Capítulo 5.

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Un hijo.

Tengo un maldito hijo, incluso cuando juré que jamás lo haría.

¿Qué mierda?

Siento que estoy perdiendo la cabeza.

Lo único que se me ocurre es que ella se embarazó para manipularme. Si, eso tiene sentido ahora porque ella está a cargo de mi empresa y de todo el jodido dinero.

¡Se da una vida de lujos con mi puto dinero mientras yo estoy en coma!

—Había un hombre con ella —gruño, recordando al imbécil del traje gris y la gran sonrisa.

—Uno de sus guardaespaldas, seguramente. Después de lo de Jack Hyde, cada uno de nosotros tiene su propia seguridad y Ana y el niño no son la excepción.

Mi furia está encendida de nuevo, así que mi tono sale como un reclamo.

—¿Por qué la dejaste a cargo? ¡¿Por qué?!

Maldita sea, confíe en que todos harían su trabajo y mi padre entregó el control de mi empresa a una persona con cero experiencia, educación o manejo requeridos.

—Christian, calma —Carrick se endereza en la silla y levanta las manos como si eso pudiera detenerme—. Hablé con tu amigo Barney y él no estuvo interesado en tomar la dirección de la empresa, y sabes que yo no sé nada sobre esto.

—¿Y Anastasia Steele sí?

Mierda. Presiona los labios con fuerza antes de recargarse de nuevo en la silla.

—No, tienes razón. Pero Ana es joven y tenía la intención de ayudar y aprender. —Por supuesto, porque quería mi maldito dinero—. Así que poco a poco se hizo cargo de todo, y lo hace excelente si me lo preguntas. Es la vicepresidenta de Grey Enterprise Holdings por méritos propios.

Una jodida mentira.

Seguramente Barney, Andrea y algunos otros se encargan de poner las cosas en movimiento. Por fortuna, mis jefes de departamento saben exactamente qué hacer.

Lo que me lleva de vuelta al niño.

—¿Y por qué ella? ¿No era más fácil contratar a un nuevo vice presidente? —pregunto, de nuevo cuestionando sus razones.

Carrick suspira otra vez.

—Ana dejó su empleo por ti, así que necesitaba un trabajo...

—Aunque no tenía la experiencia —interrumpo.

—No, no la tenía —admite, fastidiado por mis constantes interrupciones—. Pero como ya dije, aprendió todo lo necesario y se hacer cargo ahora. Y ¿Quién mejor para administrar tus negocios que ella? Cuidando de tus bienes, también asegura el futuro para su hijo. ¿Ya lo conociste?

—No.

No me molesté en cruzar palabra con el pequeño porque es un recordatorio constante de que prometí no tener hijos. Desconozco si este es un tema que tratamos antes, porque obviamente hubo una reconciliación en algún punto.

Seguramente se dió porque aceptó el contrato de sumisa, es lo único que podría hacerme regresar a ella. Pero... ¿Vivir juntos?

Esta parte aún no me queda clara.

—Bueno, es un niño hermoso. Tu madre está realmente feliz con su primer nieto. —se pone de pié y mete las manos en los bolsillos—. Hijo, me alegra tanto que hayas vuelto con nosotros. Ahora puedes retomar tu vida y disfrutar de tu familia.

Hmm.

Como si eso fuera a pasar.

Hace una seña con la mano y sale de la oficina, y yo lo dejo ir porque su conversación no me fue de utilidad. A quien necesito ahora es a Barney, que debería estar aquí todavía porque es tan adicto al trabajo como yo.

Tomo el teléfono del escritorio y le pregunto a Andrea si Barney aún está aquí, así puedo bajar a su oficina.

Me dirijo a la puerta, dándome cuenta que ahora todo tiene sentido. El mullido tapete debajo de las pinturas es la zona de juegos del niño, y la mesa de la sala de conferencias está aquí, así lo tiene a su vista.

Lo que una vez fue una elegante oficia, hoy es un puto jardín de niños.

Entro al ascensor para bajar al piso de Barney, caminando entre los cubículos y atrayendo la mirada del resto de los empleados del área de tecnología. La mayoría están centrados en sus diseños y prototipos, otros pocos murmuran cuando me miran.

—Barney —golpeo la puerta de su oficina—. ¿Tienes un minuto?

Barney aparta la vista de su computadora y sonríe.

—¡Christian! ¡Escuché que estabas de vuelta! —se levanta de la silla para venir a palmear mi espalda—. Hombre, hiciste tanta falta por aquí, por poco me convierto en CEO.

Se ríe porque nunca ha sido su intención tomar el mando, a pesar de que es una de las mentes maestras en mi empresa. Regreso el gesto palmeando su hombro, y echándole un vistazo porque ha cambiado.

En dos años y medio, supongo que es normal.

—Pero no te preocupes, Christian. Ana ha hecho un excelente trabajo con la empresa y con ese pequeño hombrecito, estarás orgulloso de ella.

Lo dudo. Pero mantengo esa información para mí mismo. Vuelvo entonces al tema que me trajo hasta su piso.

—¿Cómo vamos con los proyectos? ¿Hay algún prototipo en proceso? —intento echar una mirada rápida a los planos en su oficina—. ¿Estás trabajando en algo justo ahora?

—Si, —sonríe, apoyando las manos en la cintura—. Estamos trabajando en mejorar las celdas solares de los drones de búsqueda y rescate, Ana dijo que...

—¿Ana? —mi voz sale como un gruñido.

—Si, ¿No lo mencionó? —se comprometió con el departamento de rescate a proveer drones de búsqueda con geolocalización y cámaras térmicas. —sus gruesas cejas caen por la confusión—. Han sido meses de ensayo y error, y creo que por fin tengo la estructura que resiste las condiciones adversas. ¿Seguro que no lo mencionó? Estaba muy emocionada al respecto.

¿Gastando mis jodidos millones de dólares?, por supuesto que estaría rebosante de felicidad.

—Envíame un correo con los proyectos actuales de tu departamento, revisaré la información de los últimos tres años.

Barney vuelve a palmear mi espalda y sé que lo hace porque odia la formalidad de estrechar manos. Aún mantiene esa vibra hippie que lo caracteriza.

—Claro que si, Jefe. —Siento que me observa mientras camino a la puerta y agrega antes de que salga—. Pero deberías ir a casa, Christian. Ve con tu familia.

¿Familia?

Voy a pretender que no escuché eso.

Memories: El Recuerdo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora