Capítulo 47.

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Habría dado por hecho que Anastasia permanecería en Escala hasta mi regreso, pero no. Al parecer Carrick la llamó y decidió interceptarnos en la salida de la ciudad.

—Deberías quedarte. —insisto y Raymond está de acuerdo conmigo.

—No. Teddy me necesita ahí, solo yo puedo reconfortarlo.

Bien, claramente los Steele están siendo demasiado obstinados y confiaré en que Raymond puede mantener a su hija a salvo. Le permito subir a la suv conmigo y retomamos el camino.

Cuatro horas después, todavía seguimos las pistas de las cámaras de seguridad y las llamadas a Welch rumbo al este.

La suv de Taylor lidera un improvisado convoy por Idaho, tratando de darle alcance para tomarlo desprevenido cuando haga un alto por comida o un lugar para dormir.

Su rostro sigue siendo boletinado en las noticias y pronto todo el país reconocerá su rostro. Encontrarlo solo es cuestión de tiempo.

El problema es que seguimos siendo un grupo de civiles armados, liderados por marines retirados con hambre de gloria.

El auto se detiene después que pasamos Spokane y Taylor baja, Raymond yendo con él en la orilla de la autopista. Quiero escuchar lo que dicen, así que también bajo del auto teniendo cuidado de no despertar a Anastasia.

—¿Qué piensas? ¿Siguió al este o se dirige al centro? —pregunta Ray.

—Diría que está desesperado por salir del país, pero es imposible ahora con su cara en cada paso fronterizo. —señala ahora hacia el sur—. Su mejor oportunidad es quedarse en ciudades grandes donde pueda pasar desapercibido.

—Si, eso creí. —Raymond se rasca la cabeza—. Sabemos que cambió de auto por aquí, y el bastardo tiene qué parar para dormir en algún punto cercano porque el niño estará insoportable.

Es cierto. Por más que Ted lo reconozca, no es su madre. La necesita para dormir y todo lo demás. Un pequeño niño inconsolable definitivamente llamará la atención.

Dejo que Ray y Taylor decidan nuestros próximos pasos, cuando una llamada al móvil de Jason interrumpe los planes.

—¿Welch? —aparta el teléfono y presiona el botón del altavoz—. ¿Novedades?

—Mierda, si. Una mujer llamó, administra un pequeño motel en las afueras de Missoula. Dice que un tipo muy nervioso rentó una habitación, lo escuchó entrar con un niño llorando. Lo llamó Teddy Bear.

Jodidas gracias, es él.

—¿Dónde? La ubicación exacta, ahora Welch. —un tirón de adrenalina me activa al instante.

Taylor recibe el mensaje y hace una de esas señas militares al convoy para que todos se pongan en marcha. El movimiento acelerado de los vehículos provoca que Anastasia se sobresalte y despierte.

—¿Qué? ¿Qué pasó? —se recoge el cabello en una coleta.

—Estamos siguiendo otra pista —Ray señala el camino—. Mantén la calma Annie, estaremos allí pronto.

Aprovecho el momento para tener algunas palabras con ella.

—Escucha, debes prometer que vas a seguir las indicaciones al pie de la letra. Si estás en riesgo, estaremos en problemas porque serás una distracción. Quédate detrás de nosotros en todo momento y deja que ellos lo manejen.

Señalo a su padre y a Taylor, y ella lanza un vistazo por el vidrio trasero para mirar los otros vehículos que nos siguen, todos oscuros y vidrios polarizados.

—Entiendo.

La velocidad con la que nos desplazamos aumenta, sabiendo que estamos cerca de Missoula y que tenemos el elemento sorpresa para atrapar a Ryan. Taylor incluso mantiene el pie en el acelerador cuando pasamos por bordos y baches.

El GPS emite un pequeño pitido mientras nos acercamos a la ubicación en medio de la madrugada. Al menos será rápido y con menor riesgo para Teddy.

Sé que llegamos porque Taylor apaga las luces de la suv, haciendo que el resto también lo haga. El señor Steele sujeta con fuerza el rifle en sus manos y todos los vehículos estacionan en el lateral de la calle.

—Dos grupos —ordena Jason ajustando el chaleco—. Uno atrás, otro adelante. Hablaré con la dueña sobre la habitación en la que están.

Todos se preparan con sus armas y rifles, y ahora soy conciente que Ana y yo somos los únicos desarmados. Le hago una seña a Reynolds que debe traer al menos una arma extra en su pechera.

—Dame una —extiendo la mano y él duda.

—Señor Grey, ¿Sabe usarla?

Mierda.

—Aprenderé. Quédate con la señorita Steele y asegúrate que no se mueva.

Por supuesto eso hace que Ana se moleste.

—Estaré bien aquí, Christian. Puedes llevar a Reynolds contigo para que cuide tu espalda.

Carajo, le dije que sería una distracción. Permito que Reynolds venga conmigo cuando ella sube de nuevo a la suv, luego seguimos al grupo de hombres cuando tienen la confirmación de la habitación.

Esperaba gritos, tal vez algo de golpes y forcejeos al entrar a la habitación pero todo permanece en absoluta calma. Taylor maldice y camina dentro, es Raymond quien gruñe.

—El imbécil huyó. —dice y siento que de nuevo mi corazón cae al piso.

—¿Pero, cómo? Se supone que... —estaría aquí.

Taylor sale pasándose las manos por el rostro.

—Algo debió asustarlo, tal vez alguien intentó acercarse primero y tomó al niño. Debería estar cerca aún.

¿Qué tan cerca? Mierda, justo ahora me vendría bien la ayuda de Barney para hackear las cámaras disponibles y darme una ruta de escape.

—Hablaré con Welch —parece que Taylor piensa lo mismo que yo—. Ray, dile a tu genio de la tecnología que intente localizar al menos el auto. Si fuera yo, estaría escondiéndome en algún vecindario olvidado o en viejos edificios.

Por primera vez desde que recuerdo, me permito un momento para cerrar los ojos y pedirle a quien sea que esté allá arriba que me permita encontrar a mi hijo. Al menos una pista para seguir.

—Entró a las cámaras de tránsito —escucho la voz de Ray—. Identificó el vehículo al salir de aquí y sigue al sur, cerca de una zona industrial que para esta hora se encuentra cerrada.

Gracias Dios.

—Vayamos ahí. ¡Andando! —la instrucciones de Jason se escucha fuerte y claro entre el resto de los hombres, mi corazón vuelve a acelerarse.

Estamos cerca de ti, hijo.

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Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora