchando solo algunos murmullos del otro lado. Unos segundos después, la puerta se abre y Anastasia me dedica una sonrisa brillante.

—¿Christian? ¿Sucede algo?

—No, nena. Todo está bien. —intento dar un paso dentro pero ella sigue en la puerta—. ¿Te importa si me uno a ti?

Sus hermosos ojos se abren de sorpresa.

—¿Ahora? La ceremonia va a empezar en 20 minutos, creí que nos veríamos en el altar.

Apoyo la mano en su cintura y la aparto con suavidad para que me deje entrar, mis ojos recorriendo rápidamente su ceñido vestido blanco de encaje y delicados botones.

—Te aseguro que no habrá diferencia si aparecemos juntos o separados. —los niños no están en la habitación, así que me acerco para poner mis manos encima de su deliciosa figura—. Además, creo que las cosas tienden a complicarse cuando estamos lejos el uno del otro.

Mis palabras cursis la hacen sonreír y la siento derretirse en mis brazos, justo donde la quiero para poder besarla. Mis manos inquietas bajan por su cuerpo hasta apretar su culo.

Ella se ríe.

—Alto ahí, señor Grey. La diversión es más tarde, cuando al fin estemos solos.

—Estamos solos ahora. —le recuerdo.

Ana pone los ojos en blanco y se aparta con una pequeña risita.

—Quisiera esperar a ser la señora Grey, gracias.

Carajo.

Se gira y vuelve al espejo de cuerpo entero como la mujer obstinada que es, y de la que me enamoré. Dos veces. Decido que podría molestarla un poco.

—¿Estás diciendo que tu demostración de amor depende de nuestro estatus civil? —arqueo una ceja para enfatizar el reto y ella entrecierra los ojos.

—No, pero has esperado mucho para esta boda, ¡Años! Estoy segura que puedes esperar 15 minutos más.

Obstinada.

—Tienes razón, por eso he decidido que es mejor que te mantenga todo el tiempo en mi campo de visión.

—¿Evitarás que me meta en problemas?

Ojalá eso fuera suficiente.

—En realidad, estoy convencido que si puedo verte a ti y a los niños todo el tiempo, nunca olvidaré lo cerca que estuve de perderlos. —y arruinar todo.

Ana sonríe y la adoración por mi brilla en sus ojos. Se lanza a mis brazos para besarme.

—Christian, nada de eso fue tu culpa. Fue un horrible accidente, pero ahora estás aquí.

Una rápida serie de imágenes se reproducen en mi mente, tocando cada fibra de mi ser y ocasionándome un escalofrío.

—Lo único que me queda claro es que al perderte a ti, me perdí a mi mismo, nena. —sus ojos se llenan de lágrimas—. Y no puedo perderte, eres la mejor parte de mi.

Oh, Christian.

Ana me besa de nuevo, presionando su cuerpo contra el mío y fundiéndose en mi con todo su amor. Sin querer evitarlo, me aferro a ella para mantener el beso.

La puerta de la habitación se abre con un chillido bajo.

—¡Christian! —Mía está de pie en el umbral con mi hija en sus brazos—. ¡Quita las manos de su culo y bajen ya a casarse! Dios...

Se aleja por el pasillo, murmurando algo sobre arder en el infierno por mis pecados o lo que sea que balbucé. Ana se ríe, luego toma mi mano y me lleva con ella hasta el pasillo por el cuál Raymond la entregará a mi.

Espero paciente toda la ceremonia, manteniendo siempre los ojos en mi mujer incluso cuando digo y leo mis votos, algo como lo que dije ese día en el hospital cuando recuperé la memoria.

La próxima vez que la llamo, sé con certeza que ella irá conmigo y caminará a mi lado por el resto de los días.

—¿Señora Grey?

Ana sonríe y se señala.

—Esa soy yo.

—Lo eres, nena. Por fin.

Entonces pongo mis manos sobre el dulce cuerpo de mi esposa y bailamos una canción lenta, justo como debió haber sido antes y lo será por siempre.

Juntos.

El fin.

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora