Capítulo 38.

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Lograr que Anastasia quisiera dejar al niño al cuidado de Gail y Prescott fue la parte más difícil hasta ahora.

Al menos eso espero.

—¿Anastasia? Es hora. —echo un vistazo rápido a mi reloj para tratar de calcular el tiempo que nos tomará llegar ahí.

—¡Voy! —grita desde el segundo piso, luego el sonido de sus zapatos de tacón se escuchan—. Estoy lista, ¿De verdad será una cena tan elegante?

Cuando se detiene en el descanso  puedo apreciarla mejor. Lleva un elegante vestido negro con encaje en la parte superior y sandalias de tiras que hacen ver a su piel más pálida. Incluso maquilló sus ojos con un delineado oscuro.

Se detiene frente a mi y sonríe.

—¿Te gusta?

—Mierda, si.

Muerde su labio inferior de esa forma que me distrae, luego se dirige a la silla del comedor en la que está sentado Ted para besarlo.

—Te quiero mucho, bebé. No tardo, papá y yo volveremos pronto.

Deja otro beso en su cabeza, le sonríe a Gail que es quien cuida al niño y finalmente regresa a mi lado.

—Podemos irnos ahora.

Al fin.

La sigo como un jodido cachorro hasta el ascensor, dedicando miradas discretas a su pequeña figura, que parece haber cambiado para bien con el embarazo. No solo la curva de sus caderas es más pronunciada, también sus tetas son más grandes.

—¿Hay una razón especial para...? —interrumpe su pregunta cuando se da cuenta que le miraba el culo.

Tengo qué carraspear para pasar el nudo de mi garganta.

—... ¿La cena? —termino por ella como si hubiera prestado atención todo el jodido tiempo—.  No, nada en especial. Tengo hambre, tú también, y Taylor dice que hemos hecho esto antes.

—Si, es cierto.

La puerta del ascensor se abre en el garaje, Jason esperando junto a la suv para abrir la puerta de Ana. Le dedica un asentimiento con la cabeza antes de ponerse detrás del volante.

Me siento cada vez más extraño. Pareciera que nada cambió, y sin embargo todo es diferente: es el mismo Taylor, pero más alerta. Es la misma Anastasia, aunque más feroz y confiada.

Todos cambiaron, excepto yo.

Aparto la vista de la ventanilla y me sorprende darme cuenta que Ana está mirándome con las cejas fruncidas. Su expresión parece preocupada, y ciertamente no debería.

Su atención cambia rápidamente cuando su bolso de mano vibra, así que lo abre para sacar el móvil y lo contesta en voz baja.

—¿Si?

—Annie —escucho la voz del imbécil—. Traje algunas cosas para Teddy, ¿A qué hora estarás en casa? Es tarde.

Maldito idiota, ¿La está vigilando? Ella cierra los ojos con molestia.

—No estaré ahí, Teddy y yo nos quedaremos un día más en Escala. —es todo lo que tiene qué decir para que Ryan levante más la voz.

—¡Annie, te lo dije! Ese idiota egoísta solo está manipulándote, quiere verte apartada y sola, ya lo verás. Creí que habíamos hablado de esto.

Ella suspira, me mira rápidamente con las mejillas sonrojadas de vergüenza.

—Dije que tenía que intentar esto —ells sigue bajando la voz, no sé si para calmarlo o para que yo no escuche—. Es por el bien de Teddy.

—¡Es una mierda y lo sabes! Teddy Bear ni siquiera lo reconoce como su padre.

¿No? Recuerdo claramente al niño llamándome papá, y buscando mi compañía en los últimos días. Es cierto, pasar más tiempo con él ha hecho que confíe en mí.

—Adios, Henry. —ella termina la llamada y pone de vuelta el móvil en el bolso.

Timbra una vez más pero ella lo ignora. El silencio ya es bastante incómodo cuando decido aclarar un punto.

—No estoy manipulándote, lo prometo. Eres la clave para recuperar mi memoria, lamento si eso está afectando tus planes de boda. —con el jodido imbécil, evito decir.

Ana sacude la cabeza.

—No hay más planes, Christian.

¿No?

Quiero insistir y obtener más respuestas, pero el inoportuno Taylor estaciona afuera del Columbia Tower y baja para abrir la puerta de Ana.

Ambos nos dirigimos rápidamente al ascensor y ella aprovecha el momento para cambiar el tema.

—Ya que has estado aquí antes, ¿Qué crees que deberíamos pedir?

Whisky. Mucho.

—La especialidad del chef sería una opción sensata si buscas algo diferente. La pregunta es, ¿Te arriesgarás?

Ella vuelve a morder su labio de esa forma que me resultaba irresistible, pero este no es el lugar ni el momento, tendrá que esperar a después de la cena para poner mis manos encima.

Contrario a lo que creí, la cena transcurre de forma demasiado tranquila. Tal vez ella está pensando en el imbécil de Ryan, y tal vez yo solo quiero disfrutar de su compañía sin la innecesaria charla emocional.

Bebe otra copa de vino antes de soltar una extraña risita.

—¿Qué? —pregunto confundido.

—Estaba recordando la última vez que estuvimos aquí —muerde el labio otra vez—. Me retaste a quitarme las bragas.

¿Lo hice?

—¿Por qué carajos haría algo así? —cuando siempre he sido tan celoso de mi privacidad.

—No lo sé, ¿Te sentías atrevido? —bebe otro profundo trago de su copa—. Te guardaste mis bragas en el bolsillo y luego llevamos la celebración a casa.

Casa. Escala. Cuando vivíamos juntos y aparentemente felices. Por un momento mi mente se centra en la idea de ella llevando bragas de encaje negro igual que su vestido y si se las quitaría si se lo pido de nuevo.

Ella interrumpe antes de que pueda pedirlo.

—Estoy lista para volver. —toma el bolso y saca su cartera—. ¿Dividimos la cuenta?

Casi derramo mi costoso whisky sobre la mesa ante la idea tan ridícula.

—Por supuesto que no.

—¿Entonces es una cita? —ladea la cabeza esperando una respuesta.

¿Lo es?

—Eso parece. ¿Te quitarías las bragas?

Ana se ríe, y Dios santo, amo cuando lo hace.

—Definitivamente no, señor Grey.

Dice no, pero sus ojos brillan y sus mejillas se ponen rojas de excitación, reconocería las señales donde fuera. Este coqueteo entre nosotros está subiendo de nivel y pronto estallará en nuestras caras.

—Entonces llevemos la celebración a casa, señorita Steele.

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Holis!! Les dejo el capítulo pendiente!

Va dedicado a angeles2303 , nuestra Cerecita ganadora de la dinámica de ayer 🥳

Si alguien gusta unirse al grupo de WhatsApp, les dejo los contactos de las admis Solains y moritaDiana para que les pidan más información.

Buenas noches!!! 😴

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora