Epílogo.

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Meses después.

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Voy a ser un maldito hombre y admitir que ella tiene razón, y eso es todo. No significa que quiera hacerlo. Punto.

—Christian... ¿Lo hiciste? —canturrea desde el auto.

Mierda.

—Aún no.

—¿Y qué esperas? —se sube las gafas de sol para mirarme—. No me hagas ir ahí.

—Nena... —giro para mirarla y encojo los hombros—. Esto no es necesario, lo juro.

Obviamente no es la respuesta que ella esperaba porque exhala un bufido de molestia y abre la puerta del auto. Luego se detiene a unos pasos de mi con los brazos cruzados.

—Christian, lleva tu sexy culo orgulloso a la puerta y llámalo. Ahora.

—Carajo. —la veo apoyar sus manos sobre su vientre redondo de cuatro meses y me vuelvo hacia la puerta—. Cuando dijiste que tenías una sorpresa para mí, creí que te referías a otra cosa.

Ella suelta una risita divertida que no la hace olvidar el propósito de nuestro viaje y señala la puerta.

—Ve. Ahora.

No me queda más remedio que tocar en la puerta y esperar algunos segundos. Ni siquiera llego a diez cuando giro y camino un par de pasos para volver al auto.

—Creo que no está en casa.

El sonido de un pasador me hace detenerme, luego la puerta cruje y una voz familiar saluda.

—¿Christian? ¿Eres tú?

No.

Debería correr hasta el auto y ordenar a Reynolds que conduzca en la dirección opuesta, pero sé que Ana no me lo permitirá. Giro entonces con expresión resignada para mirar al hombre que me habla.

—Hola, Barney. Si, soy yo.

Sus ojos se mueven más allá de mi y sonríe, agitando su mano por todo lo alto.

—¡Hola, Annie! Me alegra verte.

Espero que también se alegre de ver su precioso vientre lleno con mi hija y comprenda que no es una visita social. O al menos que no estamos aquí para ser amigos.

—Yo, hmm, necesito hablar contigo sobre algo. —mierda, decirlo cuesta mucho más que pensarlo—. Es sobre la empresa, Grey Enterprise Holdings.

—¿Ah, si? —sus cejas se arquean.

—Si. Verás... —echo un vistazo solo para asegurarme que Ana sigue ahí, vigilando sobre mi hombro—. Creo que la forma en la que terminamos nuestra amistad no fue la correcta y me disculpo.

Barney ladea la cabeza luciendo tan confundido como yo cuando ella propuso esto, porque claramente no es mi fuerte. Y pocas veces cometo errores.

—¿Y qué más? —canturrea casi leyendo mi mente.

—Y fui un jodido orgulloso y egoísta. Como ya dije, lo siento mucho Barney. Mi empresa te necesita.

Le dedica otra mirada a Ana y finalmente se detiene un par de segundos sobre su cuerpo.

—De verdad estoy feliz de saber que están bien, y que sacaste la cabeza del culo, Christian.

—No me lo recuerdes.

Sullivan se ríe, haciendo que Ana también lo haga. Palmea mi hombro con demasiada fuerza, pero ese es simplemente quien es, mi viejo amigo genio de la tecnología.

—Bueno, podría decir que voy a pensarlo pero voy a ser honesto aquí y decir que tengo un montón de proyectos que ni siquiera sé cómo vender y mi contador tiene los nervios de punta.

—Los compro todos —busco su mano para estrecharla—. Ven a la empresa el lunes, trae los documentos y te haré un cheque.

—Eso suena genial, Chris.

Estoy seguro que sin importar lo que cuesten, son proyectos geniales que puedo comercializar. Ana agita su mano a modo de despedida y vuelve al auto antes de que Teddy se impaciente.

—Entonces te veo el lunes. —tambien me despido de él, pero me detiene tocando mi brazo.

—Es bueno volver al equipo. Y es genial que recontrataras a Ana, es igual de buena que Ros para manejar la empresa.

Miro a Ana revisar a Teddy y asiento. Ella definitivamente podría con eso y mucho más.

—Estará de baja por maternidad pronto, así que estoy contratando un suplente. ¿Te interesa?

—Nope —se apresura a decir.

—Lo supuse.

Me despido y vuelvo al auto, pero esta vez le pido a Reynolds que nos lleve al lugar que Taylor le indicó esta mañana. Con suerte, todo debería estar listo para nosotros.

Nos toma solo un par de minutos llegar ahí, poner el código para el acceso y esperar a que el auto se detenga en la entrada. Ana mira por la ventana con expresión de sorpresa.

—¿Pero qué...? ¿Por qué estamos aquí?

Me guardo la respuesta un momento, luego la ayudo a ella y a Teddy a bajar del auto conmigo. No importa que insista en cargarlo en sus brazos, no debería hacer eso en su estado.

—Elliot se está encargando de remodelarla, debería estar lista pronto.

Antes de que pueda tocar la puerta, esta se abre y Taylor se aparta para que entremos.

—Señor Grey, Señorita Steele. —se reúne con Reynolds afuera mientras entramos.

Como lo planee, la sala está llena de arreglos florales y globos, cada superficie disponible llena de flores y corazones. Pongo a Teddy sobre sus pies para que camine hacia el globo más cercano.

—¡Papá! —chilla, tomando la cuerda en sus pequeñas manos.

—¿Tú hiciste esto? —su madre mira con asombro las flores—. ¿Por qué?

Cuando se gira para mirarme, ya estoy sobre mi rodilla y con la caja de terciopelo rojo lista para hacer la pregunta. Sus ojos azules se iluminan cuando lo descifra.

—Anastasia, sé que ya hice esta pregunta antes y conozco tu respuesta, pero quiero hacerla de nuevo en mejores circunstancias. —abro la caja para que mire el anillo que escogí para ella—. ¿Serías mi esposa y te mudarías a esta casa conmigo y los niños?

Sus ojos se mueven un poco hacia Teddy, que alcanzó otro globo y lo palmea con fuerza.

—¿Mudarnos?

—Si. Esta casa es para ti, después de todo. Me gustaría mucho que fuera el hogar para nuestros hijos.

—Christian... —sus ojos se llenan de lágrimas por la emoción y por el bombardeo hormonal del embarazo—. Por supuesto que me quiero casar contigo y vivir en esta hermosa casa que compraste para nosotros.

Intenta arrojarse a mis brazos pero la detengo antes de que cometa una imprudencia. Sostengo su mano para colocar el anillo y entonces me pongo de pie para abrazarla.

—Finalmente aceptas la casa —dejo un beso rápido en sus labios—. Y ahora tendrás que decorar dos habitaciones para los niños.

Ella chilla más fuerte y me abraza, suspirando y soltando lágrimas de felicidad.

—Te amo tanto, Christian. No querría esto con nadie más.

—Lo sé, nena. Ahora déjame mostrarte la casa para que puedas elegir las remodelaciones y la decoración. —tomo a Ted en mis brazos y lo llevo conmigo con todo y sus globos—. ¿Te gusta la casa, pequeño?

Él también chilla de felicidad y señala las escaleras porque también tienen globos y luces de colores. Me felicito a mi mismo por la excelente idea, nada mal para un hombre que alguna vez odió las flores y los corazones, y terminó dándolo todo por la familia que es destino que dió.

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❤️

Próximo: capítulo extra.

(◍•ᴗ•◍)❤

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora