Su piel está perfumada con el tenue aroma de las flores frescas, lo que me tienta aún más a pasar mi nariz por la delicada piel de su cuello. Se estremece al contacto.
Lo próximo que sé después es que estoy desabrochando los pantalones de vestir y bajando el boxer lo suficiente para liberar mi erección ansiosa.
Un último tirón a sus piernas para acomodarla en el borde de la mesa y estoy listo para... ¿Cómo lo llamó ella? ¿Los aspectos físicos de nuestra relación?
Antes de que pueda penetrarla, su mano empuja mi abdomen.
—¿Tienes un condón?
Mierda. ¿En qué carajos estabas pensando?
—No. ¿No se supone que usas la inyección?
Sus cejas se fruncen en acusación pero no me aparta.
—¿Por qué habría de hacerlo? Mi novio estaba en coma y tenía a su hijo para criar, así que no necesité un método anticonceptivo.
Lo admito, tiene un punto. Y se mantuvo fiel a mi, tengo qué darle ese crédito.
Me tomo un momento más para apreciarla y leer las señales físicas de excitación en su cuerpo: labios entreabiertos, respiración agitada, mejillas sonrojadas, sus uñas clavadas en mi piel para que no me aparte.
Ella sigue queriendo esto.
—Puedo enviar a Taylor a conseguirlos. —sugiero.
—No —sus piernas se aferran por detrás de mis muslos—. Tomaré la píldora de emergencia mañana, hoy te necesito.
Sus ojos azules se humedecen, pero rápidamente intenta ocultarlo usando sus brazos para acercarme, su cuerpo pegado al mío.
—Sé mi Christian, déjame amarte creyendo que aún eres el hombre que amo.
Exhalo un suspiro tenso.
Lo estoy intentando, Ana.
—Quiero ser él, pero no está funcionando. —confieso.
Lo que debería ser un grato momento de sexo y liberación, se está convirtiendo en algo sumamente emocional. Ana se aparta para mirarme con sus enormes ojos azules y me niego a romper todas sus ilusiones.
—Quiero recordarlo todo pero, ¿Qué pasa si eso no ocurre?
Parpadea y el movimiento hace que las lágrimas le escurran por las mejillas.
—¿Me amas?
Abro la boca y la cierro de nuevo, incapaz de contestar a eso con certeza. Decido ser honesto.
—Te deseo. ¿No es suficiente por ahora? —sé que no es una promesa de amor y me preocupa que sea mucho menos de lo que ella espera.
—Lo es, por ahora. —vuelve a pasar sus brazos por detrás de mi cuello para acercame—. Suena desesperado, pero te amo tanto que tomaré lo que sea que estés dispuesto a darme.
Espero un momento para que ella se tranquilice, luego comienzo a masajear la piel desnuda a mi alcance. Sus rodillas, sus muslos, su bonito culo apoyado contra la alfombra verde. La beso de nuevo para que se olvide de todo, excepto de mi.
—Voy a tomarte —anuncio, y no espero respuesta para penetrarla.
Comienzo con movimientos lentos, aumentando la humedad de su excitación. Si ella no se aferrara a mi con tanta fuerza, podría apartarla un poco para acariciar sus senos y estimularla más.
Al cabo de un momento, comienza a gemir cada vez más fuerte, así que apoyo los brazos por detrás de su culo para que no se mueva y aumento la fuerza de mis embestidas.
El vaivén no es dulce, ni lento. Tampoco es duro y rápido, se siente desesperado, errático. Cómo si todo lo que importara ahora es estar juntos.
No puedo hacerlo. No así.
Me detengo solo para guardar sus bragas en mi bolsillo y ella me mira con confusión. Cuando vuelvo a tomar sus muslos y la levanto, Ana se aferra a mi cuello con un gritito.
—¡Christian! ¿Qué haces?
Espero que la falda del vestido sea lo suficientemente larga para cubrirnos a ambos mientras salimos de la biblioteca y hacia las escaleras con mi miembro aún dentro de ella.
—Nos pongo cómodos.
Sabiendo que Ted debe estar en una de las habitaciones de invitados con la señora Jones o Prescott, llevo a su madre a mi cama para poder desnudarla.
—Desnudate. —susurro antes de dejarla caer sobre mis sábanas.
Ana sonríe y asiente, incorporándose solo para tirar del cierre de su vestido mientras yo pataleo el pantalón y los boxers en el piso. La camisa y todo lo demás también se acumulan en el suelo de madera.
Se sitúa en el centro con una gran sonrisa y nada más. Mi mirada recorre su piel cremosa y los favorables cambios que ha tenido desde la última vez que recuerdo.
Debe creer que estoy juzgando, porque cruza los brazos a la altura del vientre.
—El embarazo me dejó algunas marcas. —balbucea.
—No estaba mirando eso, pero llevaste a mi hijo en tu cuerpo, obviamente cambió.
No le doy tiempo para más dudas. Mi miembro aprueba todo respecto a ella y me coloco encima para volver a penetrarla.
Ana me dedica una mirada nerviosa que me recuerda mucho a la chica a la que le quité su virginidad justo aquí.
Esta vez me aseguro de ir lento, disfrutando cada gesto y cada gemido porque son solo míos. Nadie más la ha visto así o se ha deleitado con los sonidos que hace durante el sexo. Ni el jodido Ryan que jamás la tendrá porque es mía.
Incluso su hijo es mío, y la parte posesiva dentro de mi se alegra que ese pequeño imprevisto mantuviera atada a Anastasia mientras estuve en el hospital.
Mi mente vuelve al presente cuando ella clava sus uñas y las arrastra por mi espalda, gimiendo y jadeando con cada embestida. Mi cadera está en la posición correcta para estimular su punto más sensible, y eso solo hace que mi excitación también aumente.
—Christian, si... —balbucea perdida en el placer.
—Ana... —gruño, sintiendo la tensión en la parte baja de mi vientre.
Las embestidas se vuelven más rápidas y descoordinadas a medida que me acerco a mi propia liberación. Presiono más mi cuerpo contra ella para que pueda tener su orgasmo antes de que yo encuentre el mío. Tan cerca.
—Te amo... —susurra.
Nuestros orgasmos llegan en el momento correcto y yo evito mirarla mientras me recupero. Ella sabe lo que siento. Me niego a mentirle aunque eso le cause más dolor. Con eso en mente, dejo un beso en su hombro y me deslizo en la cama a su lado.
.
.
.Se está acabando 🥺
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Memories: El Recuerdo De Ti
FanfictionJoven. Empresario. Millonario. Sádico. Christian Grey es el amo de su universo, maestro del control y de su cuarto rojo. ¿Cómo pudo olvidarlo? ~ • ~ La historia es mía, pero los nombres de los personajes pertenecen a EL James de su Trilogía "50 somb...